El deporte también muere
Los palestinos Mohammed Dwedar, Mariam Bsharat y Valerie Tarazi hablan con AS tras dos años de masacre en Gaza. Según su comité, han perdido la vida más de mil deportistas de su país.


Desde el avión, en un vuelo de China a Jordania, Mohammed Dwedar escuchó “el ruido” del horror. “Lo que ha pasado desde el 7 de octubre de 2023 es muy difícil para todo el mundo”, dice el atleta palestino, olímpico en París 2024 y mundialista hace unas semanas en Tokio. Hace justamente dos años, Hamás y otros grupos armados de la Franja de Gaza iniciaban un ataque sorpresa contra Israel. Según el Ministerio de Salud israelí, al menos 1.200 personas perdieron la vida. La respuesta no se hizo esperar. Horas después, miles de bombas empezaban a caer sobre la Franja y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaraba oficialmente la guerra. “Hay que borrar Gaza de la faz de la tierra”, llegó a decir su vicepresidente, Nissim Vaturi. Desde entonces, en lo que la ONU califica como “genocidio”, más de 65.000 palestinos han muerto en Gaza, según datos de su Ministerio de Salud.
Entre los números, casi siempre desprovistos de humanidad, hay muchos seres queridos de Dwedar. “En los últimos dos años, varios amigos han perdido la vida en Palestina. Mi equipo murió. Entre ellos, el atleta Wasim Abu Deeb, el entrenador de la selección nacional de atletismo, Bilal Abu Sam’an, o Majed Abu Marahil, el primer palestino en mostrar nuestra bandera en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996”, repasa con una entereza que impresiona. La lista es trágicamente larga. El 24 de septiembre, el Comité Olímpico Palestino emitió un comunicado en el que informaba de más de 1.000 deportistas muertos. “Miles más están heridos, mutilados o discapacitados. Cientos languidecen en la oscuridad de las cárceles. Y decenas de miles están desplazados, sin refugio. Nuestros estadios, nuestras instalaciones, nuestros sueños... todo ha quedado reducido a polvo”, añadía el texto, firmado por el presidente del organismo, Jibril Rajoub.

Para los Mundiales de atletismo, en los que completó el 800 en 1:53.63, Dwedar se preparó corriendo por las calles de su ciudad, Jericó. “En Palestina, no hay ninguna pista de atletismo. Sólo pude entrenar en pista los últimos dos meses, que viajé a Alemania. Cuando corro en pista, mejoro muy rápido. Hace tres meses, corría en 1:58”, expone el atleta. Además del drama humano, está el material. Según el Consejo Supremo de la Juventud y el Deporte de Gaza, desde 2023, las pérdidas infraestructurales relacionadas con el deporte superan los veinte millones de dólares como resultado de la destrucción de estadios e instalaciones. “Vivo con miedo constante. Casi no puedo entrenar, prácticamente no puedo hacer nada. Cuando entreno, es muy peligroso. No pienso en el futuro, sólo pienso en el día de mañana, porque puede que no vuelva a despertar. No puedo pensar en nada más allá de eso”, resume Mohammed.
“Casi no puedo entrenar. No pienso en el futuro, porque puede que no vuelva a despertar.
Mohammed Dwedar, sobre su día a día en Jericó
De Palestina a campeona del mundo
Hasta ahora, con 16 años, Mariam Bsharat sólo había conocido un tipo de vida. “Lo normalizaba todo”, dice. El 7 de octubre de 2023, el conflicto entre Palestina e Israel escaló como nunca antes, pero existe desde hace décadas. “Siempre he sentido que no podíamos decir nada, que siempre debíamos estar callados. Las noticias en Palestina siempre han sido para avisarnos de que vienen soldados, de que tenemos que encerrarnos en casa...”, recuerda la karateca, que consiguió algo único. El año pasado, en categoría júnior, se convirtió en la primera campeona del mundo palestina de su deporte. “Mi familia siempre ha estado ligada al kárate. Siempre quise ser reconocida, pero no solamente para mí, también para Palestina. Fue un gran sueño para todo el país. Ganar el oro fue muy grande, pero también que sonara el himno de Palestina delante de todo el mundo”, recuerda.
