Dallas Cowboys 24 – Seattle Seahawks 22
La defensa de Dallas fue demasiado para los Seahawks
Un gran partido defensivo de los Cowboys, con Zeke Elliott machacando por tierra y Amari Cooper por aire, terminó con la temporada milagro de Seattle.
Hay partidos que van más allá de la competición. Choques en los que ambos conjuntos tienen mentalidad bélica. Como ejércitos en la batalla. Eso era lo que prometía el Cowboys-Seahawks. Dos equipos que basan su éxito en la fiereza, en ir con todo en cada jugada, en llevar la intensidad más lejos que ningún otro. Y así fue este duelo de wild card desde el primer minuto. Dos enemigos mirándose fijamente a los ojos con la certeza de que el primero que cejara estaba perdido. Y por eso un field goal de 39 yardas de los Cowboys para abrir el marcador no pareció un botín pequeño después de un gran drive, sino tres puntos que valían su peso en oro.
Pero estas batallas suelen dejar víctimas inesperadas e imágenes desagradables que se graban en la retina. Y eso es lo que sentimos cuando vimos a Allen Hurns destrozarse el tobillo, la pierna y dios sabe qué tras un placaje de Brad McDougald. Un golpe legal, limpio, pero recio, porque así son los placajes de Seattle… y de Dallas. Solo habían transcurrido siete minutos cuando todos teníamos el corazón encogido y completamente claro que no estábamos delante de la pantalla para disfrutar del espectáculo, sino para sufrir por sus protagonistas, dispuestos a darlo todo, fieles a la filosofía que ha llevado a ambos a postemporada contra todos los pronósticos.
Cuando un field goal vale oro
Los Cowboys empezaron mejor. Elliott corría con cierta facilidad (acabó la primera mitad con 91 yardas) y Prescott parecía tener el día bueno. En Seattle, Chris Carson no paraba de chocarse contra el muro (16 yardas en la primera parte) y Wilson no tenía tiempo ni para respirar con su línea completamente superada (-8 yardas de pase en el primer cuarto). Con esos ingredientes el partido era de los de antes, con ambos conjuntos empeñados en una batalla territorial en la que cada detalle importaba, también un retorno de punt para touchdown de los Cowboys que podría haber roto el partido y se quedó en fogueo por culpa de un holding inoportuno y probablemente innecesario.
Tras acumular tres y fuera durante el primer cuarto, los Seahawks despertaron gracias a que Wilson, en el primer resquicio que tuvo, lanzó un pase de 26 yardas a Dickson y de inmediato otro de 40 a Lockett que abrieron la puerta al field goal del empate 3-3. Cuando un field goal es tan valioso y ganar una yarda tan complicado puede llegar la tentación, y más en un estadio cubierto, de intentar patadas lejanas. Eso es lo que hicieron los Cowboys a falta de tres minutos para el descanso, cuando se jugaron y fallaron un field goal de 58 yardas. Un error de Dallas, que aprovecharon sus rivales para adelantarse con un field goal mucho más razonable de 42 yardas.
Touchdown de Gallup y lesión de Janikowski
Todo el guion saltó por los aires un minuto y medio antes del descanso cuando Zeke Elliot consiguió una carrera de 44 yardas que fue la antesala de un touchdown de Gallup después de un pase magnífico de un Prescott. Los Seahawks habían cejado en defensa y sus rivales habían aprovechado para asestarles un golpe durísimo que dejaba el marcador 10-6. Esa no fue la única mala noticia para Seattle antes del descanso. En el último instante intentaron un field goal de 57 yardas y Janikowski lo falló y se lesionó.
Tras la reanudación volvieron los tres y fuera de ambos equipos y la batalla posicional. Los Seahawks fueron arrinconando poco a poco a sus rivales contra su propia end zone, pero para sacar ventaja de la situación necesitaron jugar con cuartos downs y arriesgar al máximo. Por fin, la presión dio sus frutos y Russell Wilson consiguió un touchdown de carrera de 4 yardas con conversión de dos que adelantó de nuevo a los visitantes 10-14.
Los Cowboys despiertan en el último cuarto
El último cuarto comenzó con el balón en manos de los Cowboys en medio campo y todo por decidir. Y ese es el momento favorito de Amari Cooper, que irrumpió para firmar una recepción de 34 yardas que fue la antesala del touchdown de Zeke Elliot que volvió a adelantar a los Cowboys 17-14. Un nuevo tres y fuera de Seattle devolvió a pelota a Dallas que consiguió una posición de campo magnífica gracias a un tremendo retorno de 51 yardas de Tavon Austin. Ya en racha, volvió a aparecer Amari Cooper con otra recepción imposible de 27 yardas que los árbitros confirmaron después de revisar, aunque al final Prescott fue interceptado en la end zone y los visitantes consiguieron una nueva vida cuando ya parecían desahuciados… y que no pudieron aprovechar después de un nuevo tres y fuera.
Quedaban casi siete minutos y medio y los Cowboys recuperaron el balón. Vivieron en el alambre con terceros downs que sacaron adelante gracias a interferencias de la defensa. Cuando parecía que tendrían que conformarse con un field goal que le daría dos minutos a sus rivales para intentar la remontada, apareció Dak Prescott para conseguir una carrera increíble de 16 yardas que dejó a su equipo e la yarda 1. El propio quarterback conseguía una jugada después el touchdown que sentenciaba el partido 24-14 y le daba a los Cowboys una victoria más que merecida. Como los Seahawks tienen más vidas que un gato, todavía consiguieron atravesar el campo y anotar un touchdown con conversión de dos que dejó el marcador 24-22, pero no tuvieron éxito en un ‘onside kick’ que se convirtió en punto y final de la batalla.
Los de Dallas maniataron al ataque de Seattle que tuvo que despejar tras solo tres intentos en seis de las doce series ofensivas de que dispuso, consiguieron establecer la carrera con Elliott, que acabó con 137 yardas terrestres y un touchdown, y fueron muy prácticos en el pase consiguiendo jugadas decisivas en los momentos más importantes, con Amari Cooper otra vez clave con 106 yardas en siete recepciones. Los Seahawks hicieron un grandísimo partido defensivo durante tres cuartos, pero al final se vieron superados y tuvieron que depender de jugadas puntuales para sobrevivir en ataque. Sus 73 yardas totales de carrera fueron un lastre demasiado pesado para un equipo que todo el año se ha apoyado más que nunca en el juego terrestre, algo que no consiguió en el partido más importante.