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ZONA ROJA NFL

Así los veo: John Gruden ha puesto los Raiders patas arriba

El nuevo entrenador de Oakland ha fichado sin complejos para reconstruir desde sus cimientos el equipo mientras su estrella defensiva, Khalil Mack, sigue en rebeldía.
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Madrid
OAKLAND, CA - AUGUST 10: Head coach Jon Gruden (L) and Owner Mark Davis (R) of the Oakland Raiders talking with each other while looking on as their team warms up prior to the start of a preseason NFL football game against the Detroit Lions at Oakland Alameda Coliseum on August 10, 2018 in Oakland, California.   Thearon W. Henderson/Getty Images/AFP
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Thearon W. HendersonAFP

Parto de la premisa de que los Raiders han estado tres años sin entrenador y con el temor de que sigan sin tenerlo. No es una certeza, pero casi. Jon Gruden llegó a la NFL siendo un niño prodigio, evolucionó hacia diva, ganó un anillo con los Buccaneers cuya paternidad muchos otorgan a Tony Dungy y terminó saliendo de mala manera de Tampa después de haber conseguido unanimidad: todo el vestuario estaba contra él.

Un desliz lo puede tener cualquiera y es complicado negarle los galones, pero Gruden ha estado diez años siendo analista televisivo y no entrenador. Entiendo que todo este tiempo ha seguido ligado a la NFL y analizando cómo evolucionaba este deporte, asumo que tiene una mente privilegiada y que ha nacido para inventar football, pero también creo que cualquiera que deje de ejercer su profesión durante diez años, por muy ligado que siga a ella, volverá muy oxidado y necesitará un periodo de adaptación que en la NFL no existe.

También me preocupa el giro que está tomando esta franquicia bajo el mando de Mark Davis. El que suponíamos hijo mimado del viejo Al se ha destapado como un caimán de las finanzas tanto o más inteligente que su padre. Su habilidad para mover la franquicia a Las Vegas ha sido genial. Sin embargo, empiezo a pensar que tiene la misma manía de su padre por intervenir en el aspecto deportivo. No me puedo creer que el fichaje de Gruden no sea principalmente un reclamo publicitario como ya lo fue el de Marshawn Lynch. Solo espero que estos Raiders no continúen jugando con el freno de mano echado mientras su muñeco diabólico hace muecas en la banda y acapara focos.

Quizá me equivoque, y Gruden regrese coronado de laurel mientras un esclavo le recuerda que solo es un hombre. No se puede negar que se ha rodeado muy bien con un staff técnico de lujo. Greg Olson y Paul Guenther tienen galones de sobra como coordinadores ofensivo y defensivo. Tampoco hay que olvidar que en Oakland hay un grupo magnífico de jugadores jóvenes que llevan hibernando algún tiempo entre las lesiones y el caos que fue el año pasado la franquicia.

Por ejemplo, ¿Qué Carr es el de verdad? ¿El que nos deslumbró a todos en 2015 y 2016 o el que retrocedió bastantes escalones el año pasado, perdió confianza, seguridad y hasta talento en un mediocre 2017? Se supone que lo complicado es pasar con nota los primeros dos o tres años y una vez logrado todo es evolucionar y despegar hacia el cielo. Lo que no crea haber visto nunca es un tipo que juega bien tanto tiempo como Carr y de pronto se estanca. La explicación más repetida es que arrastró un problema de espalda y que el dolor afectó gravemente a su juego. Por eso, lo lógico es esperar que el quarterback rebote hacia arriba y ese empujón sirva para que todo el equipo rebote en ataque. Que hecha mi crítica a la elección de Gruden como head coach, siempre fue un entrenador que mimó a sus quarterbacks con una west coast pura y machacante que le va a Carr como anillo al dedo. Y por seguir añadiendo virtudes, pese a que él es un especialista en juego de pase, Gruden cimentó su éxito como entrenador principal, tanto en Oakland como en Tampa, con una defensa muy sólida y un empeño obsesivo por controlar el reloj con una sucesión casi aburrida e interminable de pases cortos casi imposibles de defender.

