El trofeo más pequeño del mundo
En 1882, Australia venció a Inglaterra en críquet por primera vez, algo que los británicos se tomaron como una humillación. El año posterior se cobraron la venganza y regalaron a los australianos una pequeña urna con cenizas de una de las estacas del tercer partido de la serie. Desde entonces, el ganador de ‘The Ashes’, como se conoce el enfrentamiento, se queda con la pequeña copa.