La Catedral de la Pilota Valenciana acoge su gran final
La Lliga Caixabank d'escala i corda celebra la final de su 30º edición en la que los pilotaris han tenido que superar las adversidades provocadas por las restricciones de la pandemia.
En el número 6 de la calle Pelayo, en el centro de Valencia, a pocos pasos de la Estación del Norte y cerca de la Plaza del Ayuntamiento, se encuentra ‘La catedral de la Pilota Valenciana’. El Trinquet de Pelayo, con sus 58,5 metros de longitud, 11 de anchura y 9 de altura, debe su nombre a su calle de acceso. El Trinquet, curiosamente, se inauguró cuando ni tan siquiera estaba trazada la calle Pelayo. Allí se juega a la pilota, en especial a su modalidad d’escala i corda, desde el 20 de agosto de 1868, aunque hay constancia de esta práctica deportiva autóctona de la Comunitat Valenciana desde el Siglo XIV.
Este sábado acoge la final de la Lliga CaixaBank d’escala i corda, la competición fetiche de la disciplina junto al ‘Individual’. Los equipos de Almussafes (De la Vega, Javi y Carlos) y Pedreguer (Giner, Pere y Álvaro Gimeno) pelearán por el trono en su 30º edición (17:45 horas, À Punt). Lo harán, eso sí, sin el calor de las más de 800 personas que llenan cada partida de índole el Trinquet de Pelayo, cerrado al público por la pandemia. Tal coyuntura está condicionando a los diferentes actores de la pilota valenciana, calificada como Bien de Interés Cultural y que se ha encontrado por el Covid-19 con trabas burocráticas y protocolarias.
El arraigo de la pilota valenciana, en sus diferentes modalidades (raspall, llargues, escala i corda, frontón o galotxa), se constata con datos: 640 instalaciones, alrededor de 220 clubes, más de dos mil federados (200 de ellos mujeres, con competiciones propias desde 2007), con 2500 niños con licencia de Jocs Escolars Comunitat Valenciana (JECV) y con más de 20.000 escolares que participan cada año en el proyecto Pilota a L’Escola. En lo más alto de la pirámide, en la presente temporada, la Fundació per la Pilota Valenciana tiene firmados contratos con 24 pilotaris profesionales, deportistas que viven por y para este deporte, con su correspondiente salario mensual que negocian cada año y un cupo mínimo de partidas a disputar.
La Generalitat Valenciana, por el hecho de aportar subvenciones, cataloga dicha actividad como de élite. Pero desde hace años se trabaja en un marco jurídico para que a través del Consejo Superior de Deportes se considere, al menos en la Comunitat Valenciana, como deporte profesional. Precisamente por ser de élite y no profesional, la Lliga Caixabank d’escola i corda, así como todas las partidas que se celebran cada tarde en múltiples localidades de la Comunitat Valenciana, fueran canceladas en enero y febrero por las restricciones de la pandemia.
La cancelación de la competición supuso un trastorno en la preparación de los pilotaris. “Cuando no juegas partidas, le pierdes el punto al golpeo”, comenta Javi, que a sus 37 años disputará este sábado su séptima final de Liga. “Si no juegas, pierdes músculo en el brazo y en la mano, pero sobre todo técnica, así que nos hemos tenido que organizar entre nosotros para entrenar”, apunta Giner, que a sus 22 años es una de las sensaciones del circuito y que vivirá su primera final.
“La vida del pilotari es parecida a la del tenista”, explica Giner. Cada uno tiene su propio preparador físico y el ritmo competitivo lo adquieren con las partidas que organiza cada trinquet o localidad. Su preparación es individual, aunque haya disciplinas que se juegan en equipo. Los equipos, de dos o de tres, los organiza la Fundació per la Pilota Valenciana para la mayoría de las competiciones, buscando siempre un equilibrio competitivo. Se pretende así nivelar las partidas para darle mayor vistosidad al juego, lo que beneficia al taquillaje de los trinquets, y equidad a las apuestas, uno de los atractivos de los asistentes y otra fuentes de ingreso de los organizadores de aquellas partidas del día a día que no están patrocinadas. “Todas las competiciones menos las de competición se han aplazado hasta que vuelva a poder asistir público”, lamenta Javi.
La Lliga Caixabank se reaunudó a principios de marzo, pero el resto se aplazaron. Así, los pilotaris tuvieron que improvisar entre ellos para no perder ritmo ni técnica, que es “la clave de este deporte”, considera Giner. “Llamabas a los compañeros que sabes que viven cerca y acudíamos a jugar a los trinquets en los que nos dejaban acceder, porque había localidades confinadas en las que no estaba permitido abrir los recintos”, recuerda Giner. Tales adversidades las han superado por esa pasión por la pilota que se hereda de padres a hijos y de abuelos a nietos. Esa pasión que este sábado vivirá otra gran final d’escala y corda en ‘La Catedral de la Pilota Valenciana’ y que continuará el próximo fin de semana en Xeraco con la final de la Liga en la modalidad de raspall.
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