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JUEGOS PARALÍMPICOS

El marine que perdió una pierna en Irak y que apunta a los Juegos

Bobby Body, haltera paralímpico que ganó dos medallas mundiales este año, tiene el objetivo de competir en París 2024. Vivió ocho años en un orfanato.

El marine que perdió una pierna en Irak y que apunta a los Juegos
Instagram (artworld1974)

Pese a todo, Bobby Body mira al presente y sonríe. “Me río de la adversidad, de que la gente estaba equivocada”, dice en declaraciones recogidas por Disabled American Veterans (DAV), la asociación para militares discapacitados de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Ahora, vive en una casa al norte de Míchigan. “Finalmente, lo consiguió. Es suya. A los 49 años, algo lleva su nombre”, celebra su esposa, Erin, en la ESPN. Forrest Griffin, Hall of Famer de la UFC, llamó a Alex Karalexis, director ejecutivo de la fundación Jared Allen (exjugador de la NFL) Homes for Wounded Warriors, para hacerlo posible. Y la historia de Bobby cobró sentido. Antes, el estadounidense sufrió el abandono de su madre, la encarcelación de su padre, ocho años de orfanato y una explosión que supuso la amputación de su pierna izquierda. Ahora, tiene la intención de participar en los Juegos Paralímpicos de París 2024.

Un pequeño paseo por su Instagram desenmascara su ambición. En los Mundiales paralímpicos de halterofilia, celebrados este verano en Dubai, logró dos medallas de plata, pero no se quedó satisfecho. “No he terminado como quería. No he obtenido los números que quería, pero me voy con dos segundos puestos y sigo en el camino hacia París 2024. Todavía queda un año. Tiempo de relajarse”, escribió tras su participación.

Bobby Body, durante los Mundiales de Dubái de este verano.
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Bobby Body, durante los Mundiales de Dubái de este verano.

El camino de Bobby hasta París empieza en la VFW National Home, un orfanato en Eaton Rapids, un pueblo de poco más de 5.000 habitantes al sur de Míchigan, destinado a acoger a hijos de militares. Cuando Bobby tenía cinco años, su madre abandonó la familia. Cuando tenía diez, su padre, que había pertenecido al ejército, fue encarcelado. Creció limpiando pocilgas y ayudando a criar cerdos y ovejas. Ya mostraba su gusto por el deporte. Y estudió. Tras ocho años en el orfanato, cursó derecho penal en la Ferris State University, donde jugó al rugby y empezó a sentirse atraído por el ejército.

“No tenía estructura en mi vida ni disciplina. Terminé la universidad y no quería ir a ningún tipo de academia de policía ni nada por el estilo”, recuerda en la ESPN. A los 22 años, se unió a la Marina de los Estados Unidos, pero una lesión en la rodilla derecha le apartó de su primera experiencia militar. La segunda empezó después del 11-S. Entonces, trabajaba en una empresa de seguridad, pero no podía quedarse “sin hacer nada”. Tenía 30 años. “Intenté volver a la Marina y no me dejaron debido a mi lesión, pero un reclutador de las Fuerzas Armadas escuchó una de mis conversaciones telefónicas y me permitió incorporarme”, explica sobre su regreso a las fuerzas estadounidenses.

De Irak a París

El destino de Bobby fue Habbaniyah, en el centro del Irak. Llegó en 2005. Entre sus funciones, participó en misiones de limpieza de explosivos, trabajó como francotirador de seguridad o hizo de conductor de tanques (modelo M1A1 Abrams, exactamente). Su vida dio el enésimo vuelco en febrero de 2006, cuando un artefacto explosivo improvisado estalló cerca del Humvee (vehículo militar) en el que viajaba. Sufrió lesiones graves en la parte izquierda de su cuerpo, además de un severo estrés postraumático. En total, se sometió a 21 operaciones para intentar reparar su brazo y su pierna. Mientras el tronco superior mejoraba, el inferior empeoraba. Hasta 2013, cuando optó por la amputación. Le ofrecieron mantener su pierna introduciendo una varilla de aluminio, pero rechazó la alternativa. Hacerlo suponía no poder doblar la pierna nunca más. Y Bobby no quería limitaciones.

Bobby Body, antes de realizar un levantamiento.
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Bobby Body, antes de realizar un levantamiento. Instagram (artworld1974)

Una semana después de ser dado de alta, empezó a ayudar a otros compañeros que habían sufrido estrés postraumático o amputaciones. “Les digo que el poder está en la mente”, dice Bobbby en Disabled American Veterans. Al mismo tiempo, descubrió la halterofilia en el gimnasio en el que realizaba su rehabilitación. A los pocos días, estaba compitiendo con los atletas locales. En 2015, participó en sus primeros Nacionales, logrando la victoria y la clasificación para los Mundiales compitiendo contra deportistas sin discapacidad. “Nos sorprendió lo humilde que era y cómo utilizaba su participación para crear conciencia sobre las necesidades de los veteranos de guerra”, agradece Rolly Lee, tesorero de la mencionada asociación. Ahora, el objetivo de Bobby es crear conciencia en París.

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