El golf se ensaña con Rahm
El estadounidense Brooks Koepka arrebata el triunfo al español en el primer hoyo de un desempate. Segundo sinsabor seguido tras el de los Juegos.
Los dioses del golf son caprichosos. Tan pronto te abrazan como te dan la espalda. Solo ellos saben por qué últimamente han decidido ensañarse con el que hace no mucho era uno de sus protegidos, Jon Rahm, que en su vuelta a la competición tras el batacazo olímpico se llevó una nueva bofetada en The Greenbrier (Virginia Occidental, EE UU), escenario del último torneo regular de la temporada en el LIV (ya solo quedan la final individual de Chicago y la final por equipos de Dallas). Lo que podría haber sido la tercera victoria española consecutiva, tras la que protagonizó Sergio García en Valderrama y la del propio Rahm en tierras británicas, tornó en tragedia, derrotado el vizcaíno, que salía líder en solitario, por el estadounidense Brooks Koepka en el primer hoyo de un playoff que ha sido método recurrente este año para decidir campeones en la superliga saudí.
Cuatro de sus doce paradas hasta la fecha se han dirimido por esa vía, tres con participación española. Solo una, la de Sergio García en Valderrama, tuvo final feliz para la parroquia nacional. A este llegó Rahmbo a lomos de un ‘tubo’ de seis metros y medio en el 15, que actuó como desfibrilador para un paciente que a esas alturas de la vuelta, con dos golpes de desventaja respecto a un tiburón como Koepka, cinco grandes en sus vitrinas, tenía mal pronóstico. La descarga le devolvió el pulso al de Barrika, que antes había embocado otros cuatro birdies con un bogey anticlimático en el 6. Acto seguido aprovechó el último par 5 del recorrido y su rival solo pudo rascar el par. Aunque merodeaba por ahí otro norteamericano, Jason Kokrak, el pulso tenía reminiscencias a ese domingo de abril del año pasado en el que Rahm se coronó campeón del Masters tumbando precisamente a Koepka en un mano a mano.
Empatados llegaron al 18, par 3, un tramo final de campo tan poco habitual como propicio para un desenlace como el que se fraguaba. Ninguno de los dos se fabricó una oportunidad de birdie, cosa que sí hizo Kokrak, para después fallar un putt relativamente cómodo que le apartó del playoff. Así que Rahm y Koepka se montaron en un buggy y se encaminaron de nuevo al tee, y uno podía imaginarse a Yassir Al-Rumayyan puro en boca y pies encima del escritorio en algún despacho de Riad o Nueva York, relamiéndose con semejante escenario, probablemente la imagen que tenían en su cabeza los jeques cuando decidieron echar sus redes en este caladero. Por entonces ya andaban en casa club Sergio García, que firmó otra buena actuación, octavo con -14 tras completar los últimos 18 hoyos con cuatro birdies sin mácula, y sus protegidos en los Fireballs: David Puig, -5 para -12 en uno de esos días en los que se le caen los birdies, y Eugenio Chacarra, -2 para -8 en otro torneo discreto. La clasificación por equipos se había decantado a favor de los Smash, la estructura que capitanea Koepka.
El segundo intento del vasco acabó en el bunker trasero y el yanqui, en una decisión de puro match play, buscó y encontró el centro del green sabedor de que el par, en un escenario realista, sería suficiente. No se equivocaba, porque Rahmbo, con un lie diabólico, una pierna más alta que la otra, pegó un filazo y se encomendó a los dioses para embocar un putt largo. Como en París, esta vez tampoco le bendijeron. Su bola hizo un ‘microondas’, lamiendo el hoyo sin entrar. Calentó pero no comió. “Duele más de lo que me gustaría. Tengo mucho que aprender”, se resignó Jon, que del 13 al 15 de septiembre jugará por el título de campeón anual del circuito en una pugna que casi se reduce ya a él y el chileno Niemann. “Probablemente sea mi victoria favorita en el LIV. Jon es un pedazo de jugador”, le dedicó Brooks. Una tirita seguramente insuficiente para el boquete que el golf ha abierto en el corazón de Rahm este desafortunado mes.
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