El golf, una terapia a 18 hoyos
En el Día Mundial de la Salud Mental, la Universidad Complutense publica un estudio que avala a este deporte como terapéutico.
El golf es bueno para la salud mental. Es lo que ha concluido un estudio elaborado por la Universidad Complutense en colaboración con la Real Federación Española de Golf a través de la cátedra Comunicación y Golf, cuyos resultados se presentaron este martes en el Centro Nacional del ente federativo en Madrid. Timing óptimo pues las conclusiones, que avalan este deporte como ayuda terapéutica para las personas con patologías mentales o en riesgo de padecerlas, llegan en la misma semana que el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este jueves.
Las investigaciones han corrido a cargo de Pilar Martín Escudero, Elena Jiménez Herranz y Manuel Fuentes Ferrer, doctores de la Escuela de Medicina de la Complutense, y dejan varios titulares favorables a la práctica de este deporte. El grupo recabó datos de 297 jugadores de golf a distintos niveles encuestados, de los cuáles una abrumadora mayoría, el 77%, considera que el golf mejora su salud mental y asegura que lo recomendaría a personas con problemas de esta índole. Especial incidencia, se anuncia, puede tener en la cura de depresiones.
El trabajo resuelve también una serie de tendencias que afianzan esta narrativa. Los jugadores menores de 45 años, solteros y que solo tienen tiempo para jugar por la tarde son los más proclives a padecer patologías mentales. Y son precisamente esos casos más probables los que creen que jugar al golf les ayuda y lo recomendarían. En ese sentido, cuantos más años jugando al golf la tendencia a estos problemas es menor.
Mejor salud mental que la media nacional
Pero quizá el dato que más refuerza la afirmación de que este es un deporte que favorece una buena salud mental sea la evidencia hallada de que los practicantes de golf regulares presentan una mejor salud mental que la media nacional. Una conclusión que en la que influyen factores como que se juegue al aire libre, que permita una mayor interacción social que otros, que requiera un nivel alto de concentración y que presente un nivel de exigencia aeróbica baja.. En ese sentido lo ideal, señalan los investigadores, es jugar con moderación, acompañados siempre que se pueda (algo que no es difícil) y durante muchos años.
La prueba empírica de todo esto la aportó José Manuel Heras, jugador de golf adaptado desde que hace unos años empezó con ello para sobrellevar su convalecencia tras ser diagnosticado del síndrome de Poens. “El golf me hizo sentir persona de nuevo”, afirmó Heras, que vio de cerca la muerte por esta enfermedad extraña que se come los nervios y daña otras partes del cuerpo. Su testimonio puede enseñar a muchos el camino de un deporte que solo trae cosas buenas.
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