Craviotto: “En las redes sociales yo no tengo haters”

Saúl Craviotto (Lleida, 40 años cumplidos este mes) es, nada más y menos, que el español con más medallas en Juegos, seis. ‘Míster Olímpico’ logró un bronce en K4 500 en París 2024 (junto a Marcus Cooper, Rodrigo Germade y Carlos Toro) para desempatar con David Cal, una plata en K4 500 en Tokio con los mismos colegas. En Río 2016 subió dos veces al podio: oro en K2 200 con Carlos Toro y bronce en K1 200. En Londres 2012 fue plata en K1 200 y en Pekín 2008 inició su espectacular carrera con un oro en K2 500 junto a Carlos ‘Perucho’ Pérez Rial. Pero Craviotto es mucho más: policía nacional antes que campeón olímpico, ganador de MasterChef, padre de tres hijas, conferenciante… El deportista perfecto.

-Año olímpico y Premio AS del Deporte otra vez. No falla...

-Ha sido un año muy bonito y ahora recoger los frutos. Orgulloso y agradecido.

-Ahora que han pasado unos meses, ¿cómo valora el bronce?

-Lo valoré como si fuese oro a los diez segundos de cruzar la meta. Nunca tuve una mala sensación. Me quedé muy satisfecho y pasado unos meses, todavía más. Estoy muy contento por lo que hicimos.

-Los Juegos, con 18 medallas cuando se esperaban las 22 de Barcelona, han dejado una sensación fría. ¿Le parece así, es justo?

-Las quinielas que se hicieron fueron en base a resultados en mundiales, como ocurrió en el piragüismo donde se esperaban cuatro o cinco (fueron tres, incluyendo eslalon). Pero hubo muchos cuartos puestos y esto es deporte. Te juegas todo en milésimas. Hay que estar superorgullosos de lo que se logró porque se hizo todo lo que se pudo.

-Leyenda, Míster Olímpico... A usted que es tímido y humilde, ¿qué le pasa por la cabeza cuando lo escucha?

-He aprendido a no darle mucha importancia a todo eso y tampoco cuando las cosas no van bien. Me impresiona ver esos titulares, pero no puedo estar más que agradecido.

-Algo habrá hecho bien, además de las seis medallas olímpicas, para que genere tan buen rollo y simpatía...

-¡Trabajar mucho! Y, sobre todo, saber rodearme bien, de compañeros y el entrenador (Miguel García). Muchas de las medallas han sido en K2 o K4, en barcos de equipo. Tengo seis medallas, pero compartidas.

-Su abuelo tuvo un restaurante en Lleida. Así que la relación con los fogones le viene de lejos. ¿Qué recuerda de ese restaurante?

-Me crie allí. Mi madre trabajaba de cocinera. Mi abuelo era de León y, como muchos, fue a Cataluña a trabajar. Daba comida leonesa. De pequeño salía del cole con la mochila y me iba allí, a dar por saco entre las mesas. Crecí entre fogones. Una infancia muy bonita, pero lo de MasterChef no me viene de ahí. Cuando entré en el programa sabía cocinar lo de cualquier soltero o estudiante, algo a la plancha, un arroz a la cubana...

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-Su padre fue quien le subió en una piragua. Y él sigue dando paladas. Campeón del mundo máster en 2022. ¿Qué aprendió de él?

-Sigo aprendiendo a día de hoy. Es un referente. Tiene casi setenta años y sigue entrenando todos los días. Está ágil, flexible, fuerte de cabeza y de físico. Mejor que muchos de cuarenta. Demuestra que hacer deporte y tener un estilo de vida saludable te ayuda a vivir mejor. Y eso lo tengo en casa.

-Con esos precedentes, animará a sus hijas a hacer deporte...

-¡Claro! Forma parte de la educación. Hay valores como el del trabajo en equipo, la superación o la gestión de emociones que tienen que estar ahí. Todo eso te sirve para la vida, a mí me ha servido. Así que tendrán que hacer deporte, el que quieran, pero deporte.

-¿Y si le dicen que con 15 años se tienen que ir a un Centro de Alto Rendimiento a Madrid, como le ocurrió a usted?

-Me ocurrirá como a mis padres, que me entrará una depresión. Pero tendré que hacer como ellos, estar al lado y apoyar sin presionar, porque tendrán que cometer sus errores y hacer su camino.

