Susana Rodríguez: “Si voy a Los Ángeles serán mis últimos Juegos”
La triatleta logró la triple corona (oro en Juegos, Mundial y Europeo) en un 2024 para enmarcar. “Estoy disfrutando más que nunca”, confiesa en AS una deportista que es inspiración y tiene su propia Barbie.
Ella es la reina. La triatleta de oro. La deportista paralímpica con más relevancia internacional, más si cabe después de protagonizar la portada de la revista Time y de inspirar una Barbie. Susana Rodríguez (Vigo, 4 de marzo de 1988) vivió un 2024 mágico, repleto de emociones y de medallas. Se colgó el oro en los Juegos de París y repitió color en el Europeo de Vichy y en el Mundial de Torremolinos, obteniendo así la triple corona en apenas mes y medio. Casi nada. La médico, que sufrió un burnout a la vuelta de Tokio 2020, ha aprendido a gestionar el éxito, a divertirse... y ambos aspectos determinarán su futuro. Su presencia o no en los próximos Juegos. Mientras tanto, en su presente, está también la Comisión de Coordinación Antidopaje. Ella no para. Susana es una pionera y una deportista incombustible.
—2024 habrá sido inolvidable por la triple corona...
—Estoy muy contenta y agradecida de que el trabajo haya dado sus frutos. Los días en que tenían que salir las cosas, salieron. Y eso no siempre pasa.
—¿Soñaba con estos tres oros?
—¡Qué va! Iba carrera a carrera. Antes de Torremolinos me hablaban de la triple corona, pero no era algo que me obsesionara. El año de Tokio la pude haber conseguido, porque tenía un dominio muy grande, y preferí descansar y no ir al Europeo para hacer el saque de honor en el Bernabéu contra el Villarreal. Renuncié por eso. Estoy muy contenta. A Torremolinos llegué un poco cansada y con la batería ya en la reserva.
—¿Sabe diferente cada oro?
—París era el gran objetivo de este año. Llegamos muy bien preparadas. Hicimos un trabajo excelente en verano y, sobre todo, viniendo del accidente que habíamos tenido en Vigo. No tuvimos ninguna lesión grave, pero el entrenamiento se vio alterado el primer mes. Estuve casi todo ese tiempo sin nadar. Nos costó volver al tándem. La carrera de París la preparamos con mucho detalle. La natación, para manejarnos con todo el tema de la corriente; la bici, con ese circuito tan técnico, los adoquines, el miedo en el cuerpo… Antes de la carrera fuimos un par de noches de madrugada a dar vueltas por el circuito, por la parte que estaba abierta. París fue muy especial. Son los Juegos y eso es lo más importante. El Campeonato de Europa me lo tomé como un disfrute. Tres semanas después volvimos a Francia, a Vichy y me encantó el lugar y el circuito. Era muy limpio, sin escalones, badenes, cosas raras... Físicamente no dejé de entrenar tras los Juegos y llegué bien. Quedaban otras tres semanas para Torremolinos y ahí se me hizo demasiado largo. Me apetecía acabar. Allí el circuito tenía algunas complicaciones, sobre todo en la primera transición, que era larga y con varios giros. La practicamos varias veces y la pudimos hacer bien. Lo que más ilusión me hizo de Torremolinos fue el relevo, porque no lo podemos hacer casi nunca. Teníamos un equipo muy bueno, era la última carrera de Jairo Ruiz y me hacía mucha ilusión poder correr con ellos. Al final conseguimos un bronce, que después de los Juegos es lo que más ilusión me hizo.
—¿Qué ha sido lo más duro?
—Llegar a Torremolinos y ver la primera transición. A mí me gusta mucho mi deporte y llevo mucho tiempo en él. Tengo la sensación de que, a veces, sin ninguna mala intención, el diseño de los circuitos no se hace pensando en la accesibilidad de las personas con discapacidad. Cuando me explicaron cómo era la pasarela, me enfadé un poco.
—¿Y ahora qué? ¿Cuál es el próximo reto?
