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Cándido Ibar mantiene la lucha para sacar a su hijo de la cárcel

El hermano de Urtain regresa a España para vivir tras una vida en Estados Unidos, y espera continuar la lucha para retirarle a Pablo su condena

Madrid
Cándido Ibar mantiene la lucha para sacar a su hijo de la cárcel
DANI SANCHEZDIARIO AS

Enjuto, casi enteco, con los surcos de una lucha de un cuarto de siglo por sacar a su hijo Pablo de las cárceles de Estados Unidos marcados en su rostro, ha decidido regresar a España. “Necesito un cambio de aires, refrescarme. Me ahogaba allí”, dice Cándido Ibar (Cestona, 75 años), que desde hoy mismo estrenará “un apartamento en el pueblo de siempre”, del que salió como pelotari profesional a los frontones de Florida. Y allí se quedó el hermano del famoso y malogrado boxeador Urtain.

“Regreso, sí, pero tendré que viajar a Estados Unidos. Es inevitable. Allí tengo a Pablo, al que no podemos abandonar, porque ya no está condenado a muerte, pero es como matarle en vida si no hacemos nada para evitar la cadena perpetua. Por lo menos que tenga un juicio justo”, explicaba ayer Cándido en Madrid. En enero, y en un cuarto juicio, Pablo fue declarado culpable de tres asesinatos. Antes, pasó 15 años en el corredor de la muerte.

Apelarán la cadena perpetua

El presidente de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, Andrés Krakenberger, explicó ayer el final de esa asociación y el inicio de otra Pablo Ibar, un juicio justo para seguir pleiteando en el complejo sistema estadoudiense, en el que esperan conseguir al fin la salida del español. “Ya se anunció la apelación, y ahora Pablo está a la espera de que le den transcrito todo su juicio para iniciar una apelación contra la condena a cadena perpetua”, aseguró Krakenberger, que espera recaudar “los 300.000 euros que costará el pleito” con aportaciones de mecenazgo, y ya cuenta con casi una cuarta parte de ese dinero.

Y no sólo es Pablo a quien tiene en EE UU, “porque allí viven también los otros tres hijos, cuatro nietos, y una nieta que llega ahora, la primera mujer en la descendencia”, explica este hombre que se jubilió a los setenta, que dejó Georgia por Florida para estar más cerca de Pablo, y que ahora necesita “aire para recuperar el resuello”.

“La situación de mi hijo ha mejorado en alguna cosa. Ahora se puede duchar todos los días. Puede hacer deporte, hablar con otros reclusos, hacer una vida más social, y está en Okeechobee, a sólo una hora en coche desde Miami, con lo que Tanya, su esposa, puede ir a verle más a menudo”, explica Cándido, que también apunta lo inconvenientes “de un centro con dos mil internos, con el imperio de las bandas, donde al compañero de Pablo le acuchillaron sin que se sepa el resultado”.

Sostiene que los Ibar están fuertes, que han superado el mazazo inicial de la cadena perpetua, que van a seguir luchando: “El veredicto nos afectó pero nos recuperados para volver a la pelea y aunque estuvo hundido va emergiendo”. Este vasco de manos inmensas asegura que no se pueden rendir “mientras haya esperanza”.


Ahora, otra vez a la pelea. Los Ibar esperan que Pablo tenga un nuevo juicio, “y que sea justo y limpio”. Ya se están preparando para otra larga carrera contra el tiempo que les llega en breve.