Tiro Olímpico

De los ‘trillos’ y la caza a la cima mundial: “Desde pequeños, hemos tenido un valor diferente de las armas”

Mar Molné y Andrés García, campeona y subcampeón del mundo de tiro olímpico, hablan con AS. Con 24 y 21 años, ya son referencia en un deporte en el que la experiencia “vale mucho”.

Mar Molné, flamante campeona del mundo, levanta el pulgar sonriente y Andrés García, con la plata.
Albert Sancho
Nació en Alcanar (Tarragona) en 1998. Licenciado en Periodismo y Ciencia Política. En AS desde 2020, es redactor en Más Deporte. Con vocación polideportiva, ha cubierto presencialmente desde la Titan Desert a los Juegos Olímpicos de París. En 2023, fue premiado por su atención sobre la información paralímpica. En 2024, por la Federación de Remo.
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Son veinteañeros en un mundo dominado por la experiencia. Lejos de asustarse, lo aprovechan y la absorben. Se les nota en su forma de hablar y de entender la vida. En su forma de competir. El pasado viernes, en Atenas, Mar Molné y Andrés García se proclamaron campeona y subcampeón del mundo de tiro olímpico en la modalidad de foso. En la final de la primera, la media de edad era de casi 30 años; en la del segundo, de más de 38, con cuatro de los seis participantes por encima de los 40. A ellos, con 24 y 21 primaveras, respectivamente, no les tembló el pulso. “En este deporte, la experiencia es un grado, vale mucho, porque el físico no influye tanto como en otros, pero nosotros tenemos una mentalidad muy ganadora y eso es lo que nos ha hecho estar aquí”, dicen en conversación con AS. Muy felices, pero controlando la euforia. Como dos jóvenes veteranos.

Tienen muchos tiros pegados. Andrés empezó con 14 años, cuando se pudo sacar el permiso de armas, en los ‘trillos’ de su pueblo, Aliaguilla (Cuenca), y alrededores. “Allí, en las fiestas, es habitual organizar tiradas con máquinas que lanzan platos para los vecinos. Acompañaba a mi padre y a mi hermano hasta que pude participar y vi que se me daba bien. Por un amigo de mi padre, empecé a competir a nivel provincial, en Valencia. Tras los Juegos de Tokio, salté a nivel nacional e internacional. Fue bastante rápido”, cuenta. Mar empezó con la misma edad. En su caso, a raíz de acompañar a su padre a cazar. “Un día me dejó probar y acerté dándole a un árbol. Yo no quería cazar, pero sí tirar. Me metí en la Federación Catalana y fui escalando”, explica la de El Morell (Tarragona).

Siempre han vivido “normalizando” las armas. Coinciden en que aquí, en España, su deporte está estigmatizado. “Existe un concepto muy malo. A nosotros nos han instruido desde pequeños y tenemos un valor diferente de las armas. No dejan de ser un objeto. Quien las usa mal son las personas. Siempre las hemos tenido en casa y tenemos los patrones de seguridad y cómo manejarlas”, defienden tanto García como Molné, que compaginan su carrera deportiva con los estudios. A día de hoy, vivir del tiro olímpico es “muy difícil”. Para garantizarse un futuro, él está cursando los estudios de piloto comercial y ella, de psicología. “Es bastante duro compaginarlo todo, pero con las clases online lo sacamos adelante”, dicen mientras entrenan, respectivamente, en Cheste (Valencia) y en el Centro Especializado de Alto Rendimiento de Tiro Olímpico de Las Gabias (Granada).

De París a Los Ángeles

En el foso, las dos trayectorias apuntaban alto desde pronto. Antes de su plata absoluta, Andrés García venía de dos oros mundiales como júnior; Mar Molné, que acumula cinco medallas en Copa del Mundo, también había brillado en categorías inferiores, siendo campeona de Europa júnior. Desde temprano, se empezaron a enfrentar a los mejores tiradores nacionales. “Nuestro deporte no es como el tenis, que tienes que llegar a cierto nivel para competir contra los más grandes, lo hacemos desde pronto”, explica él. “En mi caso, como no había mujeres de mi edad en júniors, empecé a competir directamente contra Fátima Gálvez o Bea Martínez”, se suma ella, que en Grecia también se proclamó campeona mundial por equipos al lado de las dos tiradoras citadas.

Una de ellas, Gálvez, es la referencia absoluta del tiro olímpico nacional. Con siete medallas mundiales a sus 38 años, puso la disciplina en el mapa al proclamarse campeona olímpica en Tokio al lado de Alberto Fernández (42 años). Entonces, Mar y, sobre todo, Andrés aún estaban dando sus primeros pasos. Ahora, pueden soñar a lo grande para los Juegos de Los Ángeles 2028. “Estos Mundiales son un impulso importante, pero hay que mantener los pies en la tierra. Trabajamos mucho con nuestros psicólogos y, en nuestro deporte, una milésima de segundo de despiste decide medallas”, reflexionan. Los dos ya estuvieron en París 2024, donde Molné terminó cuarta tras llegar como primera a la final. “Para mí, no fue un sufrimiento. No me esperaba estar allí e igualmente me sentí ganadora. Lo que fallé entonces lo he machacado mucho para ahora. Controlar la respiración, los nervios, hablarme bien a mí misma...”, reflexiona. Dos jóvenes veteranos. Dos cazadores de medallas.

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