Carlota Ciganda lidera la (re) conquista europea de América

Lo que durante el siglo XX fue una quimera, Europa ganando una Ryder o una Solheim en la orilla opuesta del Atlántico, dejó de serlo con el cambio de centuria. Desde el 2001, el Viejo Continente se ha impuesto en dos de las seis ediciones de la bienal masculina disputadas en Estados Unidos, las mismas que en el caso de la femenina. A por la tercera van desde este viernes las chicas de Suzann Pettersen en el Robert Trent Jones Golf Club de Virginia, escenario de cuatro President’s anteiormente, en la 19ª edición de la cita (desde las 13:05 la primera sesión de Foursomes y desde las 18:05 la de Fourballs, en Movistar Golf), que por su juventud (se disputa desde 1990, mientras que la Ryder arrancó en 1927) nunca conoció los tiempos en los que Gran Bretaña hacía la guerra por su cuenta, precisamente los que coincidieron con un aplastante dominio americano hasta que a finales de los setenta, con el impulso inestimable de Seve Ballesteros, se concibió el formato actual y empezó la verdadera competición.

Ellas en cambio nacieron unidas, con vocación continental desde la cuna, cultivando ese acervo colectivista que, en contraposición al individualismo estadounidense, suele citarse como clave del éxito reciente del equipo europeo. Seguramente ahí radique una de las causas nucleares de que el balance del sexo opuesto esté en un 27-15 para Estados Unidos, 9-12 en cambio desde que las Islas Británicas abrieron los brazos al resto de sus vecinos, y el de la Solheim esté en un 10-8 mucho más apretado. Si hablamos de la última década, el asunto es incluso más insultante para la que se congratula de ser, no sin razones, la primera potencia golfística mundial: 4-2 para Europa, incluidas los tres últimos envites de forma consecutiva.

Una tendencia que las pupilas de Stacy Lewis pretenden congelar aprovechando su condición de local, con un equipo que incluye a Nelly Korda, la única campeona de un grande este año que no tiene apellido asiático, y a cinco de las 25 primeras jugadoras del ranking mundial (baremo este, todo hay que decirlo, engañoso cuando de competición por equipos, un animal distinto, se trata), en el que repiten de la pasada edición Allisen Corpuz, Ally Ewing, Megan Khang, la citada Korda, Jennifer Kupcho, Andrea Lee, Lilia Vu, Rose Zhang y Lexi Thompson, que pondrá fin con esta aparición a su carrera profesional. Entran como novedades Alison Lee, inédita desde 2015, y las debutantes Sarah Schmelzel y Lauren Coughlin. Se echa de menos, aunque no esté en su mejor temporada, a una killer del match play como es Danielle Kang.

En Europa Pettersen da la alternativa a la alemana Esther Henseleit, plata olímpica, y la suiza Albane Valenzuela. Por lo demás forma filas el núcleo duro de este periodo de bonanza, con el contingente escandinavo formado por las suecas Anna Nordqvist, Maja Stark, Madelene Sagstrom y Linn Grant y la danesa Emily Kristine Pedersen, la francesa Céline Boutier, las ‘jóvenes veteranas’ inglesas Georgia Hall y Charley Hull, la irlandesa Leona Maguire con su imponente récord (siete victorias, dos derrotas y un empate en dos ediciones disputadas) y, cómo no, la estrella de la película el año pasado en Málaga: Carlota Ciganda.

La navarra, que ganó entonces los cuatro puntos que jugó, incluyendo uno crucial en los individuales del domingo ante Nelly Korda, trofeo de caza mayor, se enfrenta a su séptima edición. A sus 34 años ya ha dado 13 tantos a Europa, y en estos tiempos en los que la ciencia estira los swings profesionales hasta edades más avanzadas no es descabellado pensar en los 25 de Laura Davies, el récord histórico del equipo. Los alcance o no, cada dos años cimenta un poco más su ascendente sobre esta competición, a la que es algo parecido a lo que es Sergio García para la Ryder. “Las americanas tienen un poco de ventaja porque juegan en casa y porque están haciendo un año algo mejor que el nuestro. Nosotras debemos estar unidas y tenerlo todo muy claro”, analiza Carlota, y puntualiza: “Pero el match play es una cosa distinta”. Y a la luz de los últimos años, a Europa se le da mejor.

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