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NATACIÓN

Las nueve horas más frenéticas de la natación en Tokio

Cinco nadadores españoles estuvieron recluidos en el Hotel del COVID por un falso positivo de un entrenador a solo dos días del comienzo de los Juegos.

La piscina de Tokio 2020.

El jueves 22 de julio, a un día de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio y a dos de que en el Centro Acuático se abriera la competición, la natación española vivió nueve horas frenéticas y dramáticas, desconocidas hasta la fecha, solo sufridas por los protagonistas. Cinco nadadores estuvieron a punto de no poder competir debido a un falso positivo de Jordi Jou, entrenador del CN Sant Andreu, quien más nadadores llevó a la capital japonesa.

Jessica Vall, Joan Lluis Pons, Hugo González, África Zamorano y Lidón Muñoz aterrizaron en Japón diez días antes. Pero no lo hicieron en Tokio, sino en Yamaguchi, donde España construyó su centro de preparación en el ciclo olímpico. Junto a ellos, Jou, Sean Kelly (director técnico), José Ignacio González ‘Taja’ (entrenador de Hugo) y uno de los médicos de la RFEN. Todos ellos cogieron un tren bala ese jueves para entrar en la villa olímpica.

Pero a los 45 minutos de trayecto, los dos voluntarios que acompañaban a la expedición recibieron una llamada desde el laboratorio de Hiroshima. Jordi Jou había dado positivo en el último test de saliva. Se activaron los protocolos. El entrenador tuvo que abandonar el vagón con los nadadores e ir a uno vacío. Le hicieron un test de antígenos y dio negativo. La odisea no había hecho nada más que comenzar, y también la batalla mental.

Al llegar a Tokio, cinco miembros de la organización esperaron a Jou y lo llevaron a un taxi (“se equivocaron de taxi, iba dirección al aeropuerto, se dieron cuenta y volví al mismo punto. El segundo taxi me llevó a la villa”). La expedición se bifurcó. Jou acudió a la clínica de la villa olímpica donde se sometió a una PCR con la compañía del médico del Comité Olímpico Español (COE). Debería esperar tres horas al resultado.

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Gorka Leiza.

El trabajo psicológico durante el proceso

Mientras tanto, el resto de la expedición acudió al Hotel Nice Day, el del COVID. Su llegada a Tokio no había sido lo ilusionante que esperaban. “Estábamos hundidas”, relata Jessica Vall. En la entrada, los nadadores debieron firmar un papel que explicaba que deberán permanecer entre tres y 14 días sí se confirma el positivo de Jou. Eso supondría que nadadores como Pons, que competía el sábado, se perdería los Juegos.

“No podía ocurrir. En Yamaguchi estábamos aislados, nos hacíamos tests todos los días y las medidas eran muy restrictivas”, pensó Jou, que rápidamente llamó a las psicólogas que trabajan con ellos. Con Eva Molleja y Ana Merayo hicieron una videollamada de una hora y cuarto en el tren para activar un plan B en caso de que finalmente se confirmara el positivo pero permitieran competir a los deportistas. Todo estaba controlado.

Cada nadador, recluido en su habitación, lo vivió a su manera, también en contaco con las psicólogas. Había nervios y videollamadas. Pons estaba tranquilo y activó el cronómetro para descontar el tiempo que faltaba para conocer la noticia; África intentó relativizarlo hasta que no sabía cuál iba a ser el desenlace; Vall lloró y Lidón desató sus tensiones después. Hugo González esperaba también expectante hasta que, a las 22:00, una llamada de Jou comunicó que había dado negativo. Gritos y abrazos en el hotel del COVID. Y los nadadores pudieron volver para la villa. Una entrada silenciosa y llena de tensión después de nueve horas dramáticas a menos de dos días del comienzo de los Juegos.