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PIRAGÚISMO

Sete Benavides se cuelga el bronce de Londres-12 en Madrid-22

El piragüista balear, cuarto en la final olímpica recibe por reasignación una medalla que pierde por dopaje el lituano Shukulin

Actualizado a
Sete Benavides escoltado por Alejandro Blanco (COE) y Javier Hernanz (Piragüismo).
PEPE ANDRESDiarioAS

El 11 de agosto de 2012 el balear Sete Benavides (31 años, Pollensa) era un tipo contrariado tras su esfuerzo de poco más de 43 segundos. Había perdido la medalla de bronce “por salir mal” en la final de C-1 200, y el piragüista refunfuñaba. Hoy, un miércoles 14 de junio de 2022, en la sede del COE, todo ha cambiado: del cuarto puesto salta al tercero, de un diploma a una medalla, porque las pruebas de dopaje demostraron que el lituano Shikulin (plata) había hecho trampas. “Creo sinceramente que este bronce si en vez de colgármelo ahora lo hubiese hecho con 21 años, mi vida hubiese sido diferente”, comenta el deportista arropado por dos leyendas de su disciplina, Cal y Craviotto, además de familiares, amigos y cargos federativos.

“Esta medalla olímpica completa mi palmarés”, resume Sete, con 25 internacionales en su palmarés, porque con la reasignación de la medalla de los Juegos de 2012 también le llegan un bronce mundial y otro olímpico por la descalificación del lituano. “En 2016 (fue cuarto en Río) cuando retiraron mi prueba del programa olímpico, pensé que la medalla iba a ser imposible, porque soy del 200, aunque piense en París y preparo otra prueba. Luego llegó esto, y mira, feliz porque tengo medalla en todo” resume satisfecho.

Del tema económico Benanides no quería hablar, o no sabía. En realidad la medalla le suponen unos ingresos extra con lo que no contaba: son 30.000 euros por el premio, y ahora alguien tendrá que decidir sin con intereses o no, y también revisar la ayuda que dejó de recibir en años posteriores: “Es algo que tenemos que hablar. Me parece una situación muy injusta, pero en este momento no puedo avanzar gran cosa. Habrá que tratarlo”.

Con su medalla de bronce, que podría decirse que es de segunda mano, porque antes de llegar a su cuello la tenía el ruso Ivan Shtyl, opina que “la ha guardado muy bien y está en perfecto estado”. Con el ruso tiene amistad “y hemos hablado; le he dicho que la voy a cuidar incluso mejor”, sostiene.

-¿No se ha tardado mucho en hacer justicia?

-Llevamos unos cuantos años con muchos problemas. Lo ideal hubiese sido en Londres, pero ya está aquí.