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GOLF | BRITISH OPEN

Rahm se pone en modo supervivencia en el British Open

El español se mantiene vivo en un día de perros en Troon. Justin Thomas lidera el turno de mañana y McIlroy colapsa.

Rahm se pone en modo supervivencia en el British Open
ROBERT PERRYEFE

Escocia fue Escocia en la primera jornada del 152º British Open. Es decir, las cuatro estaciones en un día. Amaneció encapotado Troon, al poco empezaron el sirimiri y la brisa racheada, para mediodía asomó tímidamente el sol y a la hora de comer precipitó de nuevo, ahí ya con unos vientos considerables. La situación tornó en ejercicio de supervivencia y Jon Rahm, el más madrugador de los españoles, tuvo que atarse la bandana de Rahmbo para mantener vivas sus opciones de alzar por primera vez la Jarra de Clarete. En esa carrera la mejor candidatura del turno de mañana la presentó Justin Thomas, líder en casa club con un -un 68 (-3).

En el 2, en el 5, en el 9, en el 10, en el 14... Hace falta al menos una mano entera para contar los pares comprometidos que fue salvando Jon en una vuelta en la que no consiguió descifrar las corrientes eólicas del fiordo de Clyde, fallando más de la mitad de las calles y cerca de la mitad de los greenes. Su juego corto acudió al rescate y supo mantener la compostura cuando vinieron mal dadas. Como en el par 5 del 4, en el que sacó un seis bienvenido tras enredarse de salida en la festuca y encontrar con el tercer golpe uno de los diabólicos bunkers de Troon. No en vano al que defiende el green del 8 por la derecha se le conoce como ‘El ataúd’.

Precisamente ahí, en el ‘Sello de correos’, el hoyo más corto de toda la rotación del Open, Rahm dejaría su mejor hierro del día, un wedge con derrape que le valió el que sería a la postre su único birdie. Le quedaban los nueve segundos, los más difíciles del trazado, en los que se dejó dos golpes. El primero en el 13, con un drive fatal cuando parecía que empezaba a afinar las salidas, y el segundo en el 16, el último par 5 de la vuelta y el hoyo más amable este jueves. Cazó la calle, pero la festuca volvió a hacer de las suyas tras fallar el segundo impacto. Al final, 73 golpes (+2). De tee a green tiene muchos deberes para el viernes.

“Ocho de los primeros nueve hoyos son todos hacia la derecha y hoyos largos y difíciles. Justo cuando piensas que puede ser un poco más fácil, a favor del viento, en realidad no lo es. Los últimos nueve hoyos son muy difíciles, brutales, especialmente el 14 y el 17, y los pares 3 son muy, muy difíciles. Jugué bien. Lo que pude hacer fue meter muchos buenos putts para par que mantuvieron la ronda, pero, sí es cierto que no me coloqué en las mejores posiciones para hacer un par de birdies y terminar par o bajo par, lo que hubiera sido una ronda fantástica”, relató después.

En esas condiciones tan British la selección natural primó el callo de jugadores como el sueco Noren (-2), el inglés Justin Rose (-2 en una de las pocas vueltas matinales sin bogeys) o el australiano Adam Scott (-1). Ninguno alcanzó los guarismos de Justin Thomas, quien se habría disparado en cabeza de no ser por una secuencia terrible, doble bogey-bogey, en el 12 y el 13. Supo corregirla con dos birdies en los últimos hoyos, y con la renta que traía de los diez primeros (-4 con cinco birdies y un bogey) abrochó una tarjeta notable, que habla bien de la recuperación mental de un golfista desnortado en el último año y pico, sin victorias desde 2022. Nadie se acercó más que él a las banderas, y es probable que ninguno de los actores de la tarde consiga rebasar su listón, porque la atmósfera más bien apuntaba a empeorar.

McIlroy cruje

Aquel adagio de que un grande no se gana en la primera jornada, pero se puede perder, cogía cuerpo contemplando el triste discurrir de Rory McIlroy, que sufrió de lo lindo y acabó en +7. Bogeys al 1, al 10, al 15 y al 18, y doble bogeys al 8 y al 11 jalonaron una tarjeta embarrada en un día en el que se dio muy pocas oportunidades de birdie, con algún swing impropio de un jugador de su calibre. Un puñado de buenos salvaron al norirlandés de un desastre todavía mayor. Quizá sea el peaje de esa infausto final de US Open, que parecía agua pasada tras unas semanas de desconexión y un buen Scottish Open.

Su verdugo en Pinehurst, el estadounidense DeChambeau, hombre de moda en el golf, también pasó lo suyo. Ni un eagle marca de la casa en el 16 le salvó de ser, con +5, uno de los peores de su turno tras jugar en +7 los 15 primeros segmentos. Para la tarde quedaba otra tanda de popes, encabezada por el número uno del mundo oficial, Scottie Scheffler, y por el honorífico, Tiger Woods. También el resto de la Armada, completada por Nacho Elvira, David Puig, Jorge Campillo, Ángel Hidalgo y los amateurs Jaime Montojo y Luis Masaveu.

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