Desde hace dos meses, Bsharat vive en Alemania, el país de su madre. Cuando consiguió el oro mundial, sin embargo, vivía y entrenaba en Nablus, ciudad palestina al norte de Cisjordania. Su padre, también entrenador, tenía una sala de kárate “con todo lo que necesitaba”, pero su progresión estaba muy limitada. “Era muy difícil moverme. Incluso, entrenar con otras compañeras. No me podía mover entre las ciudades (por los controles israelíes) y era un gran obstáculo para progresar. Mientras estaba en Palestina, sólo iba a competir a los grandes campeonatos. Para salir del país, tenía que pasar muchos controles y era mucho esfuerzo”, explica. Mantuvo el nivel gracias a realizar concentraciones en Jordania, la frontera más fácil de cruzar (ahora, también está bloqueada), y a entrenar con su tío y su hermano, también karateca de nivel.
Ellos se han quedado en Palestina. Y Mariam sufre desde la distancia. “Aún tengo mucha familia allí. Toda la familia de mi padre. Mis tíos todavía están allí. Es muy difícil para ellos. Y cuanto más tiempo pasa, más dificultades tienen. Gracias a Dios, están bien. Me duele mucho lo que está sucediendo”, explica con preocupación. A su corta edad, ya conoce el horror como pocos. “Lo que está pasando es brutal. El cerebro humano no puede ni imaginar lo que ha pasado en estos dos años en Palestina. Yo he estado en Gaza, he estado en ese control y pasamos cuatro horas solamente siendo registrados”, describe sobre una zona que el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, definió como “el infierno en la tierra”. Según sus datos, más de 1,9 millones de personas (el 90% de la población) han sido desplazadas de sus hogares. En un bloqueo constante de abastecimientos, el 28,5 % de la ciudad se encuentra en hambruna. Según Save the Children, más de 20.000 de los muertos serían niños.
“¿Cuánta tragedia más es necesaria?”
Tras pedir una reacción al Comité Olímpico Internacional (COI) a través de su comunicado (“es una flagrante violación del derecho internacional y de nuestra propia Carta Olímpica”, decía en referencia a Israel), la semana pasada, la presidenta del máximo organismo olímpico, Kirsty Coventry, se reunió con el presidente del comité palestino, Jibril Rajoub. En el encuentro, también estuvo presente Valerie Tarazi, abanderada de Palestina en los Juegos de París. La nadadora es nacida y vive en Chicago (Illinois), pero desciende de una de las familias palestinas cristianas más antiguas en la Franja de Gaza, donde aún tiene casa y amigos. Tras la reunión con el COI celebrada en la Casa Olímpica de Lausana (Suiza), habla con AS.
Pregunta. ¿Cómo recuerda el 7 de octubre de 2023?
Respuesta. Era fin de semana. Recuerdo que, cuando me desperté, tenía un montón de mensajes de texto de Yazan Al-Bawwab, el otro nadador olímpico de Palestina. Me decía: “Val, llámame! ¿Has visto las noticias?”. Yo no había visto nada y le llamé. “Esto es realmente malo. No lo vas a entender. Mis padres no han visto algo así de malo en toda su vida”, me dijo. “Oh, Dios mío. Eso es realmente malo”, pensé. Y me puse a mirar las noticias. Al estar en Estados Unidos, me enteré unas horas más tarde, pero así lo recuerdo.
Pocos días antes, había participado en los Juegos Asiáticos. En un post de Instagram, escribió que allí hizo amigos de Gaza que jamás volverá a ver. Suena muy duro.
Sí. Los Juegos Asiáticos eran muy especiales para mí. Era la primera vez que iba a conocer a deportistas de Gaza. Quería conocerles, saber cómo era la vida allí, qué estaba pasando, porque mi familia es de Gaza y todavía tengo casa allí. Yo estuve en Cisjordania en agosto de 2023. Como ciudadana de Estados Unidos, siempre me habían dicho que no podíamos ir a Palestina, pero descubrí que no era verdad. En ese viaje, conocí gente que me dijo que podíamos ir a Gaza con seguridad. Mi familia tenía un viaje preparado para ir a Gaza en diciembre de 2023. Obviamente, no llegó a producirse. La última vez que mi padre estuvo allí tenía 10 años, así que tenía muchas preguntas para los deportistas de gazatíes. Conocí a varios e hice muy buenos amigos. El que siempre me viene a la mente es un jugador de vóley-playa. Días después, estaba sentada en clase, me llamó nuestro director técnico y me dijo que había muerto por una bomba. Fue un día horrible. No podía parar de llorar. Ese día, mi entrenador me dijo que debía entrenar duro por mi país y mis amigos. Eso es lo que estoy haciendo. Tengo otro amigo que, ahora mismo, está en el norte de Gaza, que no es el mejor lugar en el que estar.