-¿Compensan las renuncias cuando uno consigue las cosas que ha conseguido?

-Sí, mirando atrás, todo me ha merecido la pena aunque haya pagado un peaje muy fuerte en una carrera de más de veinte años, más de media vida. Con momentos muy duros. No cambiaría nada.

-Si no me equivoco, tiene usted 13 patrocinadores. No se puede decir, en su caso, que no hayan prestado atención a un deportista olímpico. Pero antes de ganar MasterChef no tendría muchos...

-MasterChef me abrió muchas puertas. Fue un trampolín mediático que me hizo entrar en los hogares. No me molesta que me conozcan por la cocina. Fue una oportunidad para mí. Es un programa que ve desde mi hija Valentina con nueve años a mi madre con 65. Gente que no conocía el piragüismo lo ha hecho a través de mí por MasterChef.

-¿Cómo se le ocurrió lo de meterse a policía?

-Lo hice con 19 años, muy jovencito, porque era consciente de que de la piragua no iba a vivir. Y lo digo yo con seis medallas olímpicas: no me podría retirar con lo que he ganado de deportista. Tuve muy claro que necesitaba un plan B, una red de seguridad, porque cuando tienes una lesión o te retiras te asomas al precipicio de la vida real. Llega tu fin y sólo sabes remar. Siempre lo tuve muy claro y animo a mis compañeros cuando llegan con veinte años al equipo a que sigan estudiando o hagan una oposición. No hay excusas, tengo compañeros haciendo medicina, derecho, ingenierías... si quieres, puedes.

-¿Se ve en la Policía dentro de unos años?

-Voy paso a paso, ya veremos dónde me lleva el futuro. Estoy con mil proyectos, pero también me siento policía. Aunque ahora no pienso en eso.

-Llegó a trabajar de electricista...

-Sí, con 19 años dejé la concentración del equipo nacional, me volví a Lleida para prepararme el ingreso a policía y como mi padre es electricista, me hice autónomo. Iba a trabajar con él por la mañana, entrenaba a la hora de la comida, volvía a trabajar y por la noche iba a la academia. Llegaba a las once de la noche a casa destrozado, y así un año. Fue un año duro, pero el más inteligente de mi vida porque me dio estabilidad para el resto.

-Ahora da charlas en empresas. ¿Qué les cuenta?

-El hilo conductor es mi trayectoria deportiva. Pero se trata de contar cómo ir de un punto A a un punto B. Les hablo del éxito y qué herramientas me han ayudado a lograrlo: la importancia de tener un propósito claro, el trabajo en equipo, la planificación, el poder de la simplificación, la gestión de la presión, tener un plan B y no poner todas las cartas en una jugada... La preparación mental previa a lograr un objetivo, que se puede extrapolar a cualquier ámbito, de una empresa a preparar un ironman.

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-¿Ve mucho las redes sociales?

-Instagram sí. X (antiguo Twitter) lo tengo vetado. Facebook, no. Y para TikTok no tengo tiempo.

-Da la impresión en las redes de que en este país estamos todo el día quemados...

-Es lo que detecto en X. Instagram es más otro planeta. Yo no tengo ‘haters’, pero si alguien me dice una burrada, le bloqueo. Quien llega a mi comunidad a escupir odio, le bloqueo. Es lo que deberíamos hacer en general. No hay que dar voz a la gente que intoxica, polariza y pone piedras en las ruedas. Y eso en todos los ámbitos, incluso en la política. Viviríamos todos más felices.

-¿Qué le dicen sus hijas Valentina, Alejandra y Olivia? ¿Quieren que el padre siga compitiendo?

-(Se ríe) No hablo de eso con ellas. Sí que necesito pasar más tiempo en casa. Ser hijas de un papá olímpico es complicado.

-¿Y usted? ¿Va a continuar? Pidió tiempo tras París...

-Pues estoy entrenando. He estado tres meses con el suflé alto, de actos, tras la medalla y ya va bajando. La realidad es que Los Ángeles 2028 lo veo muy lejos y voy año a año, dejando que fluya.

-¿Aprietan mucho por abajo, los que vienen detrás?

-¡Demasiado! Tenemos gente muy joven con un potencial increíble y eso es bueno, porque nos hace a todos mejores

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