Navarro y Di Nenno, revancha y título ante Ruiz y Stupaczuk

El Open de Córdoba acaba ratificando el número uno del año de Gemma Triay y Alejandra Salazar, con ocho torneos ganados, en la clasificación femenina, y en la pelea masculina, Di Nenno y Paquito Navarro ganan su segundo título y se toman la revancha ante Ruiz y Stupaczuk de la final de Cerdeña y mantienen sus aspiraciones, de lejos, de dar un zarpazo en el ranking (son la pareja dos).

Es la quinta victoria consecutiva de Gemma y Alejandra, que han entrado en una dinámica ganadora que les hace recuperarse de cualquier revés, y no acusan moralmente los goples. En la final empezaron perdiendo ante Ari y Paula, que volvían tras un torneos fuera por lesión, y que son la segunda mejor pareja del año. 6-7 de entrada, y luego Gemma impuso su ley en la pegada, en la víbora, en estar por donde no se la espera para ganar pùntos, para mortificar en el cruzado a Ari, para permitir a Alejandra decidir con su derecha: 6-4 y 6-4. No fue fácil, porque enfrente estaban sus rivales más encarnizadas, pero es lo suficiente como para dominar el añlo matemáticamente.

En la final masculina estaban dos parejas que se han enfrentado en varias ocasiones a lo largo de la temporada y sólo una vez habían ganado Ale Ruiz y Franco Stupaczuk, pero en una final, la de Cerdeña, que sería el primer título para ellos dejando con la miel en los labios a Di Nenno y Navarro. Y ahora, Ruiz y Stupaczuk venían reforzados tras eliminar a Lebrón y Galán en las semifinales, lo que siempre imprime un chute de moral.

Pero a Franco y Alex el juego de Paquito y Martin les complica el suyo. Navarro y Di Nenno defienden como uñas y dientes, pero lo combinan con un ataque mortal y demoledor, y cuando toman la red sus voleas son como un tiroteo insalvable. Navarro controló a Stupa, al que arrinconó en su lateral, y sólo Ruiz emergió en ocasiones con su pegada, pero es que además tuvo el infortunio de que en la recta final le contrarrestaran el remate por tres, para cerrar el partido Di Nenno con una salida majestuosa, como antes había hecho Stupaczuk, salvo que esta valía el encuentro en el segundo 6-3 del choque.