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Patriots 41 – Chargers 28

¡Pánico en la NFL! Los PATRIOTS han vuelto y quieren sangre

New England destrozó a los Chargers haciendo un partido perfecto en defensa y en ataque, a un nivel estratosférico que no habían mostrado en toda la temporada.

Madrid
Jan 13, 2019; Foxborough, MA, USA; New England Patriots running back Rex Burkhead (34) celebrates with  tight end Rob Gronkowski (87) and quarterback Tom Brady (12) after scoring a touchdown during the second quarter against the Los Angeles Chargers in an
Winslow TownsonUSA TODAY Sports

New England tiene algo. Gane o pierda. Solo habían pasado unos pocos segundos del partido y ya olía a día grande, a partido especial. A regalo. Porque amados u odiados, estos tipos convierten cada partido de playoffs en una ocasión especial. Y el día que no estén en la cima los vamos a echar mucho de menos para amarlos con pasión… y para odiarlos con locura. Todo a la vez y bien mezclado.

Después de una temporada en la que todo parecía rodar con achaques, en la que todos parecía mayores, o de vuelta, o aburridos, este domingo, por primera vez en mucho tiempo, emergieron los Patriots en todos su esplendor. Deslumbrantes, imaginativos, agresivos… Como si hubieran estado desde septiembre dormitando, jugando con los justo, esforzándose lo indispensable, enseñando solo el tobillo, y por fin, ante los Chargers, hubieran decidido pasar la tarde en la oficina, pero como solo saben hacerlo ellos. Y pim, pam, pum, con Brady confirmando que ni en sueños tiene 41 años, que como mucho 28, el backfield tocando el órgano de la muerte y la defensa renacida y a una velocidad de ejecución que parecía olvidada en los almanaques de la franquicia.

La furia de los elementos

El retorno de la dinastía se inició con una serie perfecta de 14 jugadas y 75 yardas, que se alargó hasta el infinito durante más de siete minutos, con Brady contemplando su imperio como Julio César y White convertido en ‘ratón colorao’. Los primeros downs caían como mazos en la defensa de los Chargers, acostumbrada a dominar y completamente sobrepasada hasta que Sony Michel puso la guinda con el primer touchdown. Pero era solo el inicio de la tormenta. El primer oleaje, los golpes de viento que auguran que en un rato van a empezar a volar edificios y vehículos absorbidos por un tornado.

Antes de llevarse todas en el mismo carrillo, los Chargers tuvieron la entereza necesaria para conseguir un touchdown con un pase estratosférico de Rivers a Allen en el que Gilmore hizo su pirula de cada partido y se fue a cubrir al hombre invisible. El empate a siete fue solo un espejismo, quiero y no puedo y voy a fichar para que conste que vine al trabajo. A partir de ese instante, Rivers y compañía se convirtieron en espectadores de primera fila del regreso de la bestia, de la furia de los elementos, de la cólera de tito Bill y su G.O.A.T., de la irrupción de Hightower y sus magdalenas, de una defensa que convirtió a Phillip Rivers en un cervatillo asustado.

35-7 en el descanso

El plan de juego de New England se hinchó a sacar jugadas que parecían enterradas en el baúl de los recuerdos, Brady tenía el ansia de sangre y la mirada de codicia del que quiere desollar a sus rivales en cada jugada de cada serie y los touchdowns empezaron a caer a un ritmo endiablado. El segundo de Michel, uno de Dorsett con un pase de 15 yardas en tercer down, uno de Burkhead, un tercero de Michel… Era una bacanal. Con el diablo presente y brujas prestas al sacrificio. La única vez que los Patriots tuvieron que despejar McClellan recuperó el balón tras un fumble de Desmond en el retorno. 35-7 en el marcador y Brady se iba gritando indignado al vestuario porque los árbitros no le habían dejado sacar un último snap antes del descanso.

La segunda mitad sobró. Todos llegamos excitados al medio tiempo porque habíamos visto emerger a la bestia en todo su esplendor. No importaba el resultado. Era el acontecimiento. Como si un mago hubiera hecho desaparecer un edificio derruido y lo hubiera convertido, tras retirar la sábana, en un rascacielos asombroso. Los Pats, que parecían llegar a estos playoffs como un viejo achacoso que vive de glorias pasadas, estaban de nuevo en plena forma, exhibiendo músculos brillantes y dentadura perfecta. Pero en los últimos dos cuartos dormitamos saciados tras la comilona inicial.

Los Chargers maquillan (un poco) su fracaso

Los Patriots se jugaron un cuarto down en su primera serie del tercer cuarto que nos retrajo a otra época, cuando abusaban cada domingo de sus rivales y se ganaban el odio de toda la NFL. Así de sobrados estaban entonces y ahora. Al final tuvieron que conformarse con un field goal, pero su auténtico objetivo era consumir reloj para que acabara el festín y eso lo consiguieron a la perfección. Habían transcurrido más de siete minutos desde que Brady recibió el primer snap hasta que Gostkowski anotó la patada de 28 yardas (38-7). En la siguiente serie, los Chargers, con más espacio para respirar, anotaron su segundo touchdown con una carrera de Gordon (38-14), pero a esas alturas, y eso que aún quedaba un cuarto entero, esa anotación no le importaba a nadie. Unos estaban pensando en las vacaciones y Belichick en cómo sobrevivir en Kansas City a la encerrona de Andy Reid y la magia de Patrick Mahomes. De repente, la final de conferencia americana adquiere tintes de acontecimiento planetario de las que ponen en peligro la trayectoria de la tierra. Los PATRIOTS han vuelto y el pánico se ha cebado de toda la NFL.

En los últimos minutos, convertidos en entrenamiento de contacto para los Pats, que jugaban ya a medio gas, Gostkowski metió otro field goal (41-14), Virgil Green el tercer touchdown de los Chargers con conversión de dos de Allen (41-22), los equipos especiales de New England obligaron a Rivers a empezar a atacar en la yarda uno, Gilmore consiguió una intercepción para hacerse perdonar el único lunar del equipo en todo el partido y Antonio Gates consiguió el que, probablemente sea el último touchdown de su magnífica carrera (41-28). Punto y final y a la cama a tener pesadillas con Belichick. Es lo que toca.