Dicho lo cual, entre un Gruden de vuelta después de diez años y Jack del Rio no hay color. Por mucho que sea un fichaje más empresarial que deportivo, Gruden y su staff técnico mejoran una barbaridad el vacío absoluto de ideas en el que han vivido los Raiders durante tres años. Es un alivio que no volvamos a ver más el “sal ahí y juega como sabes, chaval” que fue el mantra del equipo plata y negro durante una etapa infausta.

ATAQUE: a cuadrar el círculo

Como he dicho, creo que el staff se va a centrar en evolucionar el juego de Carr, su quarterback. Si uno ficha a Olson como coordinador ofensivo es precisamente para eso. Lo que no acabo de entender es cómo cuadra un juego de posesión que facilite el trabajo al quarterback con un grupo de receptores explosivo formado por Amari Cooper, Jordy Nelson y Martavis Bryant. Tampoco Derek Carrier entusiasma mucho como tight end por mucho que Olson se lo trajera de los Rams bajo el brazo, aunque Jared Cook sigue en el equipo y el año pasado jugó una de las mejores temporadas de su carrera. No es que el bloque sea malo, todo lo contrario, aunque creo que Carr echará mucho de menos a Crabtree. Incluso puede ser dinamita si el bajón de Jordy Nelson en 2017 se debió a la baja de Aaron Rodgers y no a una decadencia por sus 33 años. La cuestión es que no me imagino un equipo de Gruden con Carr lanzando misiles intercontinentales a Cooper y Nelson, que es donde marcan la diferencia. Imagino más un juego así en un equipo de Jack del Rio. Por eso tengo gran curiosidad por saber cómo va a adaptar su sistema a los jugadores disponibles.

También tengo curiosidad por saber cómo va a encajar Marshawn Lynch en un vestuario con Gruden. El entrenador ya echó a Marquette King por razones más humanas que deportivas y me sorprende que el head coach haya tragado con el carácter de ‘Beast mode’ salvo que sea una imposición de Mark Davis. Tampoco me extrañaría que más pronto que tarde Lynch decida irse en el momento más inoportuno tras discutir con Gruden para dejar tirada a la franquicia. En los Raiders ese tipo de cosas han sido posibles siempre y no van a cambiar ahora. Para cubrirse las espaldas han fichado a Doug Martin que, estoy seguro, todavía tiene gasolina en el depósito, aunque en general parece un backfield de circunstancias que se renovará sin duda de arriba a abajo en la próxima agencia libre. En 2017 fue el octavo peor equipo corriendo y es difícil imaginar que mejoren mucho esa marca.

La línea ofensiva de Oakland solo concedió 24 sacks la temporada pasada, la tercera mejor marca de toda la NFL. Un año antes había sido la mejor, así que simplemente han continuado la tendencia, aunque deber recuperar autoridad en el juego de carrera. El interior no sufrirá cambios con uno de los mejores tríos de guards y centers de la NFL: Kelechi Osemele (LG), Rodney Hudson (C) y Gabe Jackson. La revolución ha llegado en los tackles. Donald Penn (LT) y Marshall Newhouse (RT) fueron los dos titulares en 2017, pero el primero se ha marchado a Buffalo y Donald Penn tiene ya 35 años y no le queda mucha gasolina. En primera ronda del draft eligieron a Kolton Miller que será el titular en la izquierda desde ya y en tercera ronda a Brandon Parker, que ocupará el lado derecho en cuanto esté preparado. Mientras, Donald Penn moviéndose de lado y el recién fichado Breno Giacomini competirán por el puesto.

DEFENSA: empieza de cero y ¿sin Mack?

