¿Qué fue de Kelme? La marca de la Séptima, Cacho, Conchita...
Con el fallecimiento de uno de sus impulsores, Diego Quiles, la marca de la garra ha vuelto a la palestra. Controlada por una compañía china, y con la moda ‘vintage’, ha revivido.


Hace pocos días falleció Diego Quiles, un hombre y un nombre asociado a una marca: Kelme. Una firma ‘ochentera’ que vivió la gloria, la caída y, ahora que lo vintage está de moda, una resurrección. El logo de la garra ha lucido en la pechera del Real Madrid, en su aguerrido equipo de ciclismo, en la falda de Conchita Martínez cuando alzaba el trofeo de Wimbledon, en la camiseta de Fermín Cacho corriendo hacia el oro olímpico de Barcelona 1992... una época de brillo para la compañía alicantina, que acabó apagándose.
Kelme nació en 1960 en Elche, como una firma de calzado, de la mano de Francisco y Vicente Cañizares Riquelme. Astutos, vieron que había mercado en los países del Este y fueron capaces de hacer los contactos necesarios para vender allí a través de París y con la argucia de contar con dos pasaportes. Su historia dice que tras el Telón de Acero fueron a parar más de 50.000 pares de zapatos suyos.
En la compañía comenzó a trabajar Diego Quiles, que junto a su hermano Pepe acabó comprando la empresa a los Riquelme en los años 70 del pasado siglo. La Q de Quelme se cambió por una K: visión de marketing fundamental para el crecimiento. Y ahí el deporte comenzó a ser la parte fundamental de su actividad con hasta tres fábricas. ‘Locos por el deporte’ fue uno de sus eslóganes.

En los años 80, los Quiles fundaron el equipo ciclista Kelme. Aunque acabara siendo tristemente famoso por la Operación Puerto contra el dopaje, por la que fue juzgado y absuelto de delito contra la salud pública su carismático director Vicente Belda, sobre la carretera hicieron gala de su garra. Roberto Heras (2000) y Aitor González (2002) ganaron La Vuelta de blanquiverdes. Fabio Parra (1988) y Fernando Escartín (1999) subieron al podio del Tour.
Todo marchaba sobre ruedas. Hasta llegar a equipar al equipo español en los Juegos de Barcelona. La foto de Fermín Cacho levantando los brazos en el 1.500 (con el logo de la marca en el pecho) es historia. Como las de Guardiola, Luis Enrique o Kiko proclamándose campeones olímpicos en un encendido Camp Nou.

Diego Quiles, que fue presidente del Elche, logró entrar en el fútbol y, nada más y nada menos, equipar al Real Madrid que logró la Séptima en Ámsterdam (1998) con Mijatovic, Hierro, Raúl, Redondo o Sanchís. Una elástica blanca que se ha convertido en icónica, y en deseo de coleccionistas. Luego vendrían otros equipos como el Hércules (rival del Elche, en una decisión que levantó ampollas), Levante, Villarreal... Las botas de fútbol de Kelme también eran un pelotazo.
Entre tanto, una figura del basket como Jordi Villacampa llegó a tener su propia línea de zapatillas, al estilo Air Jordan, y Conchita Martínez levantó el trofeo de Wimbledon en 1994 frente a Martina Navratilova vestida de arriba a abajo con la marca de la garra.

Pero después llegó la cuesta abajo. Las inversiones en países del Este para lograr una producción más barata no funcionaron, la Generalitat Valenciana intervino para evitar una quiebra y se creó una nueva sociedad (New Millennium Sports) controlada por un fondo de capital gestionado por Riva y García. Hasta que, en 2012, China se convirtió en tabla de salvación cuando el fabricante Jinjiang Yuanxiang Garments WeavingCo se hizo con el 80% del capital.

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Ahora, el Espanyol luce Kelme, que diseñó una camiseta especial por el 125 aniversario de los pericos, el Watford británico utilizó durante un mes el logo en una equipación especial inspirada en Elton John y ha vuelto a los escaparates de moda con zapatillas, asociado a Lefties, del grupo Inditex. Una segunda vida para Kelme, la mítica garra de los ochenta que ha revivido en el siglo XXI.
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