“En los Juegos Asiáticos de 2023, me hice muy amiga de un jugador de vóley de Gaza. Días después, me llamaron para decirme que había muerto por una bomba”
Valerie Tarazi, sobre los días posteriores al 7 de Octubre
Con todo lo que está pasando allí y viviendo en Estados Unidos, ¿qué siente al ver las noticias cada día?
Para ser honesta, ver las noticias en Estados Unidos me enfada mucho. Intento no verlas. Aquí, suele ser desinformación, información falsa o que no es completamente correcta. Prefiero informarme por las redes sociales, pero casi siempre tengo que parar. Todo lo que veo me enfada, me genera muchos sentimientos malos y no los puedo controlar. La manera en la que lucho por nuestro país es a través del deporte, usando mi voz y advirtiendo de todo ello. Es lo que puedo hacer.
Un año después, fue a los Juegos Olímpicos de París y fue la abanderada de Palestina. ¿Qué supuso para usted? ¿Qué sintió al tener esa responsabilidad?
Hay dos días en mi vida que son muy importantes en los dos últimos años. El primero fue el día en el que fui abanderada de Palestina en París. Probablemente, es la mejor cosa que he hecho. El mayor honor que haya podido tener. Durante los Juegos, la gente mira y se preocupa, parece que el mundo está unido. Tengo mi imagen con la bandera de Palestina en el barco de la ceremonia inaugural como fondo de pantalla en mi móvil (la imagen que acompaña esta pregunta).

El otro día fue en febrero de este año. Estaba en Doha para un evento de la UNESCO y fuimos a un campamento de refugiados para niños palestinos. Están instalados en las viviendas que se construyeron para el Mundial de fútbol y los Juegos Asiáticos. Con otros deportistas palestinos, fuimos a jugar con ellos. Vimos algunas de las peores heridas que hemos visto nunca. Fue uno de los días más especiales de mi vida.
¿Qué puede hacer el deporte para mejorar la situación?
Esta semana (por la pasada), tuvimos una reunión con la presidenta del COI (Kirsty Coventry) y le explicamos la situación de los deportistas palestinos. Todo por lo que deben pasar. Lo difícil que es para ellos cruzar fronteras, obtener visas, no poder pasar los controles para ir a sus propias instalaciones de entrenamiento, etc. Y, obviamente, hay un gran movimiento que reclama un veto a Israel, una sanción por parte de la FIFA, el COI... pero, nuestro mensaje, desde el Comité Olímpico Palestino, es que el deporte trasciende todas las fronteras. Todo el mundo tiene derecho a practicar deporte dentro de sus propias fronteras internacionalmente reconocidas. Eso es en lo que yo realmente creo. No importa qué idioma hables, no importa dónde estés en el mundo... el deporte unifica. Y ese es el significado y el mensaje del olimpismo. Deberíamos poner a un lado las diferencias y ser capaces de disfrutar. Y vuelvo al derecho fundamental de, simplemente, poder practicar deportes. La paz, la unidad y la solidaridad. Es sobre lo que se han construido mis creencias.
¿Qué les dijo Coventry?
Lo más importante es que tenemos un plan de reactivación del deporte palestino. ¿Cómo podemos traer de vuelta el deporte a Palestina? Obviamente, en Gaza, ahora mismo, no existe. Y, por desgracia, hasta cuando termine la guerra, tendremos una época muy dura por delante para poder devolver el deporte a Gaza. Pero, incluso en Cisjordania, hay una falta de infraestructuras para el deporte. Las están destruyendo constantemente.
También falta mucha financiación. A día de hoy, salvo en competiciones muy señaladas, no podemos competir. Casi no fui a los Mundiales hace dos meses porque no teníamos el dinero para hacerlo. Así que el COI ha puesto en marcha un financiamiento especial a través de las becas de Solidaridad Olímpica para asegurar que los deportistas palestinos sigamos presentes en todas estas competencias internacionales, especialmente las grandes. También empujamos para impulsar los programas de base, para recuperar desde las categorías inferiores.
También hablamos de iniciar otra vía de financiación, tal vez en conjunto con la FIFA, para que los países donen a Palestina para recuperar infraestructuras. Todo será monitoreado por el COI y la FIFA. De esta manera, nadie podrá dudar de para qué utilizamos ese dinero. Sólo queremos que los deportes estén bien de nuevo.

