Larrazábal gana el KLM Open y cierra un mes mágico
El catalán se lleva el Abierto Neerlandés tras remontar un doble bogey inicial y suma su noveno título en el DP World Tour. Otaegui, segundo, firma el doblete español.
Pablo Larrazábal puso este domingo el broche de oro a un mes de ensueño. En los últimos 30 días, el golfista catalán se llevó el triunfo en Corea del Sur, cumplió 40 primaveras, superó el corte del PGA Championship y, para rematarlo, conquistó hoy el KLM Open con -13 tras una última vuelta de tres bajo par. Ya son nueve triunfos de Pablo en el DP World Tour, el antiguo Circuito Europeo, cifra alcanzada únicamente por otros seis españoles: Severiano Ballesteros, José María Olazábal, Sergio García, Miguel Ángel Jiménez, Jon Rahm y Manuel Piñero. Casi nada el pertenecer a este club.
Con 40 años, Larrazábal atraviesa una segunda juventud. Entre 2015 y 2022, el de Barcelona apenas pudo levantar un solo trofeo. Pero todo cambió desde marzo del año pasado. Ya van cuatro títulos en apenas 15 meses para el español, uno de los golfistas más en forma del circuito. Es la 11ª vez que un hispano levanta el Abierto Neerlandés, el octavo distinto en hacerlo (antes ganaron Ángel Miguel, Ramón Sota dos veces, Seve otras tres, Olazábal, Jiménez, Sergio y Gonzalo Fernández Castaño) y el primero en el Bernardus Golf de Cromvoirt, sede de este evento en los últimos tres años. El triunfo, además, catapulta a Larrazábal hasta el octavo puesto de la Race to Dubai, la clasificación de los mejores del año.
Y eso que la jornada del domingo empezó con susto morrocotudo para el barcelonés, que encaraba la vuelta final como líder en solitario. En el hoyo 2, Larrazábal mandó su bola al agua dos veces y firmó un doble bogey que le hizo desaparecer de los puestos nobles, en los que se acumulaba un buen pelotón de jugadores. La tabla era un constante baile, con unos subiendo y otros bajando cada minuto. También le costó arrancar la maquinaria al otro español en la pomada, Adrián Otaegui, que partía segundo y sólo cosechó un bogey en su primera mitad de vuelta. Algo antes despertó Larrazábal, que logró birdies al 6 y al 7 tras dos putts kilométricos, ambos de mucho mérito.
Hubo momentos en los que en el primer puesto había un empate a cinco, incluso. El sudafricano Deon Germishuys, el polaco Adrian Meronk, el tailandés Kiradech Aphibarnrat o el danés Rasmus Hojgaard se encargaron de encarecer mucho la victoria y de poner en aprietos a los españoles. Larrazábal tiró de madurez y paciencia: evitó los bogeys en su segunda mitad de recorrido, y planteó un ataque final que fue letal. El birdie al 15 le hizo colocarse líder en solitario con -11, aunque en ese momento Germishuys dejó en casa club un -10 muy peligroso. Lejos de ser cauto, el barcelonés no guardó nada en los últimos hoyos. Birdie al 17 tras un brutal dardo de salida y, por si había dudas, birdie al 18 con un nuevo tubo.
Pablo celebró ese último putt con euforia y rabia. Ganó a lo grande, como hacen los mejores campeones. Vuelta final de 69 golpes, tres bajo par, para un total de -13. Ni el doble bogey inicial ni la presión de sus competidores desestabilizó a un Larrazábal que fue seguido en la clasificación por Otaegui, que hizo birdie al 18 para ser segundo en solitario con -11 (última ronda de 70 golpes). “Vaya día. Ha sido una batalla conmigo mismo, no he jugado bien. Empecé con un doble bogey, pero me he controlado, he tenido un par de putts buenos y he hecho lo mejor de mí para mantenerme. Sabía que para ganar había que hacer birdies al final, tienes que correr rápido al final, no al principio. Estoy muy orgulloso de mí y de mi equipo, lo pasamos mal en tiempos del COVID, pero aquí estamos con cuatro victorias en los últimos 15 meses. Ojalá haga el 15% de lo que hizo Miguel Ángel en sus 40, este es mi primer torneo con 40. El objetivo es seguir siendo feliz”, resumió un emocionado Larrazábal minutos después de su triunfo en Países Bajos.
El mes mágico del español, en el que también superó su primer corte en un major desde 2012, tiene múltiples premios para él: se va a quedar muy cerca de entrar en el top-50 del ranking mundial (el mejor puesto de su carrera es 53º), y se va a colar en el top-10 de puntos europeos y en el top-20 de tantos mundiales en la clasificación para la Ryder Cup de este año en Roma. Pablo siempre ha expresado que en el golf le quedan dos sueños por cumplir: representar a Europa en una Ryder y jugar el Masters de Augusta. Y, visto lo visto, el primero de ellos puede cumplirse en este 2023. Si es capaz de estirar este mes mágico (está clasificado para el Abierto Británico), seguro que así será.