El cuerpo de medallistas en el barro
Deportistas de élite y olímpicos que trabajan en cuerpos de seguridad y emergencia relatan a AS sus experiencias en las zonas afectadas por la DANA.
Estefanía Navarrete, Mónica Carrió, Alberto Castrillo, Sonia Bernal y Matías Tudela tienen tres cosas en común: son deportistas de élite, son profesionales de cuerpos de seguridad y emergencia y han participado en las labores de salvamento, limpieza y reconstrucción en alguno de los municipios de Valencia afectados por la dana. Sus testimonios son un reflejo de la catástrofe que han vivido.
Estefanía Navarrete fue plata en Barcelona 92 en la disciplina de frontenis, un deporte que fue de exhibición en los Juegos pero que le dio muchas alegrías. Un año antes de la cita olímpica, Navarrete fue campeona del mundo, en el 91. En 1997 entró en la Policía Local y compaginó el deporte con las fuerzas del orden. Actualmente, es comisaria. Solo hay dos policías con este rango en toda la Comunidad Valenciana. Durante los primeros días tras las inundaciones, llegó a hacer turnos de 16 horas de trabajo seguidas. Coordinó a muchos compañeros que llegaron de Madrid y Badajoz. Su comisaría, aunque está en Valencia, es de las más cercanas a La Torre, una pedanía arrasada. De hecho, afirma que 27 compañeros de su centro se han visto afectados con daños materiales. Uno de ellos, perdió la vida en un garaje de La Torre.
“La pandemia, el incendio de Campanar, donde también estuve, y ahora esta DANA me han hecho callo. El deporte me sirvió para trasladar a mi profesión valores como la disciplina, la organización y la mentalidad de no rendirse nunca”, afirma Estefanía Navarrete. “Cuando llegué a La Torre la noche de esta tragedia, era una población bajo el agua. Algo dantesco. Hemos tenido que ayudar a muchas personas en sus casas y garajes, pero lo peor han sido esas caras de desesperación y tristeza de la gente”, afirma.
En Algemesí, en plena zona cero, encontramos a Mónica Carrió. Esta Policía Nacional también practicó deporte de élite. Estuvo en los Juegos de Sidney, en el año 2000. En la cita olímpica, terminó novena, muy cerca del diploma. Sin embargo, su mayor logro fue abrir muchas puertas a las mujeres. De hecho, fue la primera olímpica española que acudía en la modalidad de halterofilia a los Juegos. “Antes de Lydia Valentín, también hubo halterofilia en España”, bromea y presume al mismo tiempo. 24 años después, Carrió cumplió otro sueño. Y es que en París fue juez, de nuevo otra vez pionera y tras 14 años de lucha por estar de nuevo en otros Juegos.
Con más de 16 metales en sus vitrinas a lo largo de su carrera, Mónica Carrió cambió el chip justo a los 30 años, fecha tope en la que se podía acceder a la Policía Nacional por entonces. Desde hace unos años, es delegada de Participación Ciudadana en Alzira y Algemesí. Ahora, asegura, que con esta DANA, le ha tocado vivir los “momentos más complicados” de su carrera profesional. “Cuando eres deportista de elite tienes que superar situaciones físicas y psíquicas que no te imaginas. Por ejemplo, a mí me abrieron las dos rodillas a falta de seis meses para los Juegos. A partir de ahí, empiezas a hacerte fuerte y eso ha servido para afrontar situaciones como esta catástrofe. Mi labor ha sido y es intentar ser la cara amable de la Policía, además de coordinar muchas labores. He querido escuchar al pueblo, intentar darles una sonrisa y un abrazo. Mucha gente, a pesar de perderlo todo, te pedía eso. He llorado mucho”, comenta a AS Mónica Carrió.
“Es lo más duro que he vivido junto a un caso de violencia de género que fue muy grave, pero esto implica a muchas personas y ya dura muchos días. Por momentos, me he sentido impotente. Los primeros días fueron caóticos, se nos quedó grande a todos”, afirma Carrió, quien en sus horas libres se quitó el uniforme para achicar agua y quitar barro, como miles y miles de personas.
Curiosamente, Mónica Carrió está casada con Alberto Castrillo, otro Policía Nacional que todavía sigue en activo y es deportista de élite. Castrillo es especialista en recorrido de tiro (IPSC), como se llama en España esta modalidad que en Estados Unidos pusieron en marcha como si fuese un entrenamiento militar. Su disciplina no es olímpica, pero está amparada por la Federación Española de Tiro. Castrillo cuenta con cinco campeonatos de España y hace más de un año fue campeón de Europa como delegado federativo.
Lejos del deporte, el día a día de Alberto está en la comisaría de Ruzafa, en el grupo de drogas. Como todos, en los primeros días, tuvo que dejar su trabajo para desplazarse a la zona cero: La Torre, Aldaia, Massanassa, Picanya y Paiporta. “Cuando llegué a Aldaia, a las 6:00 de la mañana el día después, me quedó impactadísimo. La gente todavía no había sacado las cosas de sus caras. Lo más duro ha sido ver la vida de la gente tirada en un montón de basura”, afirma Castrillo. “Ha sido lo más chocante de mi carrera policial y mira que siempre digo que nos toca estar con el ciudadano en los peores cinco minutos de su vida. La templanza y la rápida reacción que me ha dado el deporte ha sido clave durante estos días con la DANA”, asegura Castrillo, quien fuera de su turno y a título personal, pasadas las 23:00 horas, cogió un coche un par de noches y se fue a repartir material por los pueblos afectados, por su propia cuenta.
Matías Tudela, valenciano afincado en Mallorca, 17 veces internacional con la selección española de rugby, capitán del combinado de rugby a siete en Rio de Janeiro 2016, se hartó de esperar en el retén de bomberos de Baleares la orden de viajar a su tierra y se marchó como voluntario. “Desde la primera noche estábamos preparados todos los compañeros, pero los políticos de Valencia no nos reclamaron; así que pillé el primer vuelo que puede y me fui a ayudar a mis amigos en Picanya”, comenta un Tudela que rehúye del protagonismo. “Yo fui un voluntario más entre miles, aunque era consciente que en Valencia lo que hacía falta era que más efectivos de profesionales, maquinaria pesada para retirar vehículos y bombas de agua para achicar bajos y garajes”, enfatiza Tudela, que tiene claro que el despliegue de efectivos fue a la inversa: “Primero llegaron los voluntarios y al cuarto o quinto día es cuando autorizaron a que ayudasen mis compañeros del retén de Mallorca, debería haber sido al revés... y estaban listos desde la primera noche”.
Las muestras de compañerismo y solidaridad han llegado desde todos los rincones del país. Cerca de Valencia, han sido muchos los alicantinos que se han volcado con sus vecinos. Una de ellas ha sido Sonia Bernal. Tras 12 años en la UPR, en motos concretamente, Bernal es actualmente conductora y escolta del comisario principal de Alicante. Nacida en Murcia, llegó a jugar 18 años en Primera División de Fútbol Sala. Cuenta sus títulos por decenas. Tiene hasta un subcampeonato del mundo con la Selección, con la que fue internacional en más de 60 ocasiones. Sin dudarlo y a modo particular, se cogió el coche para ayudar en Catarroja a la retirada de fango. La llamada de un compañero en apuros le hizo desplazarse a Valencia. “Las caras de la gente es lo que más me ha impactado. Ha sido de lo más duro que he visto en mi vida. Al final, el deporte me dio el espíritu de superación y es lo que he intentado trasladar en Valencia”, asegura Sonia Bernal.
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