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Vikings y Steelers, exámenes finales para creer en los Patriots

New England este año solo deslumbró frente a los Chiefs, por eso esta semana ante los Vikings y dentro de dos en Pittsburgh deberá demostrar que aspira a todo.

Madrid
EAST RUTHERFORD, NEW JERSEY - NOVEMBER 25: Julian Edelman #11 and Tom Brady #12 of the New England Patriots celebrate their third quarter touchdown against the New York Jets at MetLife Stadium on November 25, 2018 in East Rutherford, New Jersey.   Al Bello/Getty Images/AFP
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AL BELLOAFP

Es curioso. Durante los últimos 15 años, ante la duda, si no tenías claro sobre lo que escribir lo más socorrido y recurrente era tirar de New England. Es un equipo que muchos odian pero también muchos adoran. Y aunque los primeros lo nieguen y renieguen, seguían su información casi con la misma avidez que los segundos. Aunque solo fuera por si veían algún resquicio de derrumbamiento, alguna esperanza de humanización.

Sin embargo, este año se está escribiendo menos sobre New England que nunca. Y probablemente sea el año en el que haya más cosas que escribir. El problema es que todos hemos aprendido a base de golpes. Y sabemos que augurar su caída, el final de una dinastía, o un fracaso en los playoffs es sinónimo de ridículo, porque año tras año el valiente que lo ha augurado se ha llevado un trompazo de padre y muy señor mío.

Así que, con la lección bien aprendida, la mayoría prefiere callar y esperar acontecimientos. Y como mucho se están publicando artículos que de forma tibia sugieren que Tom Brady no es el que era y se le empiezan a notar los años. Una afirmación poco arriesgada si comparamos su temporada 2017 de MVP y una 2018 en la que las cosas no le están saliendo tan bien.

Dicho lo anterior, creo que hoy es un buen momento para ver qué le está pasando de verdad al equipo de Belichick e intentar adivinar cuáles son sus auténticas opciones, sus virtudes y sus defectos en un año que no están enamorando.

¿Siguen jugando en otra liga?

De entrada voy a centrarme en algo nada técnico y bastante subjetivo. Este año no consigo sentarme cada domingo a ver los Partidos de New England con la emoción y las ganas de siempre. Durante casi dos décadas cada domingo ha sido un regalo de sensaciones, emoción y sorpresas. Los Pats eran geniales en todos los aspectos. Vivían en un mundo paralelo que te llevaba a unos límites imposibles de alcanzar por la mayoría de los demás equipos. Cinco o seis veces por partido levantabas la vista y decías a quién quiera que estuviera al lado “¿has visto eso?” con una mezcla de sorpresa, incredulidad y electricidad orgásmica. No importaba que los amaras los odiaras o te dieran lo mismo. Verles jugar era hipnótico, sorprendente, imposible. Ganaran o perdieran eran diferentes.

Este año, al menos para mí, han perdido parte de esa magia. Y mientras antes los tenía en mi menú de cada domingo como un plato obligado, ahora hay algunos que me da pereza. No digo que no puedan recuperar esa capacidad de transportarnos en las próximas semanas, y tampoco puedo negar que encada partido siempre hay tres o cuatro momentos en los que por un instante recuperan su esencia, pero durante la mayor parte del tiempo han dejado de ser ese equipo diferente para tener las mismas miserias que el resto de los mortales.

Un backfield que puede marcar diferencias

Eso no quita que este año haya cosas en New England que me parezcan incluso mejores que en temporadas pasadas. Sony Michel me parece el mejor running back del equipo desde que en 2006 se marchó Corey Dillon. Quizá eso no se esté notando estadísticamente por las lesiones del jugador que ha impedido que el backfield tuviera la continuidad que el equipo necesita. Ahora, con el regreso de Burkhead, quizá empecemos a ver a ese backfield en toda su plenitud y eso sirva para afianzar y dar solidez a todo el ataque. Además, Patterson les ha abierto un mundo de posibilidades que probablemente McDaniels se guarde para los playoffs.

Una buena línea que a veces desaparece

Tampoco se le puede poner muchos peros a una línea ofensiva que ha tenido que lidiar todo el año con lesiones. Para empezar la rotura del tendón de Aquiles de Isaiah Wynn, su elección de primera ronda, les trastocó todos los planes. Por suerte, teniendo a Dante Scarnecchia como entrenador, un mago que sigue siendo referente a sus 70 años, sabes que lo normal es que en los momentos decisivos el grupo funcione. Pese a todo me está pareciendo una OL muy irregular. Su peor momento llegó ante los Titans cuando Shaq Mason ni viajó y mediado el partido se lesionó Trent Brown para que quedara claro que detrás de él no hay nadie. Ni siquiera Brown me parece más que una solución provisional, pero acepto que está jugando mejor de lo esperado en el tackle izquierdo y entiendo que mucha gente le considere una de las sorpresas agradables de la temporada. A Thuney en el guard izquierdo, Andrews en el center y Cannon en el tackle derecho no se les puede poner ni un ‘pero’.

Sin embargo, sí que me ha parecido que más veces de lo habitual Tom Brady ha terminado encajonado en el pocket, o no ha tenido espacio delante para dar su tradicional pasito para zafarse de la presión exterior. Algunos achacan el problema a que Brady está perdiendo instinto y otros a que está teniendo graves problemas para encontrar receptores abiertos. Yo creo que, por mucho que en los rankings la estén poniendo por las nubes, esta línea está jugando más al límite que nunca, y todos sabemos que los peores momentos de New England en los últimos tiempos se han gestado desde su línea.

