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ATLETISMO

Vidal encontró a Beamon en San Diego con ayuda de la Policía

Era 1976, el periodista español viajó hasta Estados Unidos para encontrar al legendario saltador. Trabajaba en un cabaret y tenía un viejo Cadillac.

Vidal encontró a Beamon en San Diego con ayuda de la Policía

"Cuando fui a verle, me dijo que prefería ser pobre y Bob Beamon a ser otro”, cuenta Miguel Vidal Perelló, sobre el encuentro con su amigo en San Diego en 1976, al que llegó tras consultar a la Policía, porque nadie sabía darle señas. Estaba desaparecido. “Se portaron de maravilla”. En el artículo aparece un viejo Cadillac, como último vestigio de la gloria de un deportista que lo había sido todo en los Juegos de México 1968, pero que había pasado a vivir en condiciones mucho más humildes.

“Si Jesse Owens está considerado un dios por hacer 8,21, ¿cómo tengo que estar considerado yo con 8,90? Recibí una ayuda posterior a México para trabajar, pero nada más. Aquí sobran los atletas y, por tanto, se olvidan de ellos”, contaba Beamon en aquella entrevista para As en la que ya desvela que quiere abrir “nuevos caminos en el baloncesto”. Fue elegido por los Suns, pero no llegó a jugar.

Reportaje de As de 1976.
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Reportaje de As de 1976.

También Beamon hablaba ya de su deseo de conocer España. “Me gustaría vivir en España, su país siempre me ha apasionado. Hice un día escala en Madrid y vi la alegría de la gente, la comunicación que se palpa”. Cuatro años después pudo vivir en la capital y Vidal relató sus pasos: “Intentó ser entrenador de atletismo. También hizo anuncios…”.

Beamon ahora tiene una vida más próspera, porque el tiempo ha pasado por él de manera igual de benévola que por su figura, que a los 72 años parece que podría volver a un foso de longitud. “Estuve en México hace tres semanas con motivo de los 50 años de los Juegos, ahora aquí. Esta vida me gusta e intento disfrutarla”, dice Beamon que se para con unas señoras mayores en el Hotel Londres que le dicen: “¿72 años tiene? Qué joven está. Nos acordamos de su salto en Mexico”. “¿Quieren una foto?”, les responde Beamon, que continúa con el récord olímpico de longitud y un carisma enorme. De leyenda.