EE UU espanta el fantasma de Medinah y recupera la Solheim
El equipo americano aguanta el tipo en el intento europeo de remontada y vuelve a saborear un triunfo siete años después.
Las similitudes estaban ahí y Europa se aferró a ellas como un naúfrago a su chaleco salvavidas, pero la realidad fue más prosaica. No hubo milagro europeo al estilo del de Medinah en la Ryder Cup de 2012, y Estados Unidos se proclamó campeón este domingo de la 19ª edición de la Solheim Cup, la undécima victoria en su palmarés por las ocho con las que se mantiene el Viejo Continente. En el Robert Trent Jones Golf Club de Virginia, las chicas de Stacey Lewis cortaron una racha de tres derrotas seguidas, que había dejado huérfanas de éxito en esta cita hasta ahora a la generación de las Nelly Korda, Lilia Vu, Ally Ewing y compañía.
Si es un accidente en una edad de oro europea o un cambio total de tendencia solo el tiempo lo dirá, pero igual que en el ámbito masculino queda la sensación de que Estados Unidos tiene un molde óptimo para instaurar una tiranía que solo la mística y el espíritu gregario de los que se alimenta su oposición puede frenar. Y es que a diferencia de lo acontecido el año pasado en Málaga, cuando los pronósticos se decantaban de forma casi unánime por un equipo americano netamente superior en ranking y palmarés de sus integrantes, en ningún momento de esta edición las pupilas de Stacy Lewis perdieron el control de la situación. De hecho no andó lejos de ser la primera vez desde 1990, cuando solo se jugaban cuatro partidos de foursomes en la primera jornada y cuatro de fourballs en la segunda, que Europa no ganaba una sola sesión. Todos los intangibles, y prácticamente todos los puntos de inflexión que cambian dinámicas en un formato de estas características, favorecieron al bando local. Y cuando los dioses del golf sonríen a un grupo de jugadoras que ni siquiera les necesitan de su lado, la cuesta se pone demasiado empinada.
Las de Suzann Pettersen necesitaban como mínimo ocho puntos de los 12 disponibles este domingo, al que tres de sus jugadoras llegaban sin un solo tanto en su casillero particular y otras seis, con solo uno. Charley Hull, que se ha echado el equipo a la espalda estos días junto a Anna Nordqvist, dio alas a la épica triturando a Nelly Korda (6&4) en un triunfo de muchos quilates, por el curriculum de su rival, número uno del mundo con seis títulos este curso y que llegaba al domingo contando sus partidos por victorias.
El problema era que por detrás Megan Khang hacía de las suyas, sacando rápido de carril a la danesa Emily Pedersen con un 6&5 para rematar su pleno (3 de 3) en la edición, que le confirma como una figura imprescindible en un vestuario de match play. También se decantaba rápido (4&3) el choque entre la inglesa Georgia Hall y una Alison Lee abandonada por el putter, que cedió tres de los cuatro primeros hoyos fallando varios intentos cortos y arregló así una Solheim hasta entonces discreta de Georgia.
El escenario se habría puesto tímidamente ilusionante para las europeas de no ser por Rose Zhang y Allisen Corpuz, dos martillos neumáticos. La primera ha recuperado este año todas las asignaturas que dejó pendientes en Finca Cortesín, y firmó unos cinco primeros hoyos de museo que dejaron descompuesta a Carlota Ciganda. Luchó la navarra, que llegó a estar dos abajo con un gran birdie al 9, pero cuatro de los siguientes cinco hoyos fueron al marcador de la californiana (6&4 al final) y no puedo evitar igualar su peor Solheim a nivel de resultados, la de 2017, con un balance de 1-3. “Una pena no poder ganar. Las americanas han jugado muy bien, muy sólidas, y han metido más putts. Lo hemos intentado pero no era fácil. Enhorabuena a ellas. Sabíamos que se podía y creo que hemos puesto todo lo que teníamos. Ha sido un buen esfuerzo”, diría después. Corpuz por su parte desactivaba el principal arma europea estos días, la veterana Nordqvist, con un recital de hierros. 4&3 y Estados Unidos a punto y medio de la copa con siete partidos en el campo.
Hubo una última carga, cuando la alemana Henseleit le dio la vuelta al calcetín en su enfrentamiento con Andrea Lee y la francesa Boutier recuperó terreno en lo que había empezado como un monólogo de Lexi Thompson. Fue efímera, porque Lee acabó rascando medio punto y, aunque Boutier chafó parcialmente la despedida del golf profesional de Lexi con un 1 arriba, Lilia Vu aguantó el arreón de la suiza Valenzuela y puso en el tablón el medio punto que le faltaba al Tío Sam para cantar victoria. Quedaron en meros trámites el empate de Coughlin, que igualó la mejor hoja de servicios de una rookie norteamericana (3,5 puntos, los mismos que Nelly Korda, Paula Creamer y Michelle Wie en su día), con la sueca Stark; el 4&3 con el que la irlandesa Maguire maquilló una Solheim que ha dejado algo tocado su aura de invencibilidad ante Ally Ewing (que se va con un 0-4 y agranda el asterisco que pesa sobre su cabeza en este formato); el 1 arriba de la sueca Sagstrom contra Schmelzel, y el 2&1 de Kupcho a Linn Grant, que pasa del 3-2 de Málaga, donde fue una de las destacadas, a un 0-4 descorazonador.
No pasará a la historia su actuación ni ninguna de las jugadoras europeas, que al menos tendrán en los resúmenes un buen bidón de gasolina para intentar dejar, dentro de dos años y de vuelta en casa (en Bernardus, Países Bajos), esto en una excepción a unos últimos tiempos en los que los colores dominantes fueron el azul y amarillo Europa.
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