Así los veo: Chicago entra por fin en el siglo XXI con Matt Nagy
La llegada del nuevo entrenador debe servir para que Trubisky, su quarterback, de el salto de calidad que necesita este ataque para resucitar después de un par de décadas dormido.
El problema de las previas de la temporada es que, quien más y quien menos, todos los equipos se han tirado medio año arreglando todo lo que estaba roto. Y cuando te pones a ver lo que ha quedado, casi siempre tiene muy buena pinta. Por eso es tan complicado hacer un pronóstico. Cosas que doce meses funcionaban como un reloj pueden saltar por los aires (léase la defensa de los Giants de 2016 y 2017) y otras que eran un horror se convierten en fantásticas. Al final, en el rendimiento de cada detalle de un equipo de football americano intervienen tantos factores, muchos de ellos imprevisibles, que resulta imposible saber lo que va a pasar. Y aunque parezca que hay una diferencia abismal, entre un 6-10 y un 10-6 casi nunca hay mucho más que unos pequeños detalles.
El año pasado Chicago solo ganó cinco partidos y rozó la victoria en tres o cuatro más. Eso teniendo en cuenta que al frente del equipo estaba John Fox. No quiero cargar contra alguien que cuando fue entrenador de Carolina y tuvo el mejor backfield de la NFL se empeñó en pasar, y que cuando tuvo que formar a un quarterback en Chicago le quitó la pelota. Todo es matizable y seguro que tiene muchas explicaciones. Y oye, en el fondo, Fox siempre fue un entrenador de defensas y se ha despedido del equipo dejándola bien condimentada, en el horno y en su punto, para que Matt Nagy, el nuevo entrenador principal y especialista en quarterbacks, solo tenga que remangarse para poner en marcha un ataque que el año pasado fue el peor de la NFL en casi todo lo que tiene que ver con el ataque aéreo.
Como digo, Fox hizo lo que pudo. El problema lo ha tenido una franquicia que desde que Mike Ditka dejó el vestuario, y estamos hablando de 1992, ha ido dando bandazos con Dick Jauron, Lovie Smith, Trestman o Fox. Es casi como enumerar una lista animales prehistóricos. Gente a la que la NFL ha atropellado porque iba siempre un paso o más por delante de ellos. Si a eso le sumamos que el mejor quarterback que ha tenido la franquicia en estos 25 años es Jay Cutler, pues apaga y vámonos. Visto lo visto, que Fox haya dejado la defensa encarrilada en estos tres años es más de lo que se le podía pedir, aunque si tenemos en cuenta que en los últimos tiempos tuvo varios rifirrafes con Vic Fangio, creo que la paternidad de esa defensa es mucho más de un Fangio que por algo sigue en el staff de Nagy.
El fichaje de Matt Nagy rompe con esa dinámica de medio siglo en la caverna. Tiene 40 años, es un especialista en quarterbacks (aunque Trestman también lo era) y, sobre todo, se ha formado bajo las alas de Andy Reid que, como sabéis los que me seguís hace tiempo, me parece uno de los grandes genios de la NFL moderna (y de la antigua). De su ‘cuadra’ están saliendo algunos de los mejores entrenadores de la NFL, y si no, que se lo pregunten a Doug Pederson, que es lo mejor que le ha pasado a Philadelphia desde el estreno de Rocky. Los alumnos de Reid han mamado football clásico, West Coast offense en vena, pero además han evolucionado con los tiempos para aplicar con maestría todas las evoluciones tecnológicas, técnicas y estadísticas del mundo del siglo XXI.
Por supuesto que nadie sabe cómo va a acabar el experimento, pero los antecedentes auguran cosas muy buenas con una misión como prioridad número 1: convertir a Mitch Trubisky en el quarterback franquicia que Chicago lleva esperando desde que los dinosaurios poblaban la tierra.
ATAQUE: Trubisky está muy bien rodeado
Me encanta hablar sobre quarterbacks y que no me importa opinar sobre ellos desde el primer día, pero Trubisky es aún un misterio. El año pasado en doce partidos vimos a un jugador deseando hacer cosas sin que le dejaran desde la banda. Y conociendo lo timorato que siempre fue Fox, no sé si era sobreprotección de abuelo amoroso o que simplemente Trubisky no estaba para muchos trotes. Al final de temporada le soltaron más las riendas contra Bengals, Lions o Vikings y ahí mostró cosas buenas… y también malas. Hará falta un año más para evaluarlo, sabiendo que con Nagy todo será bastante más coherente.
