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Juegue o no juegue, Joe Flacco se juega su futuro este domingo

El problema de Joe Flacco durante toda su carrera ha sido, simple y llanamente, que ha ganado más dinero del que merecía y se ha creído mejor de lo que es.
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CLEVELAND, OH - OCTOBER 07: Joe Flacco #5 of the Baltimore Ravens warms up before the game against the Cleveland Browns at FirstEnergy Stadium on October 7, 2018 in Cleveland, Ohio.   Jason Miller/Getty Images/AFP
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Jason MillerAFP

Es curioso. Juegue o no juegue, el partido del próximo domingo puede ser el segundo más importante para la carrera de Joe Flacco. El primero, sin duda, fue aquella Super Bowl ganada a los 49ers de Jim Harbaugh que le sirvió al quarterback para, pocos meses después, dar el golpe de su vida en el banco central de las oficinas de los Ravens con un contrato de 120,6 millones de dólares en seis años. Unas cifras que entonces quitaron el hipo al universo de la NFL y dejaron en pelota picada y sin margen económico de maniobra durante mucho tiempo a la franquicia de Baltimore. Tres años después, en 2016, una franquicia hipnotizada extendió el contrato de su quarterback tres años más, hasta 2021. Y a eso nadie puede decir nada. Los Ravens ya debían saber de sobra lo que tenían en casa y decidieron seguir su matrimonio. Cada uno hace lo que quiere con su cuerpo y quien con infantes pernocta excrementado alborea. Pues eso.

¿Por qué es un partido tan importante el de esta semana 11 frente a los Bengals? Porque una derrota no solo alejaría casi inevitablemente a los Ravens de los Playoffs, también abriría la puerta a que Lamar Jackson empezara a tener minutos para que el staff estudie su viabilidad como quarterback de futuro de la franquicia.

Para Flacco es mejor no jugar

Estoy seguro de que nadie querría jugar el partido más importante del resto de su carrera con la cadera dañada y frente a la peor defensa de la NFL (aunque esto último parezca un contrasentido). Por un lado, el jugador está suficientemente tocado para ser duda hasta última hora y para, en el caso de saltar al campo, no poder rendir al ciento por ciento. Por el otro, un buen partido ante una defensa débil no despeja dudas, pero uno malo puede hacer que por fin salte por los aires el tapón de las críticas. Todo el mundo, también en los medios de Baltimore, está siendo muy respetuoso con Flacco y su plana temporada, pero también estoy seguro de que casi todo el mundo tiene cargada la escopeta, y que solo hará falta el sonido de una salva para que el personal se lance a por la cabeza del jugador.

Por eso, creo que para Flacco casi sería mejor no jugar, recuperarse de su lesión, y esperar que sea Lamar Jackson el que se la juegue ante los Ravens. Si Jackson es el titular y juega mal, todos diremos que aún no está preparado (que es lo que parece) y Flacco ganará tiempo. Si Jackson juega bien y los Ravens ganan, no se abrirá el debate del cambio de quarterback mientras haya opciones de playoffs, Flacco volverá a estar tras el center la semana que viene y también ganará tiempo.

En realidad, me importa un pimiento si Flacco sigue siendo el quarterback de Baltimore durante mucho o poco tiempo. Y creo que, al final, en estos partidos se está decidiendo mucho más que la continuidad de un quarterback. También el futuro de un proyecto.

Un proyecto agotado y mal planteado

El problema de estos Ravens en los últimos años siempre ha girado alrededor de Flacco y del coordinador ofensivo. Cuando el quarterback llegó al equipo en 2008 también llegó John Harbaugh como entrenador principal y Cam Cameron como coordinador del ataque. Flacco jugó su mejor football con Cameron como coordinador. En esas primeras cinco temporadas el equipo siempre llegó a playoffs y el jugador se labró su fama de ‘enfant terrible’ en enero. Pero también fueron temporadas en que con Le’Ron McClain, Willis McGahee y sobre todo Ray Rice el ataque terrestre de Baltimore estaba en la élite de la NFL. Solo hay que comparar año tras año durante la etapa de Flacco como quarterback para descubrir que han llegado a playoffs cuando han tenido un juego de carrera dominante y se han pegado el trompazo cuando no lo han tenido.

