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ZONA ROJA NFL

Así los veo: en Dallas vivirán un año decisivo para Dak Precott

El quarterback asombró como rookie, pero nos dejó fríos en 2017 y los Cowboys lo necesitan para tener aspiraciones con Zeke Elliott atropellando y una defensa muy práctica.
Patriots vs Chiefs en vivo, NFL AFC Conference Championship

Madrid
ARLINGTON, TX - DECEMBER 24: Dak Prescott #4 of the Dallas Cowboys hands the ball off to Ezekiel Elliott #21 of the Dallas Cowboys in the first quarter of a football game against the Seattle Seahawks at AT&T Stadium on December 24, 2017 in Arlington, Texas.   Tom Pennington/Getty Images/AFP
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TOM PENNINGTONAFP

Visto con perspectiva, el récord 9-7 de los Dallas Cowboys el año pasado no se puede considerar un fracaso. No es un retroceso. La anomalía fue el 13-3 de la año anterior, cuando Dak Prescott irrumpió como un quarterback increíblemente seguro y eficaz, Zeke Elliott creó el pánico en las defensas como el corredor con más impacto en el juego de los últimos años y Jason Garrett fue elegido mejor entrenador del año mientras hasta él mismo se frotaba los ojos incapaz de creérselo.

En 2017 Prescott perdió el halo de infalibilidad de su temporada como rookie e hizo números mucho menos espectaculares. Todavía no tan mediocres como para que se enciendan las luces de alarma, pero sí suficientemente preocupantes como para que durante la temporada que viene el quarterback deba ponerse las pilas, porque va a ser analizado con lupa. Sus casi 3.700 yardas de pase en 2017 fueron un éxito, pero las 3.324 de 2017 empiezan a oler a chamusquina. Como esa, todas las estadísticas importantes se derrumbaron de una forma preocupante y él perdió su mayor virtud, que había sido no cometer errores. Si Prescott no recupera las sensaciones de su temporada como rookie, puede empezar a temer por su Futuro. Jerry Jones no tiene la paciencia entre sus grandes virtudes y ser heredero de Romo y Aikman no es una papeleta sencilla.

Parte del bajón de rendimiento de Prescott se puede achacar a que Zeke Elliott no fue tan decisivo como un año antes. La sanción de seis partidos estuvo sobrevolando siempre sobre su cabeza y se creó una situación de provisionalidad que quizá no afectara tanto a su juego personal como al global del equipo. Cumplió su sanción a partir de la semana nueve, cuando el equipo tenía un récord 5-3, y los Cowboys perdieron sus tres siguientes compromisos. No es que bajaran en picado las cifras terrestres, gracias a un Alfred Morris que estuvo fenomenal, pero su ausencia sí afectó gravemente al bloque, dejó el ataque sin soluciones y creó un vacío de autoridad. Como si la presencia de Zeke sirviera para que todos sus compañeros rindieran por encima de sus posibilidades y sin él volvieran a ser simples morales.

Este año Zeke vuelve sin cargas en la mochila ni sanciones en el aire. A jugar como él sabe y a darle a su equipo un control exagerado del reloj, que fue una de sus grandes virtudes en 2016. Sin embargo, Prescott no lo tendrá tan fácil. La retirada de Witten y la marcha de Dez Bryant le dejan sin sus dos mejores objetivos de pase de 2017. El caso de Dez Bryant merece un aparte. Sigo asombrado de que siga sin equipo. Una de las grandes estrellas de la posición no puede haberse diluido en tres temporadas y con solo 29 años. Hay algo que no nos están contando. Parece que está rechazando ofertas a la espera de una llamada de un equipo que aspire al anillo. Ya no es problema de los Cowboys, pero siempre me ha sorprendido que el bajón de Bryant coincidiera exactamente con la ausencia de Romo. Insisto en que en esta historia hay algo importante que no sabemos.

Otro que tampoco puede permitirse un fracaso es Jason Garrett. En siete años en Dallas solo ha conseguido dos clasificaciones para playoff y, sinceramente, desde fuera sigue pareciendo que el traje le queda muy grande. Aunque, como siempre, es difícil de medir el lastre que supone Jerry Jones, un propietario al que le gusta meter la mano en el vestuario y tomar decisiones deportivas.

Como siempre, los Cowboys seguirán teniendo ese tufillo a casa de los líos que siempre ha afectado a sus posibilidades, pero esta vez tienen que andarse con ojo. El nuevo proyecto tras la era Romo aún no se tambalea, pero empiezan a aparecer algunas grietas.

ATAQUE: depende demasiado de Elliott

Como os decía antes, la mayor urgencia de estos Cowboys parecía encontrar un relevo para Dez Bryant y Jason Witten. Han intentado cubrir la baja del segundo eligiendo a Dalton Schultz en cuarta ronda del draft, pero la sombra de Witten es muy alargada, no es un novato de garantías, en la plantilla no parece haber nada más que echarse a la boca (¿Blake Jarwin?) y Prescott necesita por su forma de jugar un tight end poderoso sea como sea. Que nadie descarte que a última hora se pongan a buscar uno debajo de las piedras. Tampoco el fichaje de Allen Hurns o Deonte Thompson parecen cubrir la baja de Bryant, aunque Hurns nunca jugó en Jacksonville al nivel que se le suponía cuando llegó a la NFL y podría ser una de las resurrecciones de la temporada entrante. Pese a todo, ninguno de los dos hizo en 2017 mejores números que Bryant y quizá el auténtico heredero pueda ser Michael Gallup, una elección en tercera ronda con vocación de receptor profundo. Siguen Cole Beasley, que fue una sombra de sí mismo y volvió a sus números habituales, y Terrance Williams que con Prescott ha ganado en fiabilidad pero no pasa de ser un número 2 decente. Es un grupo numeroso pero sin el glamour histórico de los Cowboys en la posición y, sobre todo, con un agujerazo en el tight end.

