Un método de oro: 400 flechas diarias, monasterios y apuntar a oscuras

De todos los mensajes recibidos en dos móviles que “explotaron”, hubo uno que hizo especial ilusión a Elia Canales y Andrés Temiño. Fue de Pau Gasol y, además, resumió a la perfección lo ocurrido. “Ya formáis parte de la historia del deporte español. No solo habéis ganado un oro en los Mundiales de tiro con arco, sino que lo habéis hecho por primera vez en nuestra historia y ante una selección imbatida hasta el momento. Disfrutad de este premio, os lo merecéis”, les dedicó la leyenda del baloncesto a los arqueros. El miércoles, en la final mixta de arco recurvo, modalidad que repartirá medallas en Los Ángeles 2028, se impusieron a Corea del Sur, ganadora de todos los oros olímpicos en París, en su casa (Gwangju). 24 horas después, Temiño repitió en lo más alto del podio individual para cambiar definitivamente el paso de su deporte a nivel nacional.

Dentro del equipo español, llevaban un par de temporadas persiguiendo el objetivo de ganar a Corea. Para ello, y tras haber dado varias veces en el palo, contaban con un método único. Después de “haber llorado más que nunca”, Canales y Temiño hablaron con los medios españoles, entre ellos AS, para desgranar sus peculiares concentraciones, sobre las que levantó la liebre el periodista José Manuel Amorós. Todo empezó la temporada pasada, camino de los Juegos Olímpicos, cuando los arqueros nacionales pasaron unos días en el Monasterio de Santa María de Bellpuig de les Avellanes, en Lleida, y realizaron otra escapada a una casa rural en la Sierra de Madrid. En los dos casos, tuvieron que estar “completamente en silencio”. “En el monasterio sí que nos dejaron entrenar un poco, pero era todo silencio. La segunda vez ni siquiera entrenábamos, simplemente meditábamos. Lo recomiendo mucho para conectar con uno mismo”, explica Canales.

Elías Cuesta, entrenador de la Selección por aquel entonces (tras los Juegos de París, le fichó Estados Unidos), fue el ideólogo de las excursiones. Ahora, Juan Morago, que formaba parte de su staff, le da continuidad al método. “El tiro con arco es un deporte muy estático en ciertos puntos de nuestra técnica y vienen muchos pensamientos intrusivos que pueden afectar a lo que es el rendimiento en la diana. Con las concentraciones mindfulness, intento que aprendan a controlar la mente, que es lo que se hace al meditar. Creo que ha sido un plus a la hora de competir”, desgrana Morago, actual seleccionador, sobre una forma de operar que no les “consta” que siga ningún otro país.

Para la preparación de los Mundiales de Gwangju, las concentraciones también tuvieron su miga. Esta vez, se centraron en el volumen, semanas en las que los arqueros pueden lanzar entre 2.200 y 2.300 flechas, unas 400 al día en doble sesión. “Y cada vez que abres un arco son 25 kilos de fuerza, además de sujetar el propio peso del arco”, enfatiza el entrenador nacional. Pasaron por Huelva y por Ibiza, donde dirigió las sesiones Carlos Morillo, nuevo integrante del equipo técnico, y llegaron a entrenar de noche, con sólo una pequeña luz alumbrando las dianas. “Entrenábamos de ocho de la mañana a tres. Luego, teníamos la tarde libre y había días que seguíamos de noche, con todo a oscuras y sin hablar”, explica Temiño. “Ayuda a mejorar la propiocepción. Sólo teníamos un foco en la diana y ni siquiera nos veíamos a nosotros mismos, por lo que era como tirar con los ojos cerrados. Lo sentías todo más”, añade Canales. Dos arqueros de oro con un método de oro.

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