Hito para el tenis de mesa: Robles y Xiao, a París

Tras un partido a la altura de su significado, este viernes, Álvaro Robles y María Xiao rompieron otra barrera en la historia del deporte español. La dupla nacional, después de vencer a Rumanía por 4-3, logró la clasificación para los Juegos Olímpicos de París, algo nunca visto en el tenis de mesa patrio (en la modalidad de dobles mixto). Llegaban al Preolímpico de Havirov (República Checa) como favoritos y, a la segunda, pues ya pudieron cerrar el billete el viernes, lograron su objetivo. Tras la victoria en la final de repesca, muy trabajada y repleta de altibajos, se abrazaron y celebraron por todo lo alto. Ambos estuvieron en Tokio de forma individual; ahora, conjuntamente, aterrizarán en Francia con buenas expectativas. Actualmente, son la quinta pareja en el ranking olímpico. Con un sorteo favorable, nadie les puede negar el derecho a soñar.

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En Havirov, tras superar a los moldavos Andrian Ursu y Anastasia Chiriacova en cuartos (4-2) y a los polacos Samuel Kulczycki y Natalia Wielgos en semifinales (4-1), nunca dejaron de creer. Rumanía, con Ovidiu Ionescu y Bernadette Szocs, salió con la idea de llevar la voz cantante y a Robles y Xiao, muy comunicativos, les tocó arremangarse en los primeros parciales. Además, contra rivales que les conocían muy bien. Especialmente, Ionescu, compañero de Álvaro en múltiples aventuras. Juntos, sin ir más lejos, llegaron a la final de los Mundiales de 2019. Este sábado, sin embargo, no había amigos. Las dos parejas se jugaban mucho (España, eso sí, tenía casi asegurada la clasificación por ranking) y la tensión, sobre la mesa, cogía forma de errores no forzados. Así se desarrolló un primer set que, entre imprecisiones, se terminó quedando la pareja rumana (8-11). Tocaba remar a contracorriente.

Tras una breve charla, Robles y Xiao volvieron a la acción con ánimos renovados. Se notó y lo necesitaban: después de repartirse los dos siguientes parciales (15-13 y 14-16), subió el nivel del partido. De los primeros errores, se pasó a un juego mucho más vistoso. Sobre todo, a través de un Álvaro que hasta se fue al suelo en dos ocasiones. En ambas, ganó los puntos. Y su carácter, el de un jugador acostumbrado a las grandes plazas, impregnó a María. En la sexta manga, culminada con un contundente 11-4, volaron; en la séptima, tras perdonar un primer punto de Juegos Olímpicos, no fallaron (11-8). La plaza llegó con un resto directo de Robles que, con él, traía la fuerza de un ciclo ilusionante: este mismo mes, sin ir más lejos, la pareja española sumó en Eslovenia su segundo título internacional.

Dos historias familiares

En Francia, Ávaro y María seguirán persiguiendo hitos. En ambos casos, tras dos vidas ligadas al tenis de mesa. En el caso de Xiao, lo llevaba en el ADN. Sus padres no pudieron llegar a disputar unos Juegos por la gran competitividad que existe en su país de origen, China. María, sin embargo, nacida en Calella (Barcelona), recogió su testigo. Pese a que de pequeña no le gustaba excesivamente el deporte familiar, completó el sueño. “Después de clasificarme, mis padres estaban mucho más contentos que yo”, explicó tras sacar billete para Tokio. Robles, por su parte, empezó con ocho años por influencia de su hermano, Adrián. Tras compaginar el tenis de mesa con el fútbol, en el que era lateral derecho (con la pala en la mano, es zurdo), se decantó por el primer deporte, que le ha llevado a competir en la Bundesliga. Dos historias familiares y un sueño que ahora confluye.

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