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EUROPEOS 2018 | NATACIÓN

Vall y Pons salvan a España en un Europeo de transición

A la espera de los jóvenes, es el peor resultado sin Mireia Belmonte. Se nadaron 12 finales, pero solo dos nadadores mejoraron su marca

Glasgow
Jessica Vall Montero con su medalla de plata.
Patrick B. KraemerEFE

La natación española se va de Glasgow con dos únicas medallas en el saco, la plata obtenida por Jessica Vall en los 200 braza y el bronce de Joan Lluís Pons en los 400 estilos de la última jornada. En total, de las 31 pruebas disputadas, se han alcanzando 12 finales. Sin Mireia Belmonte, las opciones de subir a los podios son menores. La badalonesa ha sido infalible desde 2008 en los Europeos, y en cada competición se ha colgado al menos una chapa. Pero detrás de la badalonesa, por distintas razones, la natación española ha ido perdiendo peso en los podios en la última década y en este campeonato solo César Castro en los 200 libre y Jimena Pérez en el 1.500 han mejorado su marca personal. 

Pese a ello, y teniendo en cuenta la juventud del equipo, el director técnico Albert Tubella hace un balance positivo del campeonato. "Se ha demostrado actitud, compromiso y ser competitivos. Mejoramos el comportamiento en competición. Dimos un paso adelante. A nivel interno hay que reflexionar. Hay gente que debe seguir mejorando. Tenemos siete nadadores de nivel olímpico y dos relevos de quinto puesto europeo. Esto nos saca de la dinámica anterior y tenemos la esperanza de seguir creciendo. Tokio es el objetivo", comentó.

Sin contar las medallas de Mireia, en Glasgow se ha registrado el peor botín desde la irrupción de la badalonesa (2), tres menos que en Londres 2016 (4), dos que en Berlín 2014 (3) y cinco que en 2008, cuando Mireia aún tenía 18 años y había otros nadadores de primer nivel, como Erika Villaecija, Aschwin Wildeboer o Rafa Muñoz, quienes también ocupaban la zona de medallas y se convertían en una garantía para la natación española.

Una vez expirada esa generación salvo la meritoria Melani Costa que nadó otro final, y después de que solo continúa una espléndida Marina García de la siguiente hornada de las nacidas en 1994, nadadores como Hugo González, César Castro, África Zamorano, Álex Ramos o Cristina García, todos ellos menores de 20 años, están llamados a ocupar esa vacante, aunque en este Europeo únicamente el extremeño Castro logró mejorar su marca personal. La natación española se encuentra en una fase de transición, a la espera de que las nuevas promesas se conviertan en una realidad europea e internacional. Pons, a caballo entre ambas (21 años), ha demostrado nuevamente su competitividad. "Salimos reforzados. Demostramos que somos capaces de competir contra los mejores. Hay gente que ha debutado. Me voy satisfecho", insistió Tubella.

En los últimos tres Mundiales júniors a los que ha acudido España, se han conseguido un buen número de medallas, pero luego sus nadadores no han dado el paso esperado en edad absoluta. En Lima 2011, Judit Ignacio, Bea Gómez, Aitor Martínez y Claudia Dasca se subieron al podio, aunque solamente Ignacio ha logrado medallas en Europeos absolutos. En los Mundiales de 2015 y 2017, Hugo González se colgó seis medallas, César Castro, dos, y África Zamorano y Águeda Cons, una. Tres de ellos estuvieron en Glasgow y al menos pudieron nadar finales a la espera de confirmar su evolución. Es en el este punto donde radica la complejidad del estancamiento español, teniendo en cuenta que Jessica Vall o Pons apenas destacaban en estas edades, por lo que surge el debate de las ansias de resultadismo a corto plazo.

España quedó la decimotercera del ránking acuático y se juega la carta del progreso a esta generación de jóvenes nadadores que deben dar un paso adelante. Mientras eso ocurra, Vall y Pons fueron al rescate en Glasgow.