Rahm entierra su Open
El vasco se queda prácticamente sin opciones en una buena pero insuficiente tercera vuelta en el Club de Campo que le deja a nueve golpes del líder.
Fue una buena vuelta la tercera de Jon Rahm este sábado en el Open de España. Pero lo que necesitaba el vasco para seguir en la pelea por un cuarto título no era eso. Era un vueltón. Cerró en el Club de Campo con un -4 para -7 que le dejó lejos, a ocho golpes, del -15 que puso en casa club el francés Pavon, que no ha frenado desde su sensacional 63 de la primera jornada.
Un día amargo para el vasco, más que por lo que fue por lo que podía haber sido. Salió como un tiro, a por la remontada que él mismo se había marcado como objetivo asequible unas horas antes, tras una segunda ronda que fue realmente la que selló su destino en esta edición, la que le puso a remolque en un torneo en el que está acostumbrado a ser él quien dicte el ritmo de los acontecimientos. Partió la calle con un sopapo tremendo en el 1, ideal para quitarse el runrún de un viernes en el que falló nueve veces desde el tee, ‘cazó la bandera’ y embocó un putt cómodo de metro y medio.
A partir de ahí su bola decidió que no iba a abrir más, y empezaron a sucederse los fallos por la izquierda. En el 2, en el que, si permiten la licencia, no mandó al hospital a este redactor por medio metro, se quedó sin tiro a green y no pudo librar el bogey. No cortocircuitó entonces, y recobró vigor con un golpazo desde el rough en el 4, el primer par 5 del día, del que sacó el birdie. En el 8 llegaría su segundo gran hierro. Otro putt dado. Podría haber sido el comienzo de algo grande, si no hubiera tripateado en el 7 tras dejarse una oportunidad de eagle, la clase de contratiempos que hacen descarrilar una vuelta.
En cambio Jon siguió erre que erre, y con un dardo en el 10 abrió la puerta a unos segundos nueve hoyos gloriosos que le acercaran a la cabeza. Pero no cayó esa breva. Tras tres pares seguidos, el 14 le dejó prácticamente sentenciado. Era el último par 5 del día, una lanzadera perfecta, pero esta vez falló por la derecha de la calle y fue de rough en rough hasta el cuarto golpe, que aterrizó a dos metros y medio de la bandera. Dos putts y bogey.
Lo corrigió en el 15, un wedge de categoría, y en el 18, con tees adelantados para favorecer los tiros a green en un par 4 de menos de 300 metros, rascó otro impacto pese a perder la calle, de nuevo por la izquierda. Así concluyó la jornada en la que, según él mismo, “peor” le pegó a la bola. Una perfecta para la mayoría de estándares, discreta para lo que es normalmente Jon Rahm en este torneo y para lo que necesitaba de cara a tener opciones el domingo, aunque él no pierde la esperanza: “Si me quedo a ocho golpes y tiro una vuelta muy baja...”, aventuró con la fe intacta.
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