Además, Trubisky no tuvo mucha ayuda de su grupo de receptores. Solo Kendall Wright tenía algo de enjundia después de la lesiones para todo el año de Cameron Meredith y Kevin White en pretemporada. Lo de White ya clama al cielo. Después de ser elegido con el pick 7 del draft de 2015 solo ha jugado cinco partidos, y sin ningún protagonismo. Que por si no lo he dicho, Chicago es una de esas franquicias en que si algo puede salir mal cae un meteorito. White (¿sano?) seguirán, pero Meredith se fue a los Saints y Wright a los Vikings. A cambio Nagy ha hecho un esfuerzo brutal para darle objetivos a su quarterback. Eligió a Anthony Miller en segunda ronda del draft y a una gran estrella como Allen Robinson en la agencia libre. En el mercado también llegaron Taylor Gabriel, Bennie Fowler y Trey Burton, un tight end que en Philadelphia estaba a la sombra de Ertz, pero que en Chicago puede explotar como una de las armas favoritas de Trubisky. En un santiamén, han pasado de tener un grupo anémico a otro muy prometedor.
Lo que sigue prometiendo emociones muy fuertes es el monstruoso backfield de los Bears. Jordan Howard es una mala bestia que lleva dos temporadas sembrando el terror en la NFL, pero tengo curiosidad por saber qué diabluras tiene pensadas Nagy con Terik Cohen, que puede ponerse de moda como receptor desde el backfield.
El año pasado la línea ofensiva fue magnífica abriendo puertas para la carrera, pero no tanto en la protección al quarterback. La marcha de Sitton (RG) no debería ser un problema porque han elegido en segunda ronda del draft a James Daniels, que puede jugar en los tres puestos interiores. Lo más probable es que Daniels ocupe el guard izquierdo para que Kyle Long pase al derecho y Whitehair conserve el centro. Si todo cuadra como esperan, la pérdida de Sitton, que al principio pareció una grave contrariedad, puede haberse solucionado rapidísimamente y además para muchos años. Por fuera, Charles Leno (LT) y Bobby Massie (RT) no son la repera, pero tampoco un problema.
DEFENSA: un once maravilloso sin recambios
Los Bears eligieron a Roquan Smith con el pick 8 de la NFL y en el ‘midway’ hubo un multitudinario suspiro de satisfacción y felicidad. De esos que terminan con los brazos enlazados sobre la nuca, el cuerpo bien recostado en el sillón, una sonrisa inmensa dibujada en la cara y un “me da igual lo que pase a partir de ahora porque yo ya soy feliz”. Ya sé que los análisis del draft siempre son exageradísimos, pero los que saben de esto le auguran un futuro de superestrella y, por ahora, puede liarla parda codo con codo con Danny Trevathan en el centro de la 3-4 de Chicago. Dos middle linebackers para que a Vic Fangio le den ataque de risa cuando se acueste por la noche solo con pensar lo que va a hacer con ellos. Les escoltarán por fuera Leonard Floyd, que aún no ha alcanzado las expectativas levantadas cuando fue elegido en primera ronda en 2016, pero que ahora debería aprovechar la nueva compañía para explotar. EL otro lado es el que ha quedado más cojo con la marcha de Pernell McPhee y de Willie Young. Le titular seguramente sea Sam Acho. Además, eligieron a Joel Iyiegbuniwe (4ª ronda) y a Kylie Fitts (6ª) para darle profundidad a un grupo cuyo único problema es la falta de relevos en la banda. Por delante, Akiem Hicks , Eddie Goldman y Jonathan Bullard forman un trío potentísimo frenando la carrera en el que Hicks, además, es capaz de sacarse de la manga 8,5 sacks.
Si la línea es buena, y parece haber mejorado, la secundaria es aún mejor. Y eso gracias a que los Bears han conseguido retener a Kyle Fuller y Prince Amuakamra, sus cornerbacks 1 y 2, cuando parecía inevitable que uno de ellos terminaría marchándose en la agencia libre. Forman con los safeties Adrian Amos y Eddie Jackson un póker dificilísimo de quemar, y eso que hablamos de la NFC Norte con lo que eso significa. Bryce Callahan completa en el nickel un grupo muy joven, con mucha proyección y con el mismo problema que toda la defensa: la aparente falta de relevos de garantías en la banda. El único problema de toda esta defensa es que dos o tres lesiones inoportunas pueden originar un desastre pese a toda la magia que es capaz de desplegar Vic Fangio.
CONCLUSIÓN:
Como os decía en el primer párrafo, es muy complicado evaluar a un equipo en desarrollo antes de empezar la temporada, y más cuando, como es el caso, ha cambiado de entrenador y su quarterback entra en el complicado segundo año. Creo que entorno a los Bears, quizá por el ‘efecto Rams’ de 2017, hay cierta sobrerreacción e incluso un buen puñado de analistas apuestan por que se clasificarán para playoffs en una división contra Vikings, Packers y Lions, que es mucha tela. El calendario tiene el bye en la semana 5, demasiado pronto, y un final complicadísimo con cuatro partidos de seis fuera de casa y rivales que en principio deben estar entre los aspirantes al anillo. Luego están los intangibles que casi siempre han perseguido a Chicago que, insisto en lo dicho anteriormente, brilla más en la alineación titular que en la banda. Y todo eso con la incógnita de Trubisky sin resolver. Seguramente los aficionados de los Bears piensen que pueden conseguir algo mejor que un 8-8, y quizá sea verdad, pero me resulta muy complicado creer que puedan mejorar esa marca.