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MONTAÑISMO

La primera ascensión española al Everest cumple 40 años

A las 15:30 h. del 14 de mayo de 1980, Martín Zabaleta (guipuzcoano de Hernani) y el sherpa Pasang Temba alcanzaban la cumbre del Everest (8.848 mts).

La primera ascensión española al Everest cumple 40 años

A las 15:30 h. del 14 de mayo de 1980, Martín Zabaleta (guipuzcoano de Hernani) y el sherpa Pasang Temba alcanzaban la cumbre del Everest (8.848 mts). Era la primera expedición española que llegaba al techo del mundo en toda la historia. Detrás quedaban las intentonas de Felipe Uriarte y Ángel Rosen (que llegaron a 8.500 mts) y, en el mismo 80, la de Xabier Garaioa que rondó el pico Sur, a 8.750 mts.

Doce montañeros vascos realizaron la primera subida española con ayuda del oxígeno artificial pero en las condiciones de hace 40 años. Algunos alpinistas necesitaron cuatro meses entre el viaje de ida con los portes, la expedición en sí y el regreso a casa con todo el material. En 1980 se llevaron 13 toneladas, la mayoría comida, con desplazamientos que suponían auténticas aventuras. Ya en la Ruta Sur-Sudoeste, el tramo de la Cascada de Hielo del Khumbu, sin ir más lejos, llevaba entre dos y tres semanas. Ahora hay sherpas que se encargan de tenerla abierta continuamente y se paga un peaje a los doctores del hielo.

El sherpa Pasang Temba, con la ikurriña en la cima.
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El sherpa Pasang Temba, con la ikurriña en la cima.

No se puede entender este proyecto sin hablar de Juan Celaya, el empresario que impulsó todo y que se convirtió en el mecenas. En la primera intentona de 1974 (la Tximist) invirtió 10 millones de las antiguas pesetas. Rosen y Uriarte tuvieron que darse la vuelta a 8.500 mts y, nada más bajar a Katmandú, los expedicionarios gestionaron un nuevo permiso que, posteriormente, sería intercambiado con un grupo ruso que no tenía interés en intentar esa montaña en el mismo año de los Juegos Olímpicos de Moscú para no quitarles protagonismo, haciéndoles sombra. El proyecto volvía a cobrar fuerza.

El grupo del 80 estuvo formado por Juan Ignacio Lorente, Ángel Rosen, Luis Mari Sáenz de Olazagoitia, Felipe Uriarte, Juan Ramón Arrue, José Urbieta, Kike de Pablos, Emilio Hernando, Ricardo Gallardo, Xabier Garaioa, Xabier Erro y Martín Zabaleta. Fue este último quien lanzó el ataque definitivo a la cumbre junto al sherpa Pasang Temba. Garaioa había pegado al larguero en dos ocasiones pero, sobre todo, el viento le frenó. En el tercer intento, Zabaleta y Temba llegaron al punto más alto. Era bastante tarde para estar en la cima y, además, tuvieron que bajar a duras penas porque el nepalí se mostró muy agotado a pesar de la ayuda del oxígeno artificial.

Martín Zabaleta y Mónica Larburu, su madre.
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Martín Zabaleta y Mónica Larburu, su madre.Fundación EMMOA

Si hasta la cumbre, el alpinista guipuzcoano había tenido que tirar de él, al descender ocurrió lo contrario: se vio obligado a sujetarlo para que no se despeñara. A pesar de ello, tuvo varias caídas que pusieron en peligro el retorno al campamento de altura. Ya de noche, Zabaleta decidió vivaquear en una grieta a 8.500 mts. con unos 34 grados bajo cero. Los dos salieron indemnes de esa experiencia y llegaron días después al Campo Base cerrando el círculo de esta gesta, enorme para la época. Hasta hacía muy poco se pensaba que era imposible esta ascensión sin la ayuda del oxígeno artificial (la primera mundial fue de Messner y Habeler en 1978) o que las mujeres no podían subir a esta montaña por su morfología (en 1975 la japonesa Junko Tabei demostró que eso era una falacia).

El regreso al aeropuerto de Sondika fue espectacular y todo el mundo vivió la ascensión como algo propio. Martín Zabaleta se marchó a vivir a Estados Unidos, a Montana, y vivió de su trabajo como carpintero y también ejerciendo de guía de montaña. Guiaba a alpinistas en las Montañas Rocosas y organizaba expediciones a los Andes con clientes estadounidenses. Durante algunas temporadas también traía grupos de norteamericanos a los Pirineos. Hace unos pocos años ascendió al Aconcagua (techo de América del Sur con 6.962 mts) por la vertiente Sur y el año pasado, con 69 de edad, alcanzó la cima del Fitz Roy, aguja patagónica argentina con mucho compromiso técnico. Además del Everest, Zabaleta tiene dos ochomiles más en su cuenta particular: el Kangchenjunga y el Cho Oyu.

El montañero guipuzcoano perdió a su madre el pasado mes de diciembre. Tenía 95 años y, meses antes, había realizado una donación a la Fundación EMMOA, que desea crear un museo del alpinismo vasco y recoge material histórico donado por los montañeros. Entregó la chaqueta de cima de su hijo Martín y un rosario muy especial. Cuando Zabaleta estuvo en la cumbre del Everest, depositó una ikurriña en la parte más alta y se llevó un tesoro que habían dejado previamente los polacos que le habían precedido: un rosario bendecido por el Papa Karol Wojtyla, que como parece lógico por devoción cristiana, acabó en las manos de Mónica Larburu, su madre. Hoy también hay que acordarse de ella.