—Lo primero, descansar y luego, empezar la temporada 2025. Lo bueno es que me vine de París con una lista de aspectos que son mejorables y eso es muy importante ahora mismo. Cuando llevas unos resultados muy buenos detrás, te tiene que motivar hacer cosas nuevas. Obviamente en el mismo deporte y con la misma meta final, pero que haya objetivos pequeños a mejorar de por medio.
—¿Qué aprendió de su burnout?
—Al venir de los Juegos me he centrado mucho en tener momentos para mí todos los días y no sólo estar para los eventos. Cuando volví de Tokio me costó gestionar todo eso y ahora estoy mucho más preparada para decidir dónde y cuándo voy a estar. Parece fácil, pero no lo es. Ese aprendizaje está siendo útil esta vez.
—¿Qué tal su vuelta al trabajo en el hospital?
—Muy bien. Me siento agradecida, porque este año he estado muy poco allí. He tenido todas las facilidades para preparar los Juegos como hay que hacerlo y he vuelto al día a día poco a poco. Los Juegos generan resaca a todos los niveles y es algo que hay que pasar. Al seguir compitiendo con el Europeo y el Mundial, muchas emociones y reflexiones que debía hacer han quedado aplazadas. Ahora es el momento de ponerse a ello.
—¿Cómo gestiona los éxitos?
—No es fácil y lo que más ayuda es el entorno, rodearte de la gente que siempre está. La familia y los amigos principalmente. Lo más importante es no perder el norte. Eso se me da bien. Ganar títulos es muy bonito, pero eso no significa que vaya a ser así siempre, ni que seas la mejor. Sólo que has sido la mejor en esas carreras. Hay que seguir trabajando, reestructurar metas… y ver los caminos que quieres seguir a todos los niveles.
—Uno de esos caminos nuevos es el de la Comisión de Coordinación Antidopaje…
—La lucha antidopaje es una parte muy importante del deporte y los deportistas debemos formar parte de ella de manera activa, luchando porque se cumplan todos nuestros derechos en la materia y velando para que se cumplan las sanciones. Tengo recorrido en el mundo del deporte y de la salud. Hace un par de años me saqué un título de experta universitaria de prevención del dopaje. Esta es una manera de sacarle rentabilidad a esa formación que hice porque me interesó. El día que deje mi carrera deportiva me gustaría seguir ligada al mundo del deporte desde alguna otra faceta y no me importaría que fuera en este terreno.
—Conserva la medalla que ganó con diez años. ¿Le recuerda quién es Susana?
—El deporte me ha dado grandes oportunidades, he conocido a muchas personas y lugares, me ha enseñado bastantes cosas… Esa medalla supuso abrir una puerta que para mi familia y para mí era desconocida. La medalla está un poco desteñida, pero en casa.
—¿Cómo se plantea la cita de Los Ángeles 2028?
—Ahora mismo lo que tengo claro es que este año voy a competir y voy a por todas. Estoy disfrutando mucho de esto, quizás más que nunca. Esta temporada me lo he pasado genial, me reí muchísimo con Sara (Pérez, su guía). Voy a seguir. Estoy en un momento en el que aún puedo pelear por las carreras. Mientras me vea competitiva y disfrute continuaré. Este no es un trabajo que pueda retomar una vez que lo deje. Es ahora. ¿Qué pasará dentro de cuatro años? Si ambas cosas se cumplen estaré en Los Ángeles y si alguna de ellas falla, pues probablemente no. Ahora mismo es más probable que esté a que no. También tengo claro que si voy a Los Ángeles serán mis últimos Juegos. Súper seguro. La evolución del paratriatlón no va a hacer posible que tengamos una carrera extremadamente larga. Las generaciones están continuamente renovándose. Ya ocurre en el deporte olímpico y si sucede en el paralímpico querrá decir que estaremos siguiendo una trayectoria similar a la de los deportistas sin discapacidad. La edad no quiere decir nada, pero debe haber un punto final en todo y me retiraré estando en lo alto.
—¿Qué tal la experiencia del Bernabéu?
—El Real Madrid es el mejor equipo del mundo. Era muy fan de Benzema, pero Modric también me cae muy bien. Es un jugador que está rindiendo a altísimo nivel y me hacía mucha ilusión que me acompañara él. La pena fue la lesión de Carvajal. Me dejó muy mal cuerpo.