La línea ofensiva se ha reforzado con la elección de Connor Williams en segunda ronda, que podría ser el left guard desde el primer día si La’el Collins no se mueve a esa posición, que es la suya natural. Sigue siendo una línea élite con Tyron Smith (LT), Travis Frederick (C) y Zack Martin (RG), pero que el año pasado no rindió al nivel de excelencia habitual por las lesiones de Tyron Smith, porque echó de menos al guard Ronald Leary, que se marchó a Denver y no fue demasiado bien sustituido por Jonathan Cooper, y por la mala temporada de La’el Collins en el tackle derecho, puesto para el que han fichado a Cameron Fleming en la agencia libre. Eso provocó la urgencia por encontrar un refuerzo con una elección alta del draft, aunque en esta pretemporada tendrán que volver a casar todas las piezas.

En el backfield volverá a reinar Zeke Elliott, el alma de estos Cowboys. Ya no tendrá a Alfred Morris como escudero y los Cowboys tendrán serios problemas para cubrir la posición con garantías si se lesiona.

DEFENSA: siempre mejor de lo que parece.

La defensa de los Cowboys no rindió el año pasado al increíble nivel de 2016, pero sí que estuvo entre las mejores de la NFL. Algo que sigue llamando la atención en una plantilla sin grandes estrellas y que nombre por nombre incluso puede parecer mediocre. La diferencia la volvió a marcar Sean Lee, convertido en gran figura de la NFL en la treintena. Está en todas partes y es el auténtico motor defensivo de Dallas. La prueba del algodón está en que jugó once partidos, con un record 8-3 de su equipo, y se perdió cinco por lesión en los que toda la defensa le echó mucho de menos y por momentos parecían pollos sin cabeza. En esos cinco los Cowboys solo consiguieron una victoria y cuatro derrotas. En primera ronda del draft eligieron a Leighton Vander Esch, un middle linebacker llamado a ser el heredero de Lee. Vander Esch, Lee y Jaylon Smith pueden formar un tridente impresionante de linebackers. Pese a todo, Smith nos dejó el año pasado un poco fríos. Los Cowboys le eligieron en 2016 a pesar de que una lesión gravísima de rodilla parecía haber terminado con su carrera antes de empezar. Smith se recuperó y jugó el año pasado, pero nunca deslumbró como esperábamos.

La línea tiene ends para dar y tomar. Y además muy buenos. Demarcus Lawrence consiguió en 2017 la friolera de 14,5 sacks y en el otro lado está jugando tan bien Tyrone Crawford que por ahora le ha cerrado la puerta a la titularidad a Taco Charlton, elección de primera ronda del año pasado. La posición estaría cubierta de maravilla solo con ellos, pero es que además han fichado a Kony Ealy, que el año pasado consiguió 9 sacks en los Jets. Por si fuera poco, vuelve Randy Gregory después de casi un año de sanción por consumo de drogas y en 4ª ronda eligieron a Dorance Armstrong, que parece ya un lujo innecesario teniendo en cuenta que lo que necesitaban de verdad era tackles. David Irving, su tackle estrella, es una bestia, pero se perdió media temporada el año pasado por lesión y tampoco podrá jugar los cuatro primeros partidos por sanción. El titular del otro tackle no está claro. Pelearán por él Maliek Collins y Jihad Ward.

Lo de la secundaria parece un milagro por su rendimiento en los últimos tiempos. Casi siempre parece falta de profundidad y calidad, pero acaba consiguiendo muy buenos números. Su mejor jugador es Byron Jones, un back que puede jugar casi en cualquier posición en cobertura y que pasará de ser el free safety a ocupar el cornerback 1. Le acompañarán Chidobe Awuzie y Jourdan Lewis, que en su año de rookie jugaron bastante bien. Xavier Woods fue una sorpresa después de ser elegido en 5ª ronda y eso ha permitido el movimiento de Jones y Jeff Heath es un strong que debía haber sido mejorado en la agencia libre.

CONCLUSIÓN:

Los Cowboys tienen una defensa sólida y un juego de carrera tremendo. Ese siempre ha sido el punto de partida indispensable para un equipo ganador. Sin embargo, cada vez hay más dudas de que hayan cubierto con garantías el puesto de quarterback con Prescott, y tampoco le ayudan mucho con un grupo de receptores que no entusiasma demasiado. El calendario no acompaña porque la NFC Este siempre es una batalla campal en la que cualquiera puede ganar a cualquiera y las dos divisiones sur ahora están llenas de trampas. Yo apuesto por que rondarán un record 8-8. Si Prescott vuelve al nivel del primer año podrían sumar un par de victorias más y aspirar a jugar playoffs, pero sospecho que, más bien, en Dallas se va a abrir otra vez el temido debate del quarterback.