En España, y especialmente en el deporte, está habiendo mucho movimiento a favor de Palestina. También en otras partes del mundo. ¿Cómo lo percibe?
Tengo sentimientos encontrados. Es un paso adelante. Tenemos a la ONU reconociendo a Palestina en muchos países del mundo, la mayoría de los países reconocen a Palestina y reconocen nuestro derecho a existir. Llena de coraje ver que el mundo se está uniendo y moviendo hacia la dirección correcta. Al mismo tiempo, parce que sólo han pasado dos años... pero, realmente, han pasado 70 años. El problema es... ¿Cuántas más personas tienen que morir? ¿Cuánta más tragedia tiene que pasar para que esto se detenga? Para, simplemente, tener el derecho a existir. Ese es el problema. Tienes gente que no... Tal vez la mayor parte del mundo reconozca a Palestina, pero nadie está dispuesto a tomar las acciones para que esto se detenga. Y creo que eso es lo difícil. Nos estamos moviendo en la dirección correcta, pero no vemos el final. Y lo peor es cuando la gente pierde la esperanza. Cuando se pierde la esperanza, no hay forma.
¿Cuál es su mensaje para el mundo?
Que el deporte transciende todas las fronteras. Al final del día, todos tenemos que ver aquello que tenemos en común, no las diferencias. Nadie debería... No sé cómo decirlo. Nadie debería dictar cómo vive su vida otra persona. Nadie debería ser el que juzgue quién tiene el derecho a existir y quién no. Creo que todos queremos paz. Queremos que todo esto se detenga, porque ahora la gente está perdiendo la esperanza.
Los estadios levantan la voz
El pasado viernes, la esperanza se abrió algo de paso. Hamás, Israel y los Estados Unidos acercaron posturas para llevar a cabo un “plan de paz”. La presión para que se detenga la barbarie cada vez es mayor. Y desde el deporte también se empuja. Los hechos ocurridos en la pasada Vuelta a España son el mejor ejemplo. La presencia del Israel-Premier Tech desató una oleada de protestas que paró la carrera en diversas ocasiones, con una última etapa en Madrid que no pudo ni terminar. Las imágenes han tenido su eco en el mundo ciclista. Hace un par de días, El Giro de Emilia dejó fuera a la escuadra israelí por “razones de seguridad” (en la carrera italiana, el equipo iba a correr con invitación; no es el mismo caso que en La Vuelta, en la cual podía competir por reglamento UCI) y, este mismo lunes, el equipo anunció su desvinculación con el país.
Otro ejemplo reciente se encuentra en el partido de Primera División entre el Athletic Club y el Mallorca del pasado fin de semana. Bajo el lema “El Athletic por Palestina. Stop al genocidio”, un grupo de refugiados palestinos en Euskadi recibió la solidaridad de los 50.000 asistentes en San Mamés antes del pitido inicial. A título individual, son varios los deportistas que públicamente han mostrado su apoyo a Palestina. Dentro del mundo del fútbol, Paul Pogba, Mesut Özil, Sadio Mané, Riyad Mahrez o Mohamed Salah han sido muy activos a la hora de reclamar paz y libertad para Palestina. Como los luchadores de la UFC Belal Muhammad o Islam Makhachev. Kyrie Irving, que jugó un partido de la NBA con No more genocide escrito en las zapatillas, o la tenista Ons Jabeur, que ha donado parte de sus premios económicos a la causa, han sido otras estrellas que han alzado la voz.

Todo lo que pasa en los grandes escenarios del mundo, en los estadios o las pistas, llega allá donde el horror es rutina. “A través del deporte, podemos dar conocimiento de lo que está pasando. Podemos abrir las puertas para aquellos que las tienen cerradas. Cuando gané mi oro, me llamaron desde Gaza para decirme que era su voz y que le estaba demostrando al mundo que podemos”, revela Mariam Bsharat sobre el día en el que se proclamó campeona del mundo de kárate. “Cuando me clasifiqué para los Juegos de París, todo el mundo me recibió como un héroe en Palestina. Mi padre murió hace dos años. Necesitaba hacerlo por él y por esta bandera”, se suma Mohammed Dwedar. Ella tiene como objetivo estar en los Juegos Olímpicos de la Juventud del año que viene; él, conseguir una medalla en los Juegos de la Solidaridad Islámica, en noviembre. Por Palestina. Por los que ya no podrán subirse a ningún podio. Porque el deporte también muere.
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