Lo más curioso es que Cam Cameron fue despedido en la semana 14 de 2012 y el equipo alcanzó su punto culminante mes y medio después cuando ganó la Super Bowl con Jim Caldwell como coordinador ofensivo. Podríamos debatir bastante sobre el tema, pero esa Super Bowl no es de Caldwell, sino de Cameron y sus cinco años de magnífico trabajo en la franquicia haciendo lo que había que hacer y con una filosofía clara.

Caldwell solo duró una año más, 2013, en el que el ataque terrestre de Baltimore fue el tercero peor de toda la NFL y el equipo acabó con un récord 8-8. En 2014 llegó Gary Kubiak, que ha sido el otro coordinador que ha conseguido hacer jugar bien a Joe Flacco… con la ayuda del octavo mejor ataque terrestre en yardas conseguidas y el quinto en número de touchdowns de carrera. El problema es que Kubiack primero enfermó y después se fue a Denver a conseguir un segundo anillo de campeón para Peyton Manning.

Todos intentando que Flacco fuera un quarterback élite

Desde su marcha, los Ravens han tenido un juego de carrera apestoso con Marc Trestman y con Marty Mornhinweg, y un desfile de corredores que en un principio parecían buenísimos pero que nunca terminaban de cuajar porque nadie sabía muy bien lo que hacer con ellos. Lo tremendo es que tanto Caldwell como Trestman y Mornhinweg son entrenadores especialistas en quarterbacks que parecieron llegar con el único objetivo de conseguir que el Flacco explosivo en enero fuera igual de temible en temporada regular.

Yo creo que el puñetero problema de toda esta historia llega el día que despiden a Cam Cameron por no ser capaz de hacer jugar a Flacco como un quarterback élite para pagarle pocos meses después como a un quarterback élite y dedicar los siguientes años a intentar hacerle jugar como un quarterback élite. Flacco siempre ha sido un digno gestor de juego en un equipo con mucho potencial terrestre. E incluso me parece un jugador inteligente, e ideal como lo que se ha dado en llamar ‘game manager’. El drama es que ni él ha asumido ese papel ni su entrenador John Harbaugh ha sabido usarle como tal. El autoproclamado “mejor quarterback de la NFL” ha vivido durante media década en un papel que no es el suyo y por el camino ha arrastrado a la franquicia.

John Harbaugh en el punto de mira

El problema es que Flacco no cobra como un ‘game manager’, sino como una estrella. Si los Ravens le traspasan, su nuevo equipo seguirá cargando con un contrato superior al que se merece. Si le cortan, ellos se ahorrarán 10,5 millones contra el cap (18,5 si es tras el 1 de junio), pero siempre habrá algún ‘primo’ que crea que será capaz de hacerle lanzar pases como si fueran rayos y le pagará una morterada según está el mercado.

Flacco habría sido un quarterback buenísimo para los Ravens si éstos hubieran mantenido un backfield poderoso como han sabido mantener una defensa impresionante. Eso ni siquiera es culpa de Ozzie Newsome, que siempre ha intentado conseguirle al staff técnico buenos corredores, sino de John Harbaugh, un genio dirigiendo un partido desde la banda, pero que lleva mucho tiempo intentando imponer un game plan a su ataque en vez de adaptarlo para potenciar las virtudes de sus jugadores. Y ese es un error muy grave de mal entrenador.

Y todo lo anterior no se va a arreglar con Lamar Jackson o cualquier otro quarterback, sino con un staff técnico que por fin baje a la tierra… en todos los sentidos.