La ‘happy hour’ de los Países Bajos
Entre Steenbergen y Schouten sumaron dos oros y sendos récords nacionales neerlandeses, en detrimento de una Kate Douglass que sí pudo añadir una plata a sus maratonianos Mundiales.
No pudo ser más vertiginoso el arranque de la jornada vespertina del viernes en la natación en línea de los Mundiales de Doha, con una final de los 100 metros libre femeninos que parecían llevar estampados el nombre de Siobhan Haughey, quien había sido plata en Fukuoka (y bronce en 100 braza en estos Mundiales), máxime cuando se puso a controlar con claridad en el primer tramo, llegando primera a los 50 con 24.87.
Pero tras el viraje dio un golpe de timón Marrit Steenbergen para convertir su bronce de los pasados Mundiales en un oro –el segundo que obtiene en este campeonato, tras el del 4x100 femenino– y, de paso, en un nuevo récord de los Países Bajos, con 52.26. Y también en el primer título mundial para su país desde Inge de Brujin en Fukuoka 2001.
Se tuvo que conformar Haughey con una nueva plata y Shayna Jack se colgó el bronce, en una final, la tercera de la semana y la primera de la tarde para la estadounidense, en que Kate Douglass se quedaba a los pies del podio, cuarta.
Otra pesadilla para Douglass
La segunda prueba llegó apenas media hora después. Y está claro que Douglass soñará, o seguramente tendrá pesadillas, con las nadadoras neerlandesas, pues en la final de los 200 braza su verdugo fue Tes Schouten, bronce en Fukuoka, quien desde el principio tomó la iniciativa, a los 100 llevaba ritmo de récord del mundo y terminó con un tiempazo de 2:19.81, consiguiendo el segundo récord de los Países Bajos en la sesión vespertina.
La había intentado seguir Douglass, que no en vano terminó segunda, colgándose una plata que añadir a sus oros en 200 estilos y 4x100 estilos mixtos en estos Mundiales, pero no tuvo suficiente fuelle para alcanzarla. A otro ritmo, sin ninguna otra opción que el bronce que finalmente se adjudicó, nadó la canadiense Sydney Pickrem.
Indomable McEvoy
Quien igualmente ha llegado en un estado de gracia a estos Mundiales, igual que había hecho en los anteriores, es un Cameron McEvoy que salvo calambre o cualquier hecho anormal revalidará su título en los 50 libre. Arrasó en las series matinales (21.13) y volvió a hacerlo por la tarde en las semifinales, 21.23, sin que nadie aspirara siquiera a toserle desde la mismísima salida de la rápida prueba.
De nada valió que el ucraniano Vladyslav Bukhov batiera por segunda vez en un día su marca personal, que ahora deja en 21.38, pues el australiano es de otro planeta. Tercero se metió en la final el británico Benjamin Proud, vigente bronce, mientras que el estadounidense Michael Andrew entró por los pelos.
Sjostrom, imperturbable
Al estilo de McEvoy, sin rival ninguno, se volvió a mostrar Sarah Sjostrom, quien ya había arrasado por la mañana en las series de los 50 mariposa y que volvió a imponerse en las semifinales, aunque con un tiempo algo más alto, 25.08, con Melanie Henique y Farida Osman siguiéndola, lo cual es un decir.
Las remontadas de Dong y China
Zhihao Dong, con un impresionante ultimo largo en que fue avanzando desde la sexta posición, se llevó con 2:07.94 el oro en los 200 braza, seguido de Caspar Corbeau y de un Nic Fink que suma su tercera medalla en la especialidad dentro de estos Mundiales, tras el oro en 100 braza y el bronce en 50 braza.
Y en la última final del viernes se constató que a China le van las remontadas, puesto que para proclamarse campeona de los relevos 4x200 libre masculinos tuvo que sudar tinta.
Comenzaron muy destacados Luke Hobson y Carlson Foster para los Estados Unidos, y en la tercera posta ya metió presión el plusmarquista de los 100 libre, Pan Zhanle, quien acosó a Hunter Armstrong. Aunque fue en los últimos 200 metros cuando Zhanshuo Zhang avanzó definitivamente a David Johnston, rebasado igualmente por Sunwoo Hwang. De modo que el oro fue para China, la plata para Corea del Sur y el bronce, para los estadounidenses.