Los problemas contractuales entre un jugador en rebeldía y una franquicia casi siempre terminan con un acuerdo de última hora y el deportista volviendo al redil. Sin embargo, Khalil Mack está tensando la cuerda mucho más de lo normal. Cada vez hay más rumores de que los Raiders podrían estar buscando un ‘trade’ con el jugador y los Packers aparecen como favoritos. Eso provoca que la previa de Oakland quede condicionada a lo que suceda con Mack. Si se marcha, todo el bloque quedará muy comprometido y Gruden habrá fracasado en su primera gran batalla dentro del vestuario. No será la última vistos los antecedentes.

Parece que el entrenador lo veía venir, porque en el draft gastó su segunda ronda (P.J.Hall, DT), una tercera (Arden Key, DE) y una quinta (Maurice Hurst, DT) en reforzar la línea ofensiva. Es muy posible que ambos tackles puedan llegar a ser titulares este mismo año. Sobre todo porque Eddie Vanderdoes, que tuvo un año buenísimo como novato, está en ‘injury reserve’ mientras se recupera de una lesión de ligamentos en la rodilla que sufrió en la última jornada de 2017. Por ahora, Justin Ellis parece un titular indiscutible y Mario Edwards ocupará la otra posición hasta que uno de los novatos esté listo. Por fuera dependen de lo que suceda con Mack. Sus 10,5 sacks y 61 placajes de 2017 son difíciles se sustituir. Tank Carradine, fichado en la agencia libre, parece poca cosa para cubrir la posible baja, así que el novato Key tendrá que ponerse las pilas. En el otro lado seguirá Bruce Irvin, que el año pasado fue el complemento perfecto para Mack y sumó 8 sacks y 38 placajes.

Durante mucho tiempo el trío de linebackers ha sido el gran quebradero de cabeza de este equipo. Sobre todo en cobertura de pase. Los tight ends y los receptores desde el backfield jugaban a placer por su incompetencia. Gruden ha decidido reconstruir completamente el grupo. Probablemente los tres titulares sean tres de los fichajes de la agencia libre: Derrick Johnson, que sigue siendo un seguro como MLB a sus 35 años, Tahir Whitehead, que jugó una fenomenal temporada en Detroit el año pasado con 110 placajes combinados y Emmanuel Lamur o Kyle Wilber, que eran suplentísimos en Minnesota y Dallas. Del grupo del año pasado solo tienen opciones Marquel Lee, que tuvo un prometedor debut el año pasado.

La secundaria también ha sido remodelada casi desde los cimientos. Para empezar, Gareon Conley, su elección de primera ronda de 2017, por fin será titular después de perderse casi entero el año de rookie. De los cornerbacks titulares hace doce meses no hay ni rastro. De toda la secundaria solo seguirá como titular el strong safety Karl Joseph y, quizá, el free Reggie Nelson. En cuarta ronda del draft eligieron al cornerback Nick Nelson y en la agencia libre ficharon a Rashaan Melvin, un buenísimo segundo corner, Daryl Worley, Leon Hall, Shareece Wright y al free safety Marcus Gilchrist. Con todos ellos tendrán que monta una secundaria que literalmente empieza de cero.

CONCLUSIÓN:

John Gruden ha puesto los Raiders patas arriba. Es lógico porque es un proyecto nuevo y más después de venir de donde vienen con Del Rio. La consecuencia es que casi todo está por hacer, y más si Khalil Mack se termina marchando. Gruden ha intentado traer un líder muy veterano para afianzar cada línea para que el equipo sea competitivo desde ya. Aunque eso ya le funcionó muy bien en su anterior etapa, parece complicado que sea suficiente. Su calendario parece asequible con el bye en la siete, pero su guerra no es alcanzar la postemporada, sino reconstruir en tiempo récord. Creo que difícilmente llegarán a las seis victorias de 2017 y que ya sería un éxito que en diciembre lo franquicia no sea un polvorín, fagocitada por su ‘muñeco diabólico’.