Monzó y la primera generación
El nadador de Barcelona, que fue medallista en el Europeo de 1966 que supuso el segundo podio de la historia de la natación española, perteneció a una generación pionera.
Antes de que Mireia Belmonte se convirtiera en la mejor nadadora o de que David López Zubero lograra la primera medalla olímpica en Moscú 1980, la natación española contaba sus éxitos con los dedos de una mano. Había pocos nadadores, no existían las piscinas cubiertas ni los recursos eran suficientes para destacar internacionalmente. Jaume Monzó Cots (Barcelona, 1946) fue uno de esos pioneros que rompió barreras, “referentes” para las generaciones posteriores. Falleció la noche de Reyes a los 73 años.
Monzó se apuntó con apenas diez años a clases de natación en el CN Montjuïc y pronto empezó a destacar gracias a sus condiciones físicas. Su gran éxito llegó en el Europeo de Utrecht de 1966, cuando en los 200 espalda consiguió colgarse una plata y convertirse en el segundo nadador español en subirse a un podio después de Miquel Torres cuatro años antes. “Era una persona jovial, cariñosa y muy alegre. Pertenecía a mi generación, somos muchos nadadores los que nacimos en el 46: en aquella época liderábamos la natación en España”, recuerda Torres.
“Cuando íbamos a competir fuera, nadie contaba con nosotros. Fue una sorpresa su medalla. Nadó una gran carrera”, rememora, en una competición en la que el ex presidente del CN Sabadell fue cuarto en los 1.500 libre. Monzó tuvo más éxitos deportivos. Al margen de batir los récords de España de 100 y 200 espalda en numerosas ocasiones y de ganar ocho campeonatos nacionales, participó en los Juegos de México en 1968 y fue bronce en los Juegos Mediterráneos celebrados en Túnez en 1967.
“En México 68 pudo haberlo hecho mejor, pero no se adaptó a la altura”, recordó Santi Esteva, nacido en 1952 y su sucesor en la espalda. “Para mí fue un referente”, añadió. Después de la retirada, Monzó, que estudio arquitectura técnica, siguió vinculado al deporte. Colaboró con la reconstrucción de la piscina Sant Jordi, fue voluntario en los Juegos Olímpicos de Barcelona y formaba parte actualmente a la Comisión del Centenario de la Federación Catalana de Natación, que tendrá lugar en 2021.
Cada semana seguía acudiendo al CN Montjuïc a nadar y el pasado 25 de diciembre participó en la Copa Nadal, que ganó en 1965. Ya había sufrido varios problemas de salud en los últimos años. “Me decía que tenía una espada de Damocles detrás”, recuerda Torres, quien solía reunirse con aquella generación que ahora pierde a uno de sus miembros más queridos.