Golf | British Open

Scheffler irrumpe en el Open y descuelga a un Rahm atascado

El estadounidense, ya en cabeza con un -7 para -10, amenaza con un monólogo el fin de semana. Rahm, desesperado, tira un 72 y está a diez golpes.

Scheffler irrumpe en el Open y descuelga a un Rahm atascado
Maja Smiejkowska
Jorge Noguera
Nació en Madrid en 1995. Doble grado en Periodismo y Audiovisuales por la Rey Juan Carlos. Un privilegiado, hace lo que siempre quiso hacer. Entró en AS en 2017 y se quedó. Salvo un paréntesis en Actualidad, siempre en Más Deporte. Allí ha escrito sobre todo de rugby, golf y tenis. Ha cubierto el British Open, la Copa Davis o el Mutua Madrid Open.
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El terreno ganado el jueves lo retrocedió Jon Rahm este viernes en la segunda jornada del British Open, la que prácticamente dio al traste con sus opciones de alzar por primera vez la Jarra de Clarete, que salvo sorpresa será esquiva al golf español por 37º año consecutivo. De un -1 que le dejó a tres golpes del liderato tras los primeros 18 hoyos a un 72 (+1 para par) que le obliga a recuperar diez golpes el fin de semana respecto a Scottie Scheffler, que irrumpió en la cima con un -7 para -10 incomensurable.

“Ha sido muy frustrante. Siete hoyos muy buenos y a partir del ocho, nada. Quitando los tres putts del 16, que estaba fuera de green, no es que haya tenido ocasiones muy cercanas para meterla. También ha sido un poco desde el tee. Haciendo buenos swings me he encontrado a veces en muy mala posición. No he tenido la suerte que hay que tener para hacer mejor resultado, pero he tenido opciones y no las he metido. Hoy, quitando tres hoyos, estaba facilísimo. Más fácil no podía estar. Ayer igual jugué bien y era mal turno, pero hoy no hay excusa, he jugado mal”, reconoció apesadumbrado el vizcaíno al término de una vuelta que terminó por desquiciarle, con varios arrebatos en los últimos hoyos al ver que la bola no se comportaba como quería.

Un proceso de desgaste que había comenzado con bogeys consecutivos en el 8 y el 9. Se tragaron los dos birdies del 2 y el 7, en un tramo inicial en el que lucía ese rictus impenetrable de sus grandes tardes. Sujetó el par en el día a duras penas hasta que se le atragantó el 16. Un nuevo derrape que recuperó acto seguido, para fallar un putt de dos metros en el 18 que le costaría un golpe y le dejó cariacontecido ante el micrófono de Movistar Plus: “No es que no me de opciones, pero estoy de mala leche. He terminado fatal. Sin perdón el bogey del 16 y el del 18, con tanto hueco que hay en ese green”, soltó con la amargura en la voz del que se sabe ya recuperado de los problemas de juego que ha arrastrado en los últimos tiempos, pero aun así de manos vacías por segundo curso consecutivo en la campaña de grandes salvo que el fin de semana prepare alguna traca de las suyas.

Y ni con esas le valdría seguramente, más que nada por lo que tiene delante. ‘A ver quién le baja de ahí ahora’, pensará más de uno de los más inmediatos perseguidores de Scheffler en la noche de Portrush (Irlanda del Norte), que ofreció una cara más acorde a lo que se espera de este torneo, aunque tampoco mucho menos amable, que en el turno matinal. Un par de chubascos cortos pero intensos regaron el Dunluce Course, que por lo demás se mantuvo atacable para el que andara entonado. Scheffler, entre otros, se tiró a su yugular.

Hasta ocho birdies embocó el número uno del mundo (la última vez que el titular de esa etiqueta lideró un Open a 36 hoyos fue Tiger en 2006, y por supuesto lo ganó), que solo cometió un bogey, en busca del tercer cromo en la colección del Grand Slam tras conquistar el Masters en 2022 y 2024 y el PGA Championship hace unos meses. Este último marcó el fin del periodo de barbecho al que se había autosometido con un corte haciendo raviolis caseros durante las Navidades que le sacó de ritmo. Pareció medianamente humano durante unas semanas entre enero y marzo. Porque no ganó nada, no porque hiciera cosas ‘normales’ para el común de los golfistas. El top-25 fue su suelo en ese periodo. A partir de ahí, lo normal: no ha salido del top-10 desde The Players y ganó el Byron Nelson antes de levantar la Copa Wanamaker y el Memorial después.

Ahora amenaza con convertir el fin de semana en Portrush en uno de los monólogos a los que acostumbra, que ya serían incluso cansinos de no transmitir la sensación de que uno asiste en directo a la escritura de un tomo de historia del golf. Este capítulo solo parecen poder empañarlo dos hombres, Matt Fitzpatrick y Brian Harman. Dos arquetipos perfectos para para un links, Harman contrastado ya con su victoria en 2023 en Royal Liverpool y el segundo un inglés en cierto modo anómalo, que tiene un US Open (2022) en el palmarés pero en su abierto doméstico ha fallado dos cortes y nunca ha rebasado la 20ª plaza.

Ninguno es un gran pegador, aunque Fitzpatrick haya avanzado mucho en ese aspecto últimamente, pero ambos son excelentes con los hierros y tienen en el putter un arma de destrucción masiva. -6 para -8 tiró el estadounidense, libre de bogeys y siete birdies con dos errores, -5 para -9, manufacturó el británico. El outsider es el chino Haotong Li. Con su -4 para -8 tiene al alcance el triunfo que podría abrir definitivamente la espita del golf en el país más poblado del mundo. Fuera de los dos últimos asaltos quedaron estrellas como Morikawa (+7), Koepka (+7), Adam Scott (+9), Reed (+5) o Cam Smith (+8). También, por un golpe, el que se dejó en el 18, el malagueño Ángel Hidalgo.

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