La recuperación de Niko Shera: dos sesiones diarias, 102 kg...
El judoca español habla con AS sobre su rutina tras romperse el ligamento cruzado, en diciembre. “Sin competiciones, aprovecho los findes”, dice.
Niko Sherazadishvili (Georgia, 27 años) responde tranquilo, sin pensarse excesivamente las respuestas y con seguridad. “Mentalmente, estoy bastante bien”, ratifica. A finales de diciembre, el judoca español, bicampeón mundial en -90 kilos, se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. No está agobiado por los plazos de la recuperación. Tras la decepción en los Juegos Olímpicos de Tokio (su objetivo eran las medallas y cayó en la repesca para optar al bronce), aún no piensa en París. No se agobia. Todavía no toca. “Cuando me meta al 100%, será pensar 24 horas en ello. Ahora, me centro en la recuperación, que es lo más importante. El resto, ya llegará”, reflexiona.
El cruzado necesita sus tiempos. “El tendón requiere de seis a nueve meses para cicatrizar y se tiene que respetar”, detalla. Dadas la circunstancias, se centra en desconectar. “Igual hasta me viene bien recargar las pilas. Lo intento aprovechar y enfocar de esa manera, de forma positiva”, asegura. Con menos agenda, disfruta de las pequeñas cosas. Va al cine y pasa más tiempos con familiares y amigos. “Aunque mantenga mi rutina, tengo más tiempo. Intento aprovechar los fines de semana porque no tengo competiciones y, por lo tanto, tampoco viajo”, explica. El Masters de Jerusalén, en el que se lesionó, fue su último torneo. Pocos días después, el 3 de enero, anunció en sus redes sociales que la operación había ido “muy bien”.
Su nuevo día a día no ha cambiado tanto. Sigue realizando dos sesiones diarias de entrenamientos, aunque sin tocar el tatami. Por la mañana, realiza ejercicios de readaptación, con especial atención a los giros, el movimiento más peligroso para la rodilla; por la tarde, se machaca el tren superior y termina con un poco de cardio. “Esa es mi rutina de lunes a viernes. El sábado, hago una sesión más. Hago todo eso, pero me falta el judo, que es lo más importante”, dice. Pese a no agobiarse y llevar la recuperación con serenidad, tiene más ganas “cada día que pasa”. “Empiezo a echar de menos la competición”, admite. No se pone plazos para volver, ya que “depende de la rodilla, fisios y médicos”, pero sitúa el dedo entre agosto y septiembre.
Más peso, una necesidad
La lesión pilló a Niko en un momento clave de su carrera. Tras los Juegos de Tokio, decidió cambiar de peso. De -90 kg a -100 kg. Mantenerse en la primera categoría no se ajustaba a su cuerpo; en la nueva, necesitaba adaptarse. Le costó de primeras, con derrotas tempraneras en sus torneos como novato, pero estaba por el buen camino: el año pasado, fue bronce europeo y consiguió tres medallas en Grand Slams. El parón supone un cambio importante en su proceso particular, con muchas cosas negativas, pero también lo ha sabido reconducir para sacarle provecho. “Compitiendo, sudaba tanto que coger volumen era complicado. Estar parado me ha ayudado a coger peso. Ahora, estoy pesando 102 kilos e intentaré subir más”, desgrana. Se está cociendo un nuevo Shera. Más grande (en las distancias cortas, impresiona), pero con la misma mentalidad. Y sus pensamientos son dorados.