Una exnadadora estadounidense desvela su infierno: abusos, abortos e intento de suicidio
Sarah Ehekircher asegura que se quedó embarazada en dos ocasiones de su entrenador, Scott MacFarland, que los abusos empezaron siendo menor y que su federación lo sabía.
Sucedió en las décadas de los 80 y los 90 en su entorno deportivo. Durante años sufrió en silencio los abusos sexuales continuados de su entrenador, que en dos ocasiones acabaron en embarazo y en aborto y su desesperación y su dolor le llevaron en varias ocasiones al abismo. Más de 20 años después la exnadadora estadounidense Sarah Ehekircher, ahora de 51 años, se ha atrevido a contar al mundo su particular infierno, con el fin de abrir los ojos a otras deportistas en su misma situación y que no vuelva a pasar.
Sarah se ha animado a hacer público su calvario ahora. Y lo ha hecho en una columna escrita en el periódico británico The Guardian, en la denuncia los abusos y las violaciones de los que fue víctima durante 30 años por parte de su entrenador, Scott MacFarland. También ha presentado una denuncia en un tribunal de California contra MacFarland por las continuas violaciones de las que fue víctima, incluso cuando era menor de edad. Y garantiza que la Federación de Natación de Estados Unidos sabía lo que estaba pasando y no hizo nada.
En una columna en The Guardian ha contado lo que nunca antes había contado, incluso sus vivencias más dolorosas. Sarah creció prácticamente sin familia. Su madre murió cuando tenía 12 años y su padre, alcohólico, se fue a vivir con otra mujer. En esas circunstancias, relata, su exentrenador empezó a ejercer todo el control sobre ella. Bajo la excusa de la protección, Sarah comenzó a vivir bajo el mismo techo que su entrenador, todavía siendo menor de edad: "Todos sabían que vivía con un hombre de 30 años, pero nadie me preguntó si estaba bien, si me estaba pasando algo malo. Los demás nadadores estaban demasiado preocupados por obtener la aprobación de los entrenadores y los padres estaban preocupados por la actuación de los niños”.
Los abusos, relata, empezaron siendo menor de edad, con apenas 17 años: "Su objetivo era romper mi confianza en mí misma para poder abusar sexualmente de mí misma más adelante. Los abortos fueron una parte muy dolorosa y traumática de mi vida, un dolor que iba en aumento. En 1999 fui hospitalizada en Virginia después de mi primer intento de suicidio”.
Su inmadurez, su complicada situación personal, sin familia y sin saber a dónde ir, le impidieron denunciar lo que estaba viviendo y pedir ayuda: "Me han hecho esta pregunta innumerables veces y con el paso de los años me di cuenta de que era por miedo, porque no tenía adónde ir. Él pagó por la casa donde vivía, pagó mi comida, mi ropa, los viajes… Sé que no era normal ni siquiera en 1986. Pero era como el síndrome de Estocolmo. Además, ¿qué más podía hacer?”.
La exnadadora denuncia también la falta de ayuda de su federación: En 2004 le conté a la federación lo que estaba pasando. En lugar de ayudarme, denunciar el caso a las autoridades, me dijeron que mi caso no era el único, que esto pasaba muchas veces y que tenía que soportarlo y superarlo sola. Fueron tantos los adultos que me fallaron ... Nada de esto hubiera pasado si solo un adulto hubiera intentado ayudarme”.