Caso Pablo Ibar: así cambia la vida de un preso condenado a muerte a cadena perpetua
Pablo Ibar pondrá fin a 15 años en el corredor de la muerte y deberá afrontar la pena de cadena perpetua a la espera de que prospere el recurso de apelación para un nuevo juicio.
Pablo Ibar recibió un hilo de esperanza después de que este miércoles el tribunal de justicia de Fort Lauderdale decidiera imponerle la pena de cadena perpetua en vez de la pena de muerte por el triple asesinato del que se le acusa y que tuvo lugar en junio de 1994. Ibar ve cómo se hace un paréntesis en esta dura travesía en la que tanto él como sus más allegados han luchado para evitar que Ibar pereciera en el corredor de la muerte y que seguirán luchando para demostrar la inocencia del sobrino del boxeador Urtain y lograr su total absolución.
Durante 15 años Ibar ha sobrevivido en un absoluto infierno en el corredor de la muerte en la prisión estatal de Florida. Ibar ha vivido en una celda de 2 metros de ancho por 3 de largo en la que tienen su propio urinario, un pequeño escritorio y una cama en la que dormir y donde respiran a través de una pequeña ventana. Al no poder salir de su celda, los guardias le pasan la comida través de una pequeña ranura en la puerta. El día a día en el corredor de la muerte también deja bastante afectados a los reos, ya que de 3 a 5 de la madrugada desayunan, tienen una hora de 'recreo' entre las 7 las 9, y sobre la media noche se realiza el cambio de ropa de los reclusos y tan sólo tienen 30 minutos cada dos semanas para salir al aire libre en jaulas montadas en el patio. Además, la permanencia en el corredor de la muerte no deja salir a los presos ni en casos excepcionales. Ibar no pudo acudir al entierro de su madre.
Tras la decisión tomada este miércoles, Ibar pasa a engrosar en la larga lista de personas condenadas a cadena perpetua y que está cifrada en cerca de 140.000 según los datos de la organización El Proyecto Sentencia publicados en el año 2013. Ibar, que permanece como recluso en una prisión común desde 2016, tiene habitación compartida con otro recluso y hace vida 'normal' dentro de la cárcel, además de poder recibir más visitas (antes la familia tenía que pasar exhaustivos controles para visitarle) y podrá realizar trabajos e incluso estudiar una carrera universitaria. Ibar deberá hacer frente a esta reclusión mientras su defensa busca apelar para la repetición del juicio para conseguir su total libertad y poner fin a más de 25 años de pesadilla.