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ESGRIMA | MUNDIALES

Un bronce a la cabezonería

Araceli Navarro (32 años) logró en los Mundiales de Egipto un bronce en sable que la coloca en las quinielas para los Juegos de París 2024. Ya estuvo en Pekín 2008... Ahora es madre.

CHEMA DÍAZ | DIARIO AS

La suerte casi siempre hay que buscarla, a veces te sonríe y otras se ríe de ti. Araceli Navarro, madrileña de 32 años, por fin logró colocar otro tick verde en su lista mental de notas: el bronce mundialista. Una calurosa mañana de julio con la Cibeles como testigo, esta mujer y madre de un niño de tres años con ganas de descansar en Gandía, atiende a AS. Y echa la vista atrás... Tras muchas dudas sobre si apuntarse a fútbol cuando tenía nueve años, ya que su hermano jugaba en el Madrid, su madre la empujó a elegir “lo que fuese menos fútbol”. Tras hacer unos pinitos en ballet, esa pequeña niña se dio cuenta que no era lo suyo, hasta que se topó con un deporte prácticamente desconocido a finales de los noventa: la esgrima.

En uno de sus primeros entrenamientos, el técnico comentó a su madre Asunción que le veía un talento innato para su edad. Fue entonces cuando esta madrileña todoterreno decidió decantarse por el sable, tan desconocido como apasionante para ella. En apenas ocho años pasó de estar entrenando en su club de Madrid, a disputar unos Juegos en Pekín, con tan solo 19 años. Y allí la suerte le fue esquiva, ya que, el mismo día de su cumpleaños, y en plena remontada en la capital china, se le salió el hombro derecho en la competición.

Para no olvidarlo jamás, se tatuó sobre la cicatriz los aros olímpicos “para recordarlo diariamente y conseguir la motivación e inspiración necesarias”. La esgrimista cuenta que un día con 13 años dibujó un podio y ella se colocó en lo más alto. “Dicen que si te haces un panel mental de objetivos, esa meta se convierte en algo cada vez más alcanzable”. Esta vez no ha sido un oro lo que ha obtenido, pero sí subir al tercer escalón de unos Mundiales de esgrima en la modalidad de sable.

Nada ha sido fácil y tras no clasificarse para Río 2016 estuvo muy cerca de dejarlo por la poca ayuda recibida. Ella compite para ganar y llegó a irse a Budapest con Pepe Navarrete, fuera de su zona de confort. Su club, el Esgrima de Madrid, le permitió competir hasta que José Luis Álvarez Gil, su entrenador actual, la rescató de nuevo. “Todo ha sido una lucha constante, incluso tener que buscarme la vida y ser profesora de esgrima al no poder dedicarme al cien por cien al deporte como sí hacen en Italia o Rusia”. En Egipto llegó su premio. También un cuarto puesto por equipos, otra opción para París 2024. Una historia de adversidad constante en la que la suerte influye, pero hay que buscarla.

Araceli celebrando la medalla de bronce
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Araceli celebrando la medalla de bronce MOHAMED HOSSAMEFE

Unos Mundiales para la historia

Al hablar del bronce se le ilumina la cara. La satisfacción y emoción de haber conseguido un sueño, hacen de esta historia, algo mágico. “Solo recuerdo dar el último toque y no creérmelo. Tenía a mi compañera gritándome incluso yendo 14-5 arriba. Ese momento es algo indescriptible. Es el ver recompensado todo el trabajo de años”. Esa sonrisa al recordar también los logros obtenidos por sus compañeros, denotan el compañerismo y la pureza de la esgrima a nivel nacional. Un deporte con poca repercusión pero que está en grandísimas manos con representantes como Araceli Navarro.

Sore la competición, la atleta cuenta que “he estado muy tranquila y centrada en lo que tenía que hacer salvo con la coreana. Ese fue el asalto más complicado que tuve hasta llegar a las medallas”. Mientras que por equipos también se ha logrado un gran papel: “sabíamos que íbamos a estar ahí, el objetivo era ganar una medalla de cara a París y creo que también podemos aspirar a ella en los Juegos de 2024. En este Mundial hemos competido genial y lo que se puede pulir son cosas muy pequeñas”.

Finalmente, para la madrileña en España hay gran talento y ganas que, en ocasiones se vuelve en contra porque “damos más de lo que recibimos. Cada vez se va conociendo más nuestro deporte, como en estos Mundiales, que nos ha escrito mucha gente que ni conocíamos y que nos ha sorprendido que supieran tanto de esgrima. Poco a poco se va consiguiendo”. Con esto concluía una Araceli eufórica y exultante de felicidad que tomaba rumbo a Gandía para unas vacaciones más que merecidas.