Teresa Perales, en su vocación de ayuda, crea su propia Fundación
La nadadora y premio Princesa de Asturias de los Deportes afronta con ilusión este nuevo proyecto, del que ya tiene la denominación: llevará su nombre. El deporte será el eje principal.
Teresa Perales (Zaragoza, 46 años) soñaba de niña con ser médico e irse de misiones. Su vida tomó otros derroteros, pero nunca perdió esa vocación de ayuda. El deporte la ha llevado a lo más alto, se ha colgado 27 medallas en seis Juegos Paralímpicos y ha sido galardonada con el premio Princesa de Asturias de los Deportes, pero ahora trabaja en su Fundación. Su último gran reto, que además abraza lo social. “Aún está en pañales, tenemos el borrador de estatutos, de escrituras... aunque la denominación está concedida, Fundación Teresa Perales. Quería llamarla de otra manera, pero me aconsejaron este nombre. Así abre puertas”, explica a AS, inmersa en el proyecto Imbatibles de P&G, para dar visibilidad a los deportistas con discapacidad. “Somos Imbatibles, no porque no nos ganen nunca, sino porque pase lo que pase seguimos adelante”, reflexiona.
El deporte será el eje principal de su Fundación, que incidirá en dos aspectos. El primero: “La inteligencia emocional, centrándonos en la infancia y la adolescencia, con actividades como campus. Se trata de trabajar la gestión emocional para que nuestros jóvenes sepan enfrentarse a las vicisitudes de la vida”. El otro: “La inclusión. Las personas con discapacidad no pueden hacer deporte en todas las ciudades porque no en todas hay clubes de deporte adaptado. Quiero facilitar un mapa administrativo y llevar a cabo jornadas de sensibilización”.
Y es que Teresa no para. Su última acción solidaria fue ayudar a su amiga y rival Olena Akopyan a salir con su familia de Ucrania. Un reencuentro en Tokio, conversaciones de móvil, miles de kilómetros... Y, sobre todo, un final feliz. “Recuerdo su llegada y se me ponen los pelos de punta. A ella no le gusta nada conducir y se hizo miles de kilómetros sin parar. Vino con los dos críos y dos gatitos. Aquí tienen casa, comida, ropa... Todo lo que necesitan, pero saben que su padre sigue allí y son conscientes de que cualquier día pueden recibir una mala noticia. Es duro”, concluye la sirena, que es también el ángel de la guarda de esta familia.