Salvi Jiménez, nuevo campeón superpluma de la Unión Europea

La vida, dicen, premia al que sabe esperar. Eso pensará Salvi Jiménez, que casi un mes después de la fecha inicialmente prevista combatió finalmente por el cinturón superpluma de la Unión Europea. El vallisoletano cumplió su palabra y se lo abrochó; se impuso por decisión unánime a Alex Rat en un combate cerrado, en el que la táctica acabó penalizando al rumano. Las cartulinas decidieron la victoria por 115-113, 116-112 y un sonrojante 120-102, que provocó el enfado del visitante y de su esquina, que se marcharon del ring nada más conocer el veredicto de los jueces.

El enfado tiene cierto sentido, por lo menos con ese juez que ni tan siquiera le otorgó un asalto, puesto que la pelea para Salvi no fue ni mucho menos ese paseo. Rat, cuyo fondo físico se mostró envidiable, no dejó al local conectar series, a sabiendas del apodo que arrastra desde amateur: ‘El Ciclón’. Sin llegar a ser tal, intentó llevar la iniciativa y tocó pelo ya en los primeros rounds. Primero un volado de derechas, luego un par de cruzados de izquierdas... todo buscando meterse a la corta, de lo que rehuía el rumano, que salía con directos y como alma que lleva el diablo.

Su velocidad impedía que Salvi Jiménez encadenara golpes o series, por más que su mano fuera más pesada cuando lograba conectar bien. A cambio, las esquivas las acompañaba de algún conato que encontraba la reacción hostil, casi burlona a veces, del vallisoletano, que espoleaba continuamente a los más de 3.000 aficionados que se dieron cita en Huerta del Rey, otrora templo del balonmano español. No fue hasta el sexto cuando Alex Rat se clavó de pies, señuelo con el que buscaba impacientar a Salvi, que contaba con no pasar de esa distancia.

Por momentos, dio la impresión de que buscaba la mano que pusiera fin a todo, cuando las hostilidades, realmente, no habían llegado a ser tal, en un combate dominado en muchos compases por lo táctico. Como quiera que los mejores golpes eran suyos, pero no continuos, en la esquina invitaban al ‘Ciclón’ a buscar el cuerpo y mermar la capacidad aeróbica del rumano. Pero sucedió no pocas veces que, cuando entraba y quería pegar más de una vez, Rat ya no estaba allí, y cuando estaba, trababa el ritmo agarrándole o reclamando, como hizo en hasta tres ocasiones, que Salvi le había golpeado en la nuca, un reclamo por el que su esquina llegó a protestar al árbitro y a solicitar una penalización otras tantas veces.

Por osadía, desde luego, no iba a ser; el del barrio de Pajarillos iba siempre al frente, incluso cuando ello conllevaba ser frontal y recibir alguna, que alguna se llevó, fundamentalmente a través del directo. El crecimiento del rumano en la segunda parte del combate fue evidente, y su lectura, la correcta. Tenía que intentar impacientar y descentrar a su rival, buscar que lo de pelear en casa jugara en su contra. Con lo que no contaba (o realmente sí, pero era lo que tocaba) era con la fidelidad del público que arrastra el nuevo campeón, enaltecido desde antes incluso de su paso a profesionales como un referente para la etnia gitana de Valladolid.

En los tres últimos asaltos, Rat ganó en confianza y sacó más golpes, quién sabe si temiendo lo que se le venía encima. Seguía entero de pulmones, pero, además, aceptó un cuerpo a cuerpo que hasta entonces no se había producido. En estas, impactó en el rostro de Salvi en alguna ocasión, pero también recibió un par de voleas buenas, las últimas, en el duodécimo y último. Si había alguna balanza que decantar, esos golpes podían ser decisivos. Luego las cartulinas dijeron que no, al menos, las de dos de los jueces, que ya venían premiando la mayor valentía del ‘Ciclón’ y castigando lo efectista del foráneo.

El ‘modo huida’ que activaron el rumano y su esquina al conocer el veredicto, sobre todo de la cartulina que otorgaba los 12 asaltos a Salvi Jiménez, fue la constatación de que se creían ganadores desde un estilo de esos que no encandilan, pero que en ocasiones sí deciden títulos. Y es que lo cerrado de algunos asaltos invitaba a pensar, sin duda alguna, en un equilibrio mayor, incluso manteniendo como ganador final a un Salvi que se desquitó del ‘plantón’ de hace un mes recibido por parte del francés El Hadri y que continúa invicto después de 12 combates. En el horizonte sigue el sueño de ser campeón del mundo. Más cerca, su futura boda: con el cinturón ‘abrochado’, pidió matrimonio a su pareja de siempre y madre de sus tres hijos. Y cuando ella dijo sí, Alex Rat ya no estaba allí.

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