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Tres generaciones confluyeron en el momento y lugar exactos para lograr un título olímpico que las Guerreras del Agua acariciaban desde Londres 2012, con dos platas previas, el oro mundial y europeo… De Ester, Maica, Espar y Peña a Leitón o Terré, y un histórico Oca.

Sábado 10 de agosto de 2024, minutos antes de las 15:30. Nanterre, a las afueras de París. Entrañas de La Défense Arena, un campo de rugby y sala de conciertos, también el recinto deportivo cubierto más grande de Europa, reconvertido temporalmente en piscina. El templo de Léon Marchand. Y, muy pronto, del grupo de personas que ha buscado con más empeño y durante más tiempo el oro olímpico. Se oye, con una fuerza que retumba entre los más de 15.000 espectadores, un grito de guerra; nunca mejor dicho:

-¿Quiénes somos?

España!

-¿Qué somos?

Guerreras!

-¿Y qué vamos a hacer?

Ganar, ganar y ganar!

Las Guerreras del Agua, el apelativo surgido cuando Miki Oca recién asumido el cargo de seleccionador en 2010 les propuso crear una consigna previa a los partidos, estaban a punto de convertirse en las Guerreras del Oro. Era el día, el momento. Una conjunción de astros, no solo poética sino real: de estrellas, de generaciones unidas en un ahora o nunca. Ya habían sido campeonas del mundo en 2013, de Europa en 2014, 2020 y 2022. Y aglutinaban dos platas en los tres Juegos en que habían concurrido, Londres 2012 y Tokio 2020. Pero a ese “ganar, ganar y ganar” le faltaba la guinda del pastel. El título más grande. Ese 10 de agosto, la Selección española femenina de waterpolo se proclamó campeona olímpica.

Bea Ortiz lucha por la pelota con Tara Prentice en el España-Estados Unidos.
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Bea Ortiz lucha por la pelota con Tara Prentice en el España-Estados Unidos.XU ZIJIANPool via REUTERS

Ni en Hollywood hubieran diseñado un guion igual. Entre otras cosas, porque a las primeras de cambio cayeron los todopoderosos Estados Unidos, tres oros seguidos y bestia negra histórica de las españolas. En la fase de grupos, aún en el Centro Acuático de Saint Denis donde la natación artística de Mayuko Fujiki se haría con un bronce, un póquer de Bea Ortiz a la mítica Ashleigh Johnson derribó ese muro, con un 13-11 mucho más que simbólico. “Estos años atrás, la diferencia entre ellas y nosotras era nuestra mentalidad”, resaltó la goleadora, quien apostilló: “Lo veíamos viendo desde hacía mucho tiempo. Hemos hecho una buena preparación física pero también mental”.

En efecto, con una solidez y dominios abrumadores, España se plantó en semifinales con un pleno de victorias, entre ellas ante Grecia (10-8) e Italia (13-11). “Este año ha sido especial, diferente, desde el primer día pusimos mucho esfuerzo”, apuntó Anni Espar, quien destacó la “increíble comunicación del día a día, el plus que dio el equipo con la concentración en Sierra Nevada”, así como las figuras clave de un analista de vídeo y, sobre todo, de un ‘coach’ mental contratado para la ocasión. “Nos ha ayudado a saber hablarnos y a mirar por nosotras y por el equipo. Lo hemos tenido muy presente para poder llegar hasta aquí”, ratificó Pili Peña.

“Este año ha sido especial, diferente desde el primer día”

Anni Espar

Esa fortaleza psicológica se redobló en el pase a la final. 14-14 terminaron los 32 minutos de juego ante Países Bajos, otro ogro en los últimos tiempos, tanto en los Mundiales de 2023 como en el Europeo de enero. Y en la tanda de penaltis, compartida en la portería por Martina Terré y Laura Ester, permanecieron las Guerreras imperturbables. Y Maica García anotó el definitivo 19-18. La medalla quedaba asegurada, también el viaje a París de multitud de familiares, parejas, amigos de las jugadoras para la final.

El grito de Martina Terré en la tanda de penaltis de la semifinal ante Países Bajos.
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El grito de Martina Terré en la tanda de penaltis de la semifinal ante Países Bajos.Ueslei MarcelinoREUTERS

“Antes de la final, todos los pensamientos eran positivos y constructivos. En realidad, había dos porterías, una piscina y no teníamos que hacer nada que no hubiéramos hecho antes, en cualquier partido”, sintetizó Peña, la más veterana de la Selección, a la que han puesto una calle a su nombre en su Alcorcón natal.

Esa tremenda autoconfianza, unida lógicamente al talento y la capacidad de esfuerzo del equipo, condujo a una final incluso menos taquicárdica de lo esperado, ante Australia, campeona en Sidney 2000 y que sorprendentemente había apeado a las estadounidenses en semifinales. Un 11-9 mágico, hermoso, pletórico, en que Bea Ortiz volvió a mostrar el camino y Maica, a rubricarlo con el tanto que daba la tranquilidad a 1:49 para el final. “Llevaba mucho tiempo visualizando este oro”, había admitido la boya en AS. Y con 15 paradas de una inmensa Terré. “Martina es luz”, zanjó Paula Leitón en declaraciones a este periódico.

La liberación de Maica García tras anotar el gol que aseguraba el oro, frente a Australia.
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La liberación de Maica García tras anotar el gol que aseguraba el oro, frente a Australia.ANDREAS SOLAROAFP

“Me siento una privilegiada por haber vivido esto y, a la vez, orgullosa de haber llegado hasta aquí y poder decir que lo hemos ganado todo. Lo que me faltaba era el oro olímpico. Esto es tocar el cielo”, sentenció Maica, una de las representantes de la generación que ya consideraba todo un sueño clasificarse para unos Juegos, y que ha vivido las cuatro participaciones de España, junto a Ester, Espar y Peña. A ellas se añadieron Ortiz, Leitón y Judith Forca en Rio, una jovencísima Elena Ruiz (16 años) en Tokio, y Terré, Paula Crespí, Paula Camus, Nona Pérez e Isa Piralkova para saborear el oro en París.

“Tenemos España para rato”

Paula Leitón

Y siempre, desde 2010, un Oca doblemente histórico. Porque este primer oro del waterpolo femenino se une al que se colgó como jugador con el combinado masculino en Atlanta 1996. “De ese ni me acuerdo”, se restaba importancia tras conseguir éste como seleccionador, y tras convertirse en el único español con dos títulos olímpicos en deportes de equipo. Los mismos que Saúl Craviotto, Gervasio Deferr, Theresa Zabell o Rafa Nadal. Impresionante.

Las jugadoras de España suben de un salto al podio de La Défense Arena para recoger su ansiado oro olímpico.
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Las jugadoras de España suben de un salto al podio de La Défense Arena para recoger su ansiado oro olímpico.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

La conjunción de estrellas en pos del peldaño más alto de unos Juegos que ni la fiebre del oro en el lejano oeste es una culminación, sin duda, para una Selección que ya ha obtenido la insignia de oro y brillantes de la Real Federación Española de Natación y el acceso al Salón de la Fama. Pero también un punto seguido. “Tenemos España para rato, hay futuro. Van a pasar cosas grandes y muy bonitas”, vaticinó Leitón en este diario. De hecho, cuando La Défense Arena guarda silencio, aún se puede escuchar sutilmente, como un eco lejano, aquel grito coral de las Guerreras del Agua: “¿Qué somos?....”.

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