Cuarentena en Moscú
Sara Hurtado, patinadora española de danza, vive en Moscú, donde se entrena junto a Kirill Khalyavin. Allí le ha pillado el confinamiento.
La pasión de Sara Hurtado es el hielo. Hace cuatro años esa devoción por el patinaje helado le llevó a Moscú, donde aterrizó para formar pareja artística de danza con Kirill Khalyavin. Ahora vive un confinamiento extraño en la capital rusa, lejos de Madrid y con más de tres meses sin calzarse unas cuchillas. "Fue volver de España y verme de repente aislada en casa. Supuso una bofetada de realidad. Primero hice 14 días de cuarentena para extranjeros, y luego ya aislada. Nunca estuve tanto tiempo fuera del hielo, que es la razón principal por la que resido aquí", dice la madrileña, de 27 años.
Sara tiene en Rusia una situación de confinamiento más estricta que la que existe actualmente en España. De las exigentes sesiones de entrenamiento con Sasha Zhulin al frente, y con Kirill como pareja, al parón: "Es muy extraño, porque con Kirill pasaba seis horas al día pegada a él y ahora no puedo ni abrazarle. Eso sí, al principio le veía desde la puerta porque se turnaban para traerme la comida".
Esas restricciones rusas parece que se relajarán la próxima semana: "Empezamos a ver un poco la luz, aunque tenemos que realizar bastantes gestiones, porque al competir con España hay que pedir permiso al Comité Olímpico Ruso y a la Federación. Pero a mediados de mes deberíamos estar patinando. Este lunes dijeron que abren las tiendas y que quitan la limitación de movilidad a dos kilómetros".
Los corredores se compran una cinta, los ciclistas hacen rodillo, pero... ¿cómo se busca una patinadora la vida para seguir en forma? "Trato de mantener el físico lo máximo posible con ejercicios del preparador. Iberdrola me hizo llegar una cinta de cardio y trabajo el equilibrio y la propiocepción. El virus nos ha causado muchas carencias, pero cuando volvamos habrá que ponerse rápido al lío", explica con optimismo.
Hurtado fue olímpica en Sochi 2014 (junto a Adriá Díaz) y en Pyeongchang 2018 (con Khalyavin), y su leitmotiv es llegar a unos terceros Juegos, los de Pekín 2022. "Sería emocionantísimo estar allí", cuenta. Este año ya habían repetido el séptimo puesto en los Europeos y su madurez como dupla continuaba firme. "No tengo ni idea de cómo nos va a afectar, si nos perjudica o nos beneficia, pero está claro que sí que se pierde. No podemos hacer más que, cuando volvamos, ponernos a tope a currar", sigue.
Sin calendario definido, en las largas videollamadas con Kirill y el equipo han hablado de los programas. "Estamos debatiendo sobre ellos. El corto, de Hello Dolly, lo vamos a mantener porque nos sentimos muy bien, con mucho ritmo. Quizás incluyamos algún cambio. Y queríamos probar algo nuevo en el largo".
Aunque lo prioritario es volver a deslizar las cuchillas, ganar velocidad en el hielo, y agilidad y compenetración en las piruetas. Así se comienza a funcionar y a reconstruir la pareja Sara y Kirill. ¿Y volver a casa, a Madrid? "Aún queda, porque el problema es que probablemente luego no pueda regresar a Moscú". Todo por el hielo.