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BÁDMINTON | MADRID SPAIN MASTERS

Carolina, preparada para repetir en Madrid: “Me siento con fuerza”

La campeona olímpica atiende a los medios antes del Spain Masters, que empieza mañana con el recuerdo de los Europeos. “Ya estoy mucho mejor”, dice sobre su gripe.

Actualizado a
27/03/23 EVENTO PRESENTACION BADMINTON CAROLINA MARIN
JAVIER GANDULDIARIO AS

De vuelta a Madrid, al sitio donde reapareció tras destrozarse la rodilla. “Quiero sentir el cariño”, decía Carolina Marín el 25 de marzo de 2022, justo un mes antes de debutar en los Europeos celebrados en el Centro Municipal Gallur. “Muy contenta de estar aquí y con más ganas que nervios, porque quedan todavía dos días y entrenamientos por hacer. Competir en España me hace mucha ilusión, porque lo suelo hacer poco, y siempre es bonito estar rodeada de familiares y amigos”, arrancaba hoy en el mismo escenario, con las pistas en las que se proclamó campeona continental por sexta vez seguida a la vista. “Cuando iba a China de pequeña, con 12 o 13 años, me encontraba a gente jugando al bádminton por la calle. Me hace mucha ilusión que ahora también pase en España, cuando salgo a andar con mi perro por Casa de Campo o en los colegios. Me etiquetaron jugando en la pandemia, incluso más que yo, que no pude”, añadía en un acto de presentación patrocinado por Iberdrola y conducido por la cómica y guionista Carolina Iglesias.

En un año, afortunadamente, las cosas han cambiado mucho. Entonces, Marín anunciaba su reaparición tras once meses apartada de la competición, tras romperse el ligamento cruzado anterior y los meniscos interno y externo de su rodilla izquierda, la lesión que le cerró las puertas de los Juegos Olímpicos de Tokio. Esta vez, también anunciaba una reaparición, pero mucho más amable. En el All England Open, hace diez días, la onubense se vio obligada a retirarse debido a un proceso gripal. Era el inicio de una intensa gira de la que también tuvo que borrar Suiza.

En Madrid, estará. Y con garantías. “Ya estoy mucho mejor. He pasado un proceso vírico bastante importante. Sigo con tos y mocos, pero hemos remediado la fiebre. Las sensaciones corporales también han mejorado, me siento ya con más fuerza. El pabellón es igual. Las gradas están un poco más alejadas de lo normal y hay una pista en el que el volante vuela un poco más, pero esto es acostumbrarse. Con muchas ganas”, detallaba sobre las complicaciones de las últimas semanas. “He pasado un año y medio difícil por la rodilla. Tuve que aceptar ese dolor. A partir de diciembre, hemos tocado todas las teclas (nuevas plantillas, infiltraciones, quitar líquido...). Finalmente, hemos conseguido quitar todo ese dolor y vivo el bádminton de otra forma, disfrutándolo”, añadía, pasando de las últimas semanas a los últimos meses, muy positivos en su recuperación.

Carolina Marín y Carolina Iglesias, en el acto de Iberdrola.
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Carolina Marín y Carolina Iglesias, en el acto de Iberdrola. JAVIER GANDULDIARIO AS

En la capital, en un nuevo torneo (Super 300) con licencia para los próximos tres años (debuta este miércoles), llega con todo lo que es: “Innovadora, brillante, ejemplar, referente, determinada, rebelde, oro, luchadora y auténtica”, tal y como quedaba definida tras un juego con los asistentes a modo de programa televisivo. “Sí, claro que dudo de las decisiones que tomo. Una duda de sí misma. Sobre todo, cuando vuelves de una lesión. Dudas de ti misma, del proceso, de ser competitiva. Son procesos complicados, porque nunca sabes si vas a volver a jugar. Y luego, a qué nivel. Yo he pasado por dos procesos bastante graves, pero seguimos siendo competitivas, sacrificándonos y tenemos un gran objetivo en mente, esos Juegos (París 2024) para los que queda un año y poco. Con ganas y motivación de completar todo ese camino”, desarrollaba en relación a su capacidad de determinación. “¡Ni con mi abuela quería perder al parchís!”, bromeaba.

La pequeña McEnroe

De pequeña, Carolina era un poco “rebelde”. “Mi madre, me llamaba la (John) McEnroe, porque he roto muchas raquetas. En el CAR, empiezo a tomar consciencia, porque no podía seguir así. Conseguí un patrocinador que me daba las raquetas y las empecé a cuidar como si fueran mi tesoro. Cuando me las comparaban mis padres, con todo lo que les suponía, pagaba la frustración con ellas, en cambio”, revelaba en medio del juego. “Los gritos son la expresión de mis emociones. Es el gen competitivo y las ganas de ganar. Está la estrategia, que es lo más importante, pero soy auténtica, diferente a otras rivales, en ciertos aspectos”, completaba sobre una forma de ser que la convierte en un huracán sobre la pista.

Fuera de ella, también es única. Se despierta a las 7:30. A las 9:00, empieza a entrenar. De 9:00 a 11:00 se ejercita en pista; luego, una hora de físico. Vuelve a casa, come y descansa. A las 14:30, vuelve al pabellón hasta las 17:30. Mitad bádminton, mitad físico. Y luego fisio hasta las 20:00. “Empiezo a las 8:00 y termino a las 20:00. Tengo poco margen para siestas (risas)”, se soltaba. “Luchar es no echar la siesta”, redondeaba Iglesias. “Es con lo que sueñan los deportistas, cuando piensan en grande. ‘Yo he venido a ganar el oro’, dije. Y así fue. Solo vi a (Ruth) Beitia ganar el oro y a la Selección de básquet ganar el bronce, cuando yo ya había cumplido mi objetivo. Estaba totalmente centrada en ello. Los meses antes hacía mucha visualización de los momentos importantes de los partidos, de dudas y de miedos”, recordaba sobre su oro olímpico en Río. “A veces, pensamos que somos extraterrestres y podemos con todo, pero no es así. Ahora, en Madrid, una se autopresiona al jugar en casa, y eso hay que gestionarlo mucho”, decía para volver al presente, cada vez más dorado. Cada vez más ella.