Algo falla en el grupo de receptores

En realidad, creo que el principal problema del equipo está en el grupo de receptores. O mejor en la falta de ellos. Cada vez se entiende menos que Belichick dejara marchar a Brandin Cooks y a Danny Amendola, a los que se unió el corte de Malcolm Mitchell por culpa de una lesión que parece haber acabado con su carrera. Con ese panorama, el grupo lo forman Gordon, Dorsett, Hogan y Edelman. No es que ninguno de ellos esté jugando mal. Más bien están todos en sus números. Pero Dorsett da para lo que da y Hogan no ha dado ni de lejos el paso adelante que se esperaba. Ninguno de ellos es un factor que preocupe a las defensas rivales y la tradicional nube de avispas que McDaniels creaba en la secundaria rival ha desaparecido.

Edelman no jugó bien tras su sanción por usar sustancias para mejorar el rendimiento y eso hizo temer un bajón por falta de gasolina super. No ha sido así. A partir del partido contra Buffalo hemos vuelto a ver al Edelman de siempre, aunque tal vez algo menos rápido y consiguiendo menos separación, algo que suple con unas manos como lapas y con la precisión de un Brady que en mi opinión está teniendo que arriesgar más que nunca. Gronkowski está gastando sus últimas balas. Tiene la espalda destrozada, dudo que termine la temporada sano y no creo que vuelva en 2019. En la end zone está dejando de ser un factor, está más lento y sobrevive por talento y corpulencia. Cada golpe que recibe parece que va a ser el último. La situación habría sido insostenible sin la llegada de Josh Gordon. No es ni de lejos la máquina imparable de 2013 pero sigue arrastrando a las secundarias, lo que unido a la intimidación que provoca Gronko crea zonas limpias al resto de receptores… si es que los hubiera. Al final, es James White el que aprovecha esos huecos, pero las defensas ya le conocen y ha perdido el factor sorpresa.

Tom Brady no es el mismo

La consecuencia de lo anterior es que Brady está teniendo problemas para encontrar receptores abiertos y muchas veces se ve obligado a soltar el balón muy rápido porque la defensa se le viene encima. Hay muchos que achacan el problema directamente al quarterback y a un bajón lógico a sus 41 años. Yo creo que Brady no está jugando del todo bien, pero sobre todo porque no está cómodo. Está forzando demasiados pases e incluso quitándose el balón de encima como nunca había hecho. Es como si tuviera problemas de compenetración con los receptores. Probablemente aquí esté toda la clave de cara a los playoffs. Si Brady tiene tiempo y espacio para pasar, consigue recuperar la química con sus receptores y Gronko se mantiene sano el quarterback suplirá todas las demás carencias. Y si lo pensamos, el año pasado por estas fechas Gronko, Cooks, Amendola y Hogan fueron suficientes para abrirse paso hasta la Super Bowl. También será importante que McDaniels encuentre nuevos caminos. A veces el juego de ataque de New England nos parece ya muy visto e incluso inconexo. Como si se hubiera atascado y faltaran soluciones nuevas.

Falta de presión defensiva

El siguiente gran problema de New England es su incapacidad para presionar al quarterback rival. Eso les está matando. No es una cuestión de número de sacks, una estadística que a Belichick nunca le ha importado, sino de agobiar al pasador y no dejarle lanzar cómodo. El problema se vio muy bien en el partido contra los Jets. McCown hizo casi lo que quiso en la primera mitad sin presión y colapsó en la segunda cuando, por fin, el front seven de los Pats consiguió agobiarlo.

Esa falta de blitz está teniendo dos consecuencias graves. La primera es que la secundaria se come infinidad de pases largos. Todos los partidos les caen un buen puñado de pases de más de 15 yardas. Y cuando se enfrentan a grupos de receptores estelares sufren como perros. Gilmore sigue jugando como una superestrella en algunos partidos, pero en otros, como contra los Titans, simplemente desaparece. La segunda consecuencia es el agujero que se crea en las coberturas entre líneas. Los tight end rivales les han hecho algunos rotos tremendos entre los números y Belichick se ve obligado a hacer muchísimos ajustes en los medios tiempos.

Dos partidos que serán la prueba del algodón

Por eso, el partido de esta semana ante los Vikings, y el de dentro de dos frente a Pittsburgh serán las dos pruebas del algodón definitivas para saber las opciones de los Patriots de cara a los próximos playoffs. Ambos rivales tienen un par de receptores estelares muy móviles y capaces de hacer grandes jugadas, quarterbacks que lanzan sin miedo en profundo y un buen juego de tight ends. Justo las tres armas que más daño están haciendo este año a esta defensa. Al otro lado del balón son muy presionantes delante y pegajosas detrás, dos virtudes ideales para desnudar las carencias actuales del ataque de Boston.

Además, en el caso de los Vikings, con una línea ofensiva frágil y un juego de carrera casi siempre infrautilizado, Zimmer probablemente vaya con todo a la yugular de la secundaria de New England. Si los de Belichick sobreviven al acoso creo que los Patriots serán vistos como auténticos aspirantes por primera vez desde la victoria contra los Chiefs. Si repiten victoria en Pittsburgh, el equipo más completo de la conferencia pese a su actual anarquía, sin duda entrarán en enero como máximos favoritos de la Americana. Pero ojo, dos derrotas en esos partidos no afectarán a su clasificación, pero sí, y muy gravemente, a su credibilidad.