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PÁDEL

“Un deportista nunca se cansa de ganar, pero sí de perder”

Fernando Belasteguin, que ha presentado su nueva pala con la fusión entre Wilson y Cupra, repasa su carrera, su encuentro con Messi y sus planes de futuro a los 44 años.

Fernando Belasteguin.
Valenti EnrichVALENTI ENRICH

Fernando Belasteguin (Buenos Aires, 1979) es al pádel lo que Michael Jordan al baloncesto o ahora Novak Djokovic al tenis. Un deportista único en su deporte, que lleva 29 años como profesional y que durante 16 años (”16 y medio”, matiza) ha sido número uno del mundo. A los 44 años presenta una nueva pala, especial por la unión entre Wilson y Cupra, dos de sus patrocinadores. Vestido de blanco, antes de dar una masterclass, Belasteguin atiende a AS para hablar de su deporte y de los valores de un jugador que afronta el úlimo año y medio de carrera y que es toda una institución.

-No está viviendo un sencillo 2023 entre las lesiones y el cambio de pareja. ¿Cómo lo lleva?

-Estoy muy contento. Más allá de que me perdí varios campeonatos, de la lesión y de que cambié de pareja, estoy feliz porque hicimos una semifinal y no bajamos de cuartos en los seis torneos que jugamos. Tenemos que mejorar para aspirar a los títulos, pero lo importante es que quiero llegar de julio a noviembre mejor porque se vienen torneos importantes. Llego muy bien.

-Su compañero, Miguel Yanguas, tiene 21 años. Podría ser su hijo. ¿Qué le aporta esa diferencia?

-Es mi tercer compañero con una diferencia de edad muy grande. Fui mayor que los padres de Agustín Tapia (2019), luego también había una diferencia grande con Arturo Coello (2022) o ahora con Miguel igual. Él tiene 21 y yo 44. Todos ellos me hacen volver a tener esos veintitantos, me dan frescura y lo estoy disfrutando.

-¿Cuál es el secreto para llegar siendo tan competitivo a los 44 años?

-Me cuidé toda la vida, me entrené siempre intentando que esta profesión se mantenga. Ser deportista es lindo y todo esfuerzo queda pequeño. Me cuidé siempre para estar como ahora. Me da un orgullo grande competir con jugadores de 20 años, no solo estar con ellos, sino poder ganar. Estoy agradecido.

-De todo lo que ha renunciado, ¿qué es lo que más le duele?

-Lo más duro es el tiempo con la familia. Me vine a España con 21 años y he vuelto siempre a Argentina menos en 2020. Cuando tenía a mis abuelos con vida, les daba un beso en enero y el siguiente diciembre no sabía se tenía que darle otro o llevarles una flor al cementerio. El dolor físico no se compara con el del corazón. Los esfuerzos no me cuestan, pero tuve que renunciar a mi familia de Argentina y la de Barcelona mucho tiempo.

-¿Sus hijos practican pádel?

-Fede tiene 14 años, Sofia 12 y Bea 10. Todos juegan a tenis, pero ahora Fede juega al pádel. Confío en el deporte para educarlos. No se negocia, al igual que los estudios.

-Ya que habla de tenis, ¿es usted seguidor?

-Disfruto mucho porque al ser profesional sé todo el esfuerzo que hay detrás. No solo veo el espectáculo, sino que me imagino todo lo que hay detrás para poder llegar a ese nivel. Ahora disfruto de Alcaraz, como en su día y cuando juega todavía Nadal o antes Federer. Tengo mucho respeto por ellos. Muchas veces no tenemos la información como espectadores de lo que le pasa a los deportistas.

-Usted ya sabe lo que es jugar en Roland Garros...

-Para mí fue muy lindo porque llevo 29 años de profesional de pádel y he visto la evolución del deporte. Poder jugar en un sitio emblemático es una alegría inmensa. Con los años hemos crecido, hay más dinero, pero no se puede llegar más arriba. Estoy agradecido de haber empezado con 15 años y acabar jugando en un sitio así.

-Usted vivió toda la evolución del pádel, ¿se imaginaba este crecimiento?

-Es un deporte espectacular, siempre estuve convencido de ello. Pero es nuevo, y hay que darle tiempo. A veces se le quiere comparar con deportes grandes. Hay que tener vida propia, ir despacio. No imaginamos hasta dónde podemos llegar. Ni hace cinco años podíamos imaginar jugar en Roma o Roland Garros. Sigue siendo un deporte nuevo. Hay muchas partes del mundo que desconocen el pádel. En los próximos 10 o 15 años seguro que será más popular.

Fernando Belasteguin.
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Fernando Belasteguin.

-¿Ha procesado ya el momento de colgar la pala?

-Hablé con mi equipo y mi familia. Mi deseo es jugar hasta diciembre de 2024. Me veo con fuerza física y mental para seguir entrenando. En 2024 celebraré 30 años de profesional así que sería un cierre muy lindo, después de 16 años y medio siendo el número uno. Ahora mismo no disfruto porque estoy obsesionado con volver a ser competitivo. Cuando saque el chip de profesional, lo disfrutaré.

-Usted siempre ganaba pero un buen día empezó a caerse de los títulos. ¿Cómo gestiona esa frustración?

-Hay muchas veces que hemos escuchado que el profesional se cansa de ganar. De ganar no te cansas nunca, de perder sí. Diferenciaría entre el deporte formativo y el profesional, y este último se juega para ganar. Si alguien dice que no, no lo creo. Tuve la suerte de ser 16 años y medio el número uno, pero luego te cambia la cabeza. En 2018 tuve una lesión que me dejó cuatro meses fuera y parecía que era mi final. Trabajé y pude volver. Pero ese pequeño plus no lo tengo. Pienso que he estado a punto de estar fuera... Desde esa lesión grave, en estos últimos cinco años, todo cambió. Antes me sentía indestructible, pero cuando ves que de un día para otro te puedes quedar fuera eso hizo que ahora tengo picos, a veces bien, otros no. Algo en mi cabeza ha cambiado, aunque he podido seguir ganando torneos, pero nunca volví a ser el mismo.

-Hay otros deportistas con edad que han conseguido mantener ese nivel, como su compatriota Messi. Hace un mes cenó con él en París, ¿cómo surgió?

-Coincidimos en algún homenaje que me hizo el Barça, recuerdo uno con Luis Enrique de entrenador. Pero esa cena fue gracias a Verratti. Fui a un restaurante y estuve con él y me dijo que el lunes cenaba con Messi, si quería ir. Cambié el pasaje, era una oportunidad espectacular. Sentí la humildad y la sencillez de tenerlo a medio metro y hablar de la vida. Me dejó una sensación linda como persona más allá de todo lo que hizo profesionalmente por Argentina. La humanidad está por encima de eso. Ojalá como padre pueda transmitir a mis hijos esa sencillez y humildad.