Lochte, “el más odiado del mundo”, subasta tres oros olímpicos
El segundo nadador más laureado de la historia se ha divorciado, tiene deudas pasmosas, ha reconocido el abuso de alcohol y otras drogas y acaba de anunciar sus memorias.


Con 12 medallas olímpicas, sigue siendo el segundo nadador masculino, tras un Michael Phelps al que también llegó a batir -en aquel 200 libre de los Mundiales de Shanghái 2011- más laureado de la historia. Pero poco a poco las va perdiendo, en el sentido más literal. Si en 2022 ya subastó sus tres platas y tres bronces con fines benéficos, ahora Ryan Lochte ha puesto en licitación tres de sus seis oros: los correspondientes al relevo 4x200 libre de los Juegos de Atenas 2004, Pekín 2008 y Rio 2016, no así el de Londres 2012. Pero las causas se antojan menos entrañables que tres años atrás.
Inmerso en escándalos como el asalto que se inventó en Rio para justificar los destrozos que infligió en una gasolinera, y tras atravesar por delicados momentos personales como su depresión tras la retirada o un alcoholismo que él mismo reconoció el pasado septiembre (dijo que llevaba 54 días sobrio después de haber pasado por una clínica), todo se ha desencadenado en los últimos días. En primer lugar, anunciaba el exnadador estadounidense la próxima publicación de sus memorias. Y poco después se conocía esta subasta. Entretanto, el divorcio en junio de la madre de sus tres hijos, la exmodelo de Playboy Kayla Reid, y todas sus derivadas que le han empujado a tomar tal decisión.

No en vano, Reid le reclamó la custodia y le acusó de abuso de sustancias antes de que él mismo lo asumiera. Y en estos últimos meses se denunciaban en los medios norteamericanos las deudas de la expareja. Por un lado, impagos relacionados por su casa de Florida que ascendían a 660.000 dólares. Por otro, 270.000 dólares en servicios médicos, impuestos y prestamistas.
No es de extrañar que, en la publicación en redes sociales en que presentaba sus próximas memorias, explicara Lochte su proceso de ser un joven “que apenas había besado a una chica” a convertirse “en uno de los solteros más codiciados del mundo”. Y posteriormente, tras el escándalo de Rio, “estaba en la cima del mundo. Y en un instante, me convertí en la persona más odiada del mundo”.
Depresión, alcohol, drogas...
“No podía creer en qué se había convertido mi vida. De verdad que no podía. Estaba deprimido hasta la médula, recurriendo al alcohol, las drogas y a dormir. Cada día, me despertaba siendo menospreciado y recordando mis constantes fracasos, día tras día, hasta que finalmente me echaron de casa”, zanja el deportista, que también en las últimas horas ha expresado su particular punto de vista sobre lo que le ha llevado a subastar esos tres oros.

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“Mis medallas olímpicas representan recuerdos que llevaré toda la vida, pero ahora quiero que hagan más que permanecer en un estante”, asegura. Y culmina: “Las comparto para que inspiren y empoderen a otros. Si estas medallas pueden dar esperanza a alguien, impulsar sus sueños o ayudarle a alcanzar su máximo potencial, esta es la mejor manera de contribuir a ello”.
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