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Jornada de Thanksgiving

La magia de Amari Cooper abre la puerta de los playoffs a Dallas

Los Dallas Cowboys se convierten en máximos favoritos para llevarse la NFC Este después de superar claramente a unos Redskins con el ataque en ruinas.

Madrid
Nov 22, 2018; Arlington, TX, USA; Dallas Cowboys wide receiver Amari Cooper (19) runs for a touchdown after catching a pass in the third quarter against the Washington Redskins at AT&T Stadium. Mandatory Credit: Tim Heitman-USA TODAY Sports
Tim HeitmanUSA TODAY Sports

Esta es la historia de una tormenta de verano con ínfulas de tornado y de una casa que amenaza ruina. La tormenta era color plata y claro y en su cenit estaba coronada por una estrella solitaria. La casa apuntalada estaba pintada de grana y amarillo con un piel roja en el tejado. Y desde el principio, después de un kickoff inicial que fue de lo poco igualado, vimos a la tormenta zarandear la casa con todo en defensa y vivir en ataque de un abecé que más o menos le funciona y mientras sea así no necesita tocar más. Enfrente, al otro lado del campo, una defensa que lucha por sostener sola el edificio y un ataque con alma de ‘sparring’ y conformado, por culpa de las lesiones, por una mayoría de jugadores que no serían titulares en casi ningún otro equipo de la NFL.

Es tremendo cómo se ha desmontado el ataque de estos Redskins desde que Derrius Guice, su corredor rookie, su gran esperanza, se lesionó en pretemporada. Y más horrible ver cómo Colt McCoy, el quarterback de circunstancias de Washington, pensaba más en salir vivo del AT&T de Dallas que en mover un ataque que camina con muletas.

La primera de Zeke en la frente

Y así, sin esperanza, sin vida en una de las bandas, transcurrieron los primeros minutos de un partido que pareció casi terminado cuando tras solo cinco minutos Ezekiel Elliott anotaba un touchdown de carrera de 16 yardas, después de una primera serie en que el ataque de los Cowboys, con todas sus limitaciones, burreó a la defensa rival en corto, en largo y en perifrástico, por tierra y aire. Parecía una diferencia inalcanzable para un McCoy que miraba con cara de cordero degollado, veía enfrente a Jaylon Smith, Leighton Vander Esch, Randy Gregory y compañía y se preguntaba qué narices hacía allí en vez de estar comiendo el pavo con su familia. Y por el camino lanzaba una intercepción espantosa, horrorosa, casi indecente en su segunda serie ofensiva, después de que en la primera saliera del campo aliviado tras un triste tres y fuera.

Por suerte para Washington, sus equipos especiales y su defensa sostuvieron el resultado a partir de entonces por algún tiempo. Y lo poco que conseguía avanzar su ofensiva era convertido en malas posiciones de campo para el ataque de Prescott y buenas para el de McCoy. Y en esas, como en un milagro, un gran bloqueo de Peterson, un gran pase de McCoy por accidente y una gran recepción de Vernon Davis se convirtieron en un touchdown de 53 yardas que igualó el partido 7-7. Fue una isla en medio del océano. Una pincelada genial en la restauración de un Ecce Homo, pero que solo sirvió para que la tormenta, complaciente en su superioridad después de la destrucción creada en su primer envite, despertara, recuperara fuerza y volviera a completar otro drive prometedor hasta la yarda cuatro rival que solo terminó en field goal porque esta defensa de Washington merece un monumento con Preston Smith presidiendo.

Washington vive de su defensa y sus equipos especiales

10-7 y todavía hubo tiempo para que McCoy intentara lanzar un par de intercepciones que por suerte para su equipo acabaron en tres y fuera y para que Prescott volviera a demostrar que a la sombra de Elliott parece algo, pero cuando tiene que conducir una serie pasadora sin tiempo da para lo que da y con reparos. Al final, todos al vestuario con un marcador que no hacía justicia a lo sucedido, pero que daba esperanza a los Redskins de sobrevivir a este duelo entre David y Goliat.

Tras la reanudación, el ataque de Washington empezó igual de inoperante y el de Dallas tan Zekedependiente. La verdad es que veía a los dos quarterbacks y daban ganas de darles el día libre. Los que sí volvieron a marcar diferencias, como en la primera mitad, fueron los equipos especiales de Washington consiguiendo maravillosas posiciones de campo para su ataque y horribles para los rivales. Y en esas, y pese a que tuvo que salir del campo lesionado Trent Williams, casi el último superviviente de la OL de los Skins, una recepción de Reed por allí y un pase completo de McCoy por allá, Trey Quinn salió de la séptima ronda del draft y del fondo del armario de Washington para anotar un touchdown de pase de 10 yardas y adelantar a los visitantes 10-13 después de que Hopkins fallara el extra point.

Amari Cooper irrumpe a lo bestia

Después de tanta empanada, los Cowboys se decidieron a tomarse el partido en serio después de verse por detrás en el marcador y se encomendaron al de siempre y al nuevo. Con Elliott atravesándose el campo por tierra y Amari Cooper apareciendo como eterno salvador de terceros downs para anotar un touchdown de pase de 40 yardas y dejar el marcador 17-13. Para completar la faena, en la siguiente posesión de Dallas Prescott conectó otra vez con Cooper para que el receptor convertido en tornado anotara un touchdown de 90 yardas y derribara definitivamente el edificio en ruinas de los Redskins (24-13). Quedaba más de un cuarto para el final, pero cuando no hay de qué, no vas a encontrar por mucho que busques.

El resto del partido ya fue una fiesta de Acción de Gracias para unos Cowboys que hace menos de un mes parecían sin opciones y ahora se han convertido en los máximos favoritos para llevarse una NFC Este devaluada. Para que el público se mantuviera entretenido, llegó un nuevo touchdown de Dallas, esta vez para Prescott de carrera, que pese a dos cuartos y medio titubeantes terminó firmando unos números espectaculares (31-13). Los Redskins replicaron con una anotación de carrera de Bibbs cuando la defensa de Dallas ya se estaba relajando (31-20) y un field goal in extremis de Hopkins (31-23), pero a esas alturas el reloj ya estaba en la basura.

Tras la derrota, los Redskins no parecen tener margen de maniobra para arreglar un ataque que tiene tantos parches que, simplemente, ha desaparecido. Todo apunta a que su final de temporada se convertirá en un via crucis larguísimo y sin esperanza. Una vez más, el equipo capitalino empezó la temporada tocando el cielo y la terminará ardiendo en el infierno... y sin quarterback para el futuro.