Piragüismo

Alex Graneri, un heredero (o compañero) para Craviotto: “Que me señalen como su sucesor es un orgullo”

El piragüista, que volvió con dos bronces de los últimos Mundiales, habla con AS de su progresión. “Sueño con estar en el K4 de Los Ángeles”, dice.

Alex Graneri, un heredero (o compañero) para Craviotto: “Que me señalen como su sucesor es un orgullo”
@alexgraneri10/X
Albert Sancho
Nació en Alcanar (Tarragona) en 1998. Licenciado en Periodismo y Ciencia Política. En AS desde 2020, es redactor en Más Deporte. Con vocación polideportiva, ha cubierto presencialmente desde la Titan Desert a los Juegos Olímpicos de París. En 2023, fue premiado por su atención sobre la información paralímpica. En 2024, por la Federación de Remo.
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El futuro (que ya es presente) del piragüismo español se concentra en una casa ubicada en Asturias. En ella, viven Alberto Llera, Carlos García, Adrián del Río y Alex Graneri. Los dos últimos, a sus 22 años, también son compañeros en el actual K4 500 de la Selección, la embarcación más icónica a nivel nacional. “La historia pesa, pero también te tranquiliza. Yo nunca he estado tan tranquilo compitiendo. Te da mucha confianza”, explica el segundo, natural de Mallorca, sobre la mística del barco, que fue bronce en los recientes Mundiales de Milán con Carlos Arévalo y Rodrigo Germade completando el cuarteto. No fue la única medalla para Graneri, que también se subió al podio en K1 500. Sus dos primeras medallas mundiales absolutas. La confirmación de lo que llevaba años apuntando.

“Es un orgullo que todo el sacrificio a lo largo de la temporada haya dado sus frutos”, celebra Alex, que habla con AS en medio de sus únicas dos semanas de “vacaciones totales”. “Merecidas”, como él mismo define, tras un curso en el que también fue plata (K1 500) en los Europeos de Racice (Chequia) y en el que ha dado un paso clave en su carrera. “Ha sido un año totalmente nuevo para mí, porque es el primero en el que estoy concentrado con el equipo olímpico (en Tresona). Ha habido muchas cosas nuevas, pero me he sabido adaptar bien y conseguir todo lo que me he propuesto”, explica Graneri, que en 2021 se proclamó doble campeón del mundo júnior (K1 1.000 y K1 500). Desde entonces, hasta llegar a esa casita asturiana que tanto talento resguarda, ha hecho varias veces las maletas.

En 2022, el mallorquín se mudó a Sevilla, donde entrena el equipo nacional sub-23. En 2023, se marchó al Centro de Alto Rendimiento de Madrid con el objetivo de lograr la clasificación para los Juegos Olímpicos de París en K1 1000. No lo consiguió, pero tampoco fue “un golpe muy duro”. “Mis propósitos siempre son ambiciosos, pero realistas. Todavía tengo varios ciclos olímpicos por delante”, reflexiona Graneri, que ahora sí apunta con fuerza a los próximos Juegos, en 2028. “Estar en el K4 de Los Ángeles sería un sueño”, afirma convencido. Sus aspiraciones olímpicas, sin embargo, no se quedan ahí. “Yo creo que, ahora mismo, tengo capacidad para poder doblar. Ya se ha visto en los Mundiales. Este año era algo que teníamos en mente Adrián (Del Río) y yo, pero el K2 no llegó a salir. Seguiremos luchando para que vaya adelante”, revela.

Una heladería, el origen de todo

Con esas aspiraciones, ambiciosas y realistas, Graneri llegó a Asturias, donde sus ídolos pasaron a ser compañeros. En los selectivos, se ganó el puesto en el K4. En los Europeos, compartió embarcación con Carlos Arévalo, Marcus Cooper y Adrián Del Río. En los Mundiales, cambió a Cooper por Rodrigo Germade. “Al principio, no me lo creía. Desde que empecé, les he visto como referentes. Yo quería estar ahí, pero nunca me imaginé que podía llegar siendo tan joven”, confiesa Alex. De los cuatro fantásticos (Arévalo, Cooper, Germade y Saúl Craviotto), el K4 que fue plata en Tokio y bronce en París, solo le queda formar barco con Craviotto, cuyo futuro está en el aire. “Está ahí la duda de qué va a pasar (si decide estirar su carrera hasta Los Ángeles). Yo siempre he pensado que Saúl es un superhombre y que todo lo que se proponga lo va a conseguir”, le dedica al deportista español con más medallas olímpicas (seis).

Muchas voces ya les comparan. “Es algo que siento como ilusión y ganas de intentar conseguir todo lo que ha conseguido Saúl. Le considero el mejor o uno de los mejores deportistas españoles de la historia y es un orgullo que me puedan decir eso, que puedo llegar a ser el sucesor de él. La presión la canalizo como ganas e ilusión. Es un halago tremendo”, reflexiona Graneri, que, obviamente, estaría encantado de compartir barco con Craviotto. “Un K4, un K2... lo que quiera”, dice entre risas. Un sueño más. Una comparativa reveladora. Cuando Alex empezó en el piragüismo, en 2011 con ocho años, Saúl ya había sido campeón olímpico en Pekín. Todo empezó por la heladería en la que trabajaba su madre. “En verano, tenía muchas horas ocupadas y nos apuntó a mí y a mi hermana a hacer piragüismo en el Real Club Náutico de Palma porque se lo recomendó una amiga”, recuerda Graneri. Ahora, puede ser el heredero (o compañero) de Craviotto.

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