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ZONA ROJA NFL

Así los veo: no importa Cousins, la clave de los Vikings es la OL

Pese a que Minnesota ha firmado un contrato estratosférico con Cousins, y su defensa puede ser la mejor de la NFL, si la línea ofensiva no rinde se caerá el castillo de naipes.

Madrid
MINNEAPOLIS, MN - SEPTEMBER 24: Dalvin Cook #33 of the Minnesota Vikings carries the ball in the first half of the game against the Tampa Bay Buccaneers on September 24, 2017 at U.S. Bank Stadium in Minneapolis, Minnesota.   Adam Bettcher/Getty Images/AFP
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Adam BettcherAFP

Yo soy de los que no lo entiendo. Pero también es verdad que vivo a 7.000 kilómetros de Minneapolis y no tengo relación personal con Mike Zimmer. Así que tengo que fiarme de que el entrenador principal de los Vikings, que me parece uno de los mejores de la NFL , y Rick Spielman, magnífico general manager, han acertado dejando marchar a sus tres potenciales quarterbacks titulares y ha tirado la casa por la ventana para fichar a Kirk Cousins.

Cuando el universo NFL estaba discutiendo si el equipo morado debía quedarse con Keenum, Bridgewater o Bradford, ellos llegaron, pusieron a todos de patitas en la calle y saltaron la banca fichando a Kirk Cousins por 84 millones garantizados en tres años. Ojiplático me quedé. Y más cuando vi que Keenum firmaba por los Broncos por 36 millones en dos años. ¿De verdad hay tanta diferencia entre Cousins y Keenum como para que mereciera la pena el movimiento? Sobre Bridgewater y Bradford no hablo. Su historial de lesiones les convierten en inviables para unos Vikings que tienen potencial para ganar el anillo ya.

El año pasado los números de Keenum fueron de media muy similares a los de Cousins. Jugó un partido menos y lanzó menos yardas y menos touchdowns, pero su porcentaje de completados, su media de yardas por intento y su rating fueron superiores a los de Cousins. Y su número de intercepciones muy inferior (13 a 7). Si lo que busca Zimmer es un quarterback fiable, ¿por qué apostar por Cousins cuando ya lo tenía en casa?

Como os digo, el que veía a Keenum cada día en los entrenamientos era él, y quizá pensó tras la derrota frente a Philadephia en playoffs que lo único que le falta para ganar el anillo es un quarterback élite y Cousins era lo más parecido que había disponible. Sin embargo, soy de los que discrepo sobre que Cousins sea élite.

Cousins parece bipolar. Tiene unos cambios de humor, de ánimo, de rendimiento, que siempre me han hecho pensar que tiene un problema de autoestima o falta de fe en sí mismo. Cuando se viene arriba es un ciclón, parece andar sobre las aguas y ser capaz de abrir el mar. Entra en resonancia y nada parece salirle mal. Pero cuando el toro le mira mal, como a Curro Romero, se vuelve un jugador gris con miedo cerval a arriesgar, que lanza el balón con el brazo encogido y menos fuerza de lo habitual. No es tan exagerado, más bien cuestión de matices, pero después de seis años en la NFL hemos tenido tiempo para apreciarlo. Otro asunto que me preocupa es su movilidad. El último año se destapó como un jugador mucho más móvil que en el pasado, pero eran carreras de supervivencia. Ni de lejos se mueve en el backfield como Case Keenum en busca de un pase, y la línea de Minnesota seguirá siendo más o menos igual de frágil que en los últimos dos años. Con Keenum no se notó tanto porque se sacaba de la manga con su movilidad algún segundillo de más para poder lanzar un pase peligroso, pero Bradford un año antes se conformó con completar lanzamientos de tres yardas antes de que le cazaran en un proceso desesperante de completos anémicos. En eso Cousins se puede parecer más a Bradford que a Keenum, con la diferencia de que Bradford estaba de vuelta, y jugándose su futuro como profesional, y Cousins tiene el futuro asegurado tres años y en cuanto recibe un par de sacks se le desencaja la cara y se le quitan las ganas.

Parece que le estoy poniendo verde, pero si miramos el lado bueno, Zimmer sigue necesitando solo un quarterback que no se confunda y sepa mover las cadenas para ganar partidos. Su ataque tiene muchas armas y su defensa lo tiene todo para volver a ser como en 2017 la mejor de la NFL, e incluso mejor que hace doce meses. Visto así, Cousins es un arma más o menos igual de fiable y más experimentada que el Keenum de 2017 (aunque nunca haya ganado un partido de playoffs), otra cosa es que si solo se buscaba eso, se pagara tan caro.

Muy probablemente el debate siga abierto durante parte de la temporada, porque visto el resto del equipo, y si Dalvin Cook se mantiene sano y juega toda la temporada como lo hizo en los cuatro partidos que disputó antes de lesionarse en 2017, los Vikings están a una línea ofensiva de ser el equipo más potente de la conferencia Nacional y, por ende, de toda la NFL.

ATAQUE: todo dependerá de la línea ofensiva

La clave de estos Vikings estará en el rendimiento de su línea ofensiva. Para empezar, a finales de julio falleció Tony Sparano, su responsable, de un ataque al corazón. Eso puede afectar gravemente a la evolución del grupo no solo por una cuestión afectiva o anímica, también porque Clancy Barone y Tony Janocko, sus sustitutos, son una solución de emergencia sacada del propio staff. Además, se han encontrado con otro problema tras la retirada de Joe Berger, su guard derecho, que a sus 36 años seguía siendo el mejor de los cinco. Berger se entendía muy bien con Mike Remmers, que después de una digna temporada como right tackle tal vez deba ser reubicado en el guard. El RT podría ocuparlo el rookie elegido en 2º ronda Brian O’Neill pese a que necesita ganar envergadura, o incluso Riley Reiff después de demostrar en 2017 que el lado izquierdo le queda grande. Otra opción sería que el recién fichado Tom Compton ocupe el guard y Remmers siga en el tackle derecho, donde ha rendido bien. El center no parece un problema con Pat Elflein, que lo hizo fenomenal en su año de rookie y Easton fue a más en el guard izquierdo hasta que se lesionó. El mayor dilema es que mantener a Reiff en el tackle izquierdo es jugar con fuego y detrás solo está Rashod Hill que no es mucho mejor que él. Como veis, un rompecabezas con fichas muy frágiles y muy poco fondo de armario. Estoy seguro de que Zimmer ha pasado muchas noches en vela con el boquete que se le ha abierto dónde además ya había uno.

En el backfield, el regreso de Dalvin Cook también puede ayudar a la línea. Si juega como se espera las defensas se pensarán muy mucho entrar a lo loco a por Cousins. Aunque conociendo el historial de los Vikings con las lesiones, parece imposible que no se tuerza algo antes o después que obligue a jugar a Latavius Murray, que pese a su buen trabajo en 2017 esta vez no tendrá la ayuda de un McKinnon que se ha marchado a San Francisco muy revalorizado.

El grupo de receptores es muy práctico y polifacético, con Stefon Diggs como número uno peligrosísimo, Adam Thielen como chico para todo que puede aparecer en cualquier lugar del campo para hacerle un roto al rival y Kyle Rudolph, unos de los mejores tight ends infravalorados de la NFL y que podría convertirse en el arma favorita de un Cousins que adora conectar con TEs. La llegada de un Kendall Wright que necesita reivindicarse completa un grupo que por su versatilidad, y capacidad para ayudar al quarterback y ofrecerse, puede estar entre los mejores de toda la NFL.

Todos ellos forman un grupo que no debería ser explosivo, pero sí fiable y capaz de controlar el reloj para que la auténtica arma de destrucción masiva de los Vikings, su defensa, este siempre fresca y el tiempo indispensable en el campo. El año pasado lo consiguieron y esa debe ser la prioridad de Cousins en 2018.

DEFENSA: la mejor de la NFL

La línea defensiva ha perdido a Tom Johnson. ¡Ohhhhhh, qué horror! Qué va, tranquilos, a cambio ha llegado nada más y nada menos que Sheldon Richardson para formar muy probablemente, junto a Linval Joseph, Danielle Hunter y Everson Griffen, la mejor línea defensiva de toda la NFL, solo comparable a la de los Jaguars. Un escándalo, un milagro, una aparición. Póker de asesinos natos, cerca de 30 sacks garantizados por cuatro animales que marcarán la diferencia en Minnesota si les respetan las lesiones.

Como también marca la diferencia una secundaria que pese a todo estuvo irreconocible en la final de conferencia contra los Eagles. Por si acaso, eligieron a Mike Hughes en primera ronda de un draft planteado casi de forma íntegra para cuajar a largo plazo. Hughes formará con Xavier Rhodes y Trae Waynes un trio de cornerbacks elegidos en primera ronda y que deslumbra solo con leerlo. Por si acaso, renovaron a Terence Newman que, pese a cumplir 40 años en septiembre, sigue siendo un seguro de vida. También son inmejorables Harrison Smith, quizá el mejor safety del momento, y Andrew Sendejo, un strong que ha explotado en la NFL de forma tardía.

Para completar la fiesta, Anthony Barr, Eric Kendricks y Ben Gedeon forman un tridente muy polivalente en el que solo Gedeon, rookie el año pasado, debería dar un importante salto de calidad para que los Vikings dispongan de un once defensivo perfecto.

CONCLUSIÓN:

El gran problema de los Vikings en los últimos tiempos han sido los intangibles en forma de lesión (incluso la ocular de Mike Zimmer aparentemente superada) y la debilidad de su línea ofensiva. Ahora se une que la NFC Norte es una división temible con Aaron Rodgers de vuelta en unos Packers que parecen haber encontrado el camino y unos Lions y Bears en clara progresión. Además, su calendario es dinamita con 49ers, Packers en Lambeau, Bills, Rams en Los Angeles y Eagles en Philadephia en las cinco primeras jornadas. Si sobreviven a ese arranque con dos o tres victorias, pueden aspirar a las 10 u 11 partidos ganados y pelearle la división a los Packers. Si fallan en el arranque, pueden sufrir para entrar en wild card. Eso sí, como se metan en postemporada con todo el mundo sano, aunque sea por la puerta de atrás, que les echen un galgo. Podemos tener un festival de Cousins gritando si nos ha gustado.