El conocimiento del Barça fue insuficiente para Xavi Pascual

El Barça estaba obligado a ganar en Bucarest para optar a las dos primeras plazas del grupo y lo hizo, 30-35 (15-17), un resultado amplio en la Champions, y quien no viese el partido podrìa pensar que le resultó sencillo al equipo catalán, aunque si observa que a menos de cinco minutos para el final el marcadoir era 29-30, y le cuentan que el pivote Mandouh logró 9 tantos de 11 lanzamientos, y que los dos errores llegaron en este último tramo, a lo mejor ya entiende que no fue coser y cantar.

De entrada el Barça se encontró con un Dinamo que apostó por jugar el partido entero con siete en ataque, sin portero, buscando la superioridad pese al riesgo. Es de suponer que Xavi Pascual, más de una década en el banquillo azulgrana, recordaría que al equipo catalán se le atraganta la defensa en esas condiciones, y que en seis contra seis los azulgrana tiene más recursos.

Pascual, que sufrió el ataque con siete del Kiel en una final de la Champions, era consciente que ese ataque conlleva el riesgo de conceder goles sin portero, pero al fin y al cabo son los mismos que se consigue el Barça con el contragolpe.

De esa manera el choque fue parejo con ventajas barcelonista que parecían romper el partido, pero el Dinamo siempre estaba ahí, con Nantes y el pivote Mandouh  de incisivos, a los que al final se unió Dissigir para generar problemas. El Barça, que de entrada vivió de Langaro, entregó su suerte final a Dika Mem y a Cindric, porque a Ortega le entró el sudor frío a cuatro minutos del límite y no quiso